Capítulo doce.

1.3K 216 32
                                    

Seungmin ignoró olímpicamente los golpes en la puerta porque ya sabía de quien se trataba y honestamente, también sabía que tocaba sólo de cortesía. Probablemente tenía una copia de las llaves de su casa en la mano y aquello sólo hizo que rodada los ojos.

Tocaron dos veces más antes de que la puerta se abriera por sí sola.

Seungmin se sentó en la alfombra sólo para ver a Chan parado frente a él.

— ¿Qué quieres?

— Oh dios, pensé que algo te había sucedid-

— ¿Qué demonios quieres? —interrumpió al castaño.

— ¿Por qué me hablas así? ¿Acaso no extrañaste a tu novio? —estuvo a punto de agacharse para abrazarlo pero Seungmin se puso de pie y lo esquivó.

— Ex novio, querrás decir. —lo miró fijamente.

— ¿Qué te pasa ahora? ¿Por qué te escapaste?

— Hmm.. Tú puedes contestar eso. Además, no me escapé. Me fui de tu mansión por la puerta principal.

— Seungmin, ¿qué carajos te pasa?

El pelinegro rodó los ojos antes de volver a hablar.

— ¿Dónde están Felix y Changbin? —preguntó sonriendo— Faltan ellos, así pueden reír los tres en mi cara.

— Amor, ¿d-de qué hablas? —Bang estaba nervioso.

— No lo sé... Dímelo tú, o quizás si llamo a mi mejor amigo pueda decirme algo.

El tatuado se había puesto pálido ante las palabras del rubio.

— Me encanta cuando te haces el desentendido, Chan. —su respiración se agitó.

— ¡T-Te juro que esto tiene una explicación..! —trató de agarrarlo pero Seungmin lo apartó bruscamente.

— Claro que hay una explicación, y es que eres un puto imbécil. —su rostro comenzó a ponerse rojo— ¡Tú sabías lo mal que yo la estaba pasando y preferiste hacer como si nada ocurriese!

Su respiración estaba agitada pero no tenía intención alguna de callarse.

— ¡Me viste sufrir todos estos años porque me arrepentía con todo mi ser de haberte traicionado así! —le gritó— ¡Vigilaste cada uno de mis putos movimientos¡ ¡¿Con qué finalidad?! ¡¿Ver cómo me martirizaba por ti?! ¡¿Confirmar que no cobré la puta recompensa?! —su voz se quebró— ¡Y por sobre todas las cosas, me gritaste de la peor forma para reclamar respuestas cuando tú ya las tenías!

— J-Seungminnie... P-Por favor... —el tatuado trataba a toda costa de acercarse al rubio.

— ¡Y una mierda! ¡Me trataste de cobarde, te reíste en mi maldita cara y tuviste el descaro de fingir que no sabías nada! —pateó al sofá— ¡Fui un maldito juego para ti! —sorbió su nariz— Maldita sea... ¡Yo te di todo de mi! Mi amor, mi confianza, todas mis primeras veces, toda mi vida fue contigo pero aún así... No te bastó. —sus mejillas estaban empapadas en lágrimas— ¿Por qué mierda lo hiciste? ¡Incluso pude haber muerto! —se jaló el cabello— ¡Eres un maldito egoísta, Chan! ¡Todo este tiempo estuviste pensando solamente en ti y jamás te detuviste a pensar en mi!

— Seungmin-

— ¡Seungmin nada! —gritó— ¡¿Jamás te pusiste a pensar en cómo mierda me sentía yo?! ¡No sabes la cantidad de veces que lloré hasta quedarme dormido, ni de las veces en las que mi pecho dolía tanto que parecía que iba a morir! —sus manos se volvieron puños— ¡Eres un cínico, egoísta y la peor mierda de este mundo! ¡Estoy tan harto de ti que a este punto todo lo que deseo es jamás haberte conocido!

— S-Seungmin... N-No hagas esto... Por favor... —se había arrodillado frente al pelinegro— No lo hice a propósito...

— ¿Me estás hablando en serio? -rió sarcástico— Te luciste siendo el mejor amigo de mi novio, Changbin... Siempre tuve personas vigilándolo... Siempre supe que iba a entregarme... —citó— ¡Puto idiota! ¡Eres el pedazo de mierda más grande que he conocido!

— ¿C-Cómo sabes eso? —a estas alturas, él también estaba llorando.

— ¿Y tú qué creíste? ¿Que te obsequié esa cadena por amor al arte? —rió— Estuve sentado detrás de ti, y no me reconociste. —se limpió un poco las lágrimas— ¿Acaso tenía que seguir con dudas? ¿Seguir siendo el estúpido novio que se queda en casa llorando?

Chan solamente lo observaba, las lágrimas cayendo por su pálido rostro.

— Hiciste todo esto porque jamás confiaste en mi. —concluyó— Sigues pensando que te entregué porque quería deshacerme de ti y tener una maldita recompensa... ¡Todo este tiempo, continuaste desconfiando de mi y pensando que mi amor era falso!

— Lo siento... P-Por favor... —sollozó— ¡Haré lo que t-tú quieras..!

— Vete de aquí, no quiero verte ahora. —tomó un cuadro de fotos de la única cosa que se había llevado de su primer hogar— Jamás cobré la jodida recompensa, y lo único que traje conmigo además de dinero fue esto. —le arrojó el cuadro a los pies.

Chan lo tomó y pudo apreciar una imagen de la primera vez que pudieron viajar juntos. Él tenía dieciocho y Seungmin dieciséis, habían ido a las montañas y se habían tomado una muy buena foto entre la nieve.

— Espero que sepas que yo sí te amo. —sorbió su nariz— No tengo por qué mentirte y tampoco voy a huir. Pero ahora mismo, no deseo verte. —negó con la cabeza— Párate, a diferencia de ti no me gusta humillar a la gente. Y cierra la puerta cuando te vayas. —se dió media vuelta.

Comenzó a caminar directo hacia su habitación, y se arrojó bruscamente a la cama. Su cabeza había comenzado a doler y le invadían las ganas de vomitar pero aún así... Se sentía mucho mejor luego de haberse quitado tanto peso de los hombros.

Pero no se sentía bien gritarle así. Él odiaba estallar de esa forma pero, ¿qué más podía hacer? Había sido orillado a ese desenlace.

Y realmente deseaba odiar a Chan pero eso era algo que tampoco podía. Se sentía estúpido por no poder hacer algo en su contra a pesar de todo. Pero eso era lo que él se había buscado.

Quizás... Sólo quizás... Todo podría haberse resuelto si le hubiese contado sobre las amenazas que estaba recibiendo.

Pero ya era tarde, las cosas estaban dichas y hechas. El hubiera no existía.

Minutos después sintió como la puerta de su casa se cerraba con fuerza y por fin cerró los ojos, tratando de descansar porque de verdad sentía que iba a desmayarse.

Se levantó casi media hora después para ir a tomar algo.

Todavía no podía creer que las inseguridades de Chan lo hubiesen llevado a eso. Todo podría haberse resolvido hablando pero ese imbécil no confiaba ni en su sombra y eso le dolía, porque él sí había le depositado toda su confianza.

Y luego de tomar algo para el dolor, volvió a recostarse en su cama. Pero se sentía aún peor.

Si ya había sido tan sincero como podía serlo alguien enojado... ¿Por qué la presión en su pecho no se iba? ¿Por qué el dolor no paraba?

Y todo volvió a ser como ese mismísimo jueves.

Y todo volvió a ser como ese mismísimo jueves

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sirens ❣︎ chanseungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora