unbalanced

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Unbalanced

Una cámara oscura nos recibió. Las paredes, levemente iluminadas con antorchas, se extendían alrededor de nosotros formando un círculo de varios metros de radio. El suelo y el techo parecían estar escarbados en la arena, y no lograba entender cómo no se habían derrumbado ante nuestra presencia. No quería arriesgarme a estar aquí mucho tiempo de todas formas.

—Me duele la cabeza —murmuró Nico detrás de mí.

Me giré enseguida para verlo, habiéndome olvidado de él por unos segundos. No supuse que los chicos formarían parte de la prueba en su estado de estupidez. Di unos pasos hasta estar frente a él, mientras el resto de mis amigas también se acercaban a los otros chicos. Lo miré con los ojos entrecerrados.

— ¿Acaso no era yo tu sirenita?

El chico frunció el ceño, llevándose ambas manos a la cabeza. Con una, tiró de los mechones de su cabello que descansaban sobre su frente, y con la otra pareció querer medir su temperatura. Tenía un aspecto febril, y sabía que alguien había traído ambrosía, pero tendría que esperar a que nos la ofrecieran.

—Estoy un poco mareado —volvió a hablar por lo bajo, sujetando ahora los lados de su cabeza y cerrando fuertemente los ojos—. Necesito sentarme.

Lo observé mientras se dejaba caer al piso, tomándome unos momentos para echar un vistazo a los otros chicos y verlos en situaciones similares. Frank se había transformado en un perro y dormía contra la pared, y Will hablaba del reciente eclipse solar mientras Piper intentaba meterle un trocito de ambrosía en la boca.

—Tengo frío —escuché a Nico.

Lo ignoré al ver a Jake a punto de caerse al suelo en la otra punta de la habitación. Fui hasta él y lo sostuve, bajándolo con cuidado. Lo escuché tararear la letra de la canción más reciente de Shawn Mendes antes de dejarlo en manos de Piper. Volví hasta mi novio, quien a estas alturas estaba acostado en el piso, temblando ligeramente.

—No tengo nada para cubrirte, Nico.

—Por favor —susurró, deshaciendo el puño que se había formado en su mano izquierda y extendiéndola hacia mí—. Ven.

Rodé los ojos, todavía un poco molesta por su repentino interés hacia la criatura marina. Sin embargo, tomé su mano y giré su cuerpo hasta recostarlo boca arriba, colocando mi cuerpo sobre el suyo. Nico suspiró, cerrando los ojos, al sentir mis manos contra sus mejillas frías.

—Más te vale no volver a caer en los juegos de ninguna otra sirena en los próximos cincuenta años.

—Lo discutiremos más tarde.

Fruncí el ceño. Hubiera estado contenta con respuestas más simples que aquella. "Solo me importas tú", "Solo caigo en tus juegos", "Como digas", "Tienes razón", "Te amo" eran varias de ellas. Me salí de encima de él, quitando sus manos entrelazadas en la parte baja de mi espalda, y lo escuché quejarse mientras iba a por Pipes.

— ¿Podrías darle un poco de ambrosía a Nico? —le pregunté—. Se está comportando como un idiota y no tengo ganas de aguantarlo ahora. Si quieres yo me encargo de Leo.

La hija de Afrodita estuvo de acuerdo con mi plan, y me pasó un poco de la comida divina que traía en un recipiente de vidrio.

Una vez todos los chicos estuvieron de vuelta sobre sus pies, sintiéndose bien, retomamos la preocupación y la actitud desafiante ante la cámara extraña en la que estábamos.

— ¿Y ahora qué? —preguntó Jake.

Enseguida se abrieron alrededor doce túneles que parecían ir en diferentes direcciones. Se oyeron exclamaciones de sorpresa entre los presentes, todos más nerviosos que antes.

how we lived;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora