Minho era un manojo de nervios. ¿Qué se supone que le diría? ¿Le pediría matrimonio de una vez? ¿Hablarían sobre el clima? Seguramente se quedaría sin palabras ante la belleza de Jisung.
Oh, su lindo Han Jisung. Aquel hermoso y sensual rubio que lo traía completamente loco. ¿Hace cuánto estaba enamorado de él? No lo recordaba bien, simplemente se volvió prisionero de los encantos del menor sin darse cuenta.
—¿En serio me veo así cuando te miro cosita? —preguntó Changbin a su novio.
—Uhm, tú te ves más lindo —sonrió dejando un suave besos en sus labios.
Con rapidez, ambos enamorados se encerraron en su burbuja para dedicarse mimos uno a otro ignorando olímpicamente a su amigo.
Minho no lo notó, con los nervios de punta tomó su mochila y de ahí sacó su libro favorito, acarició la portada con adoración y sonrió suavemente, sabía el gran significado de regalar un libro, o bien, recomendarlo. Pero era mucho mejor obsequiar, porque es parecido a dar una parte de tu vida a esa persona especial.
Se levantó y pensó que caería por lo temblorosas que estaban sus piernas, se sentía literalmente gelatina. Pero avanzó, tenía que hacerlo para por fin dar por sentado los sentimientos que tenía.
—Hola... —susurró a Jisung.
El nombrado levantó levemente la vista, lo iba a ignorar como a todos los que se le acercaban, pero el libro que sostenía en su mano lo sorprendió. Minho se dio cuenta y lo extendió.
—Es para ti —Han no reaccionó. El libro que estaba leyendo se cerró cuando cayó en sus piernas. Sin esperar más agarró el libro con cuidado, admirando la portada—. Te quiero mucho Jisung.
El nombrado paró en seco al escuchar aquello. Tragó grueso sintiéndose nervioso. Se supone que él se declararía primero, pero al parecer Minho se le había adelantado, pero poco le importaba, aprovecharía cada momento.
—¿Quisieras... Leerlo conmigo? —Minho casi cae de espaldas ante la sorpresa.
¡Le había dado la oportunidad de empezar la lectura con él!
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⇢ Read me 「 ᴍɪɴꜱᴜɴɢ 」
FanfictionJisung era lector, todos los días sin excepción, iba a la universidad con la cabeza metida en un libro diferente. A veces, sin querer, lo encontrabas llorando en el edén esperando el tren, o riendo embobado mientras pasaba la hoja. Como cualquier le...