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Vane no quería levantarse. Varios portadores planeaban irla a visitar.

Solo fue uno de ellos y la vio tirada en la cama. Se acercó a ella.

"Tienes que levantarte, todos tenemos trabajo".

Vane volteó a verlo. Se veía sumamente triste. La abrazó. "¿Qué tienes pequeña".

Vane se levantó.

"Él se ha ido... El único que me cuidó se fue".

Acarició su cara.

"Si renuncias a tus sentimientos, podrás entenderlo".

"No quiero olvidarlo".

"No lo harás".

"Sí, olvidaré lo que siento por él".

"Las emociones son de humanos y seres vivos, tú ya no lo estás... Él seguro te enseñó la ley de la vida, recuerda que no debemos romperlo".

"¿Cómo dejo de sentir?".

"Acepta tu realidad y lo que eres".

"¿Solo eso?".

"Sí".

Vane se sentó. Minutos después dejó de llorar.

"Hay algo que no me enseñó".

"¿Qué es?"

"¿Cómo se a donde ir?".

"Acompáñame, tienes varias tareas pendientes".

Se fueron a una casa humilde. Se llevaron a un adulto de la tercera edad, un niño enfermo (nació así -en el día tenía que tomar al menos diez pastillas-), un perro y un gato.

Se alejaron hasta donde no los pudiera ver nadie.

Vane volteó a verlo.

"¿Entonces?".

"Cierra los ojos y concéntrate".

Cerraron los ojos.

"¿Y ahora?".

"Concéntrate".

Eso fue molesto para Vane. El portador sonrió. "¿Sientes eso?".

"Siento que algo me llama".

"Ese es tu llamado, así sabrás a dónde ir, solo debes concentarte".

El camino de la muerte (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora