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El momento en que Taehyung se despidió de Jimin  aquella tarde después de terminadas las clases, fue un momento tortuoso para él. Sentía como que era un niño que debía afrontarse solo a su primer día de clases, con la diferencia de que esa no era su primera vez tomando talleres, era la tercera.

El típico desorden del primer día aunque menor que uno de clases, sin embargo, resultaba igual de molesto. Al fin y al cabo, tomaría clases en ambas situaciones. La biblioteca lo suficientemente repleta como para que los normalmente murmullos que estaban totalmente prohibidos, se escucharan. El sonido de la fricción de la silla contra el piso, risitas y, nuevamente, mucho desorden era todo lo que se podía presenciar estando ahí, en una biblioteca con una cantidad considerable de niños ricos y tontos. Y sí, él estaba incluído.

Junto con Wooyoung y Suho, sus compañeros de clase, estaba sentado en una mesa aparte, esperando a que el tutor que le correspondía fuera en ayuda de ellos. Porque la necesitaban, mucho y, definitivamente, aquella afirmación no podía ser refutada porque no habían argumentos que la sustenten.

Cuando menos se lo esperó, justo en frente de ellos estaba quien le daría las tutorías. Sólo pasaron unos segundos antes de que Taehyung desconociera la cordura y perdiera todo rastro que había en él. Si es que algún día hubo.

— ¡Hola! Disculpen, llego tarde.

Voz grave y suave a la vez. Bonita, bonito él. Perfecta poesía para los oídos de Tae que permanecían deseosos de escuchar por lo menos por un segundo el dulce cantar de ángeles que le calienta el pecho justo como el sol quema su piel al exponerse al exterior. Y sí que disfrutaba ese efecto que le producía aquel ser, mucho más cuando su corazón tomaba las riendas y prefería saltar en su pecho a estar en tranquilidad.

Era Hoseok, siendo tan atractivo como siempre, jugando sucio con el pobre Taehyung que suspiraba nubecitas a causa de su presencia brillante y arrolladora que le ponía los nervios de punta.

Se despojó de la mochila que traía en su hombro y tomó asiento, entablando una mini conversación con los otro dos. Con Taehyung también, pero éste tenía otras ocupaciones, embobarse mirándolo, por ejemplo. Y pensar, si es que había espacio en su mente, en como no exhibirse demasiado.

— Hombre, tú sí que tienes espíritu — Wooyoung habló. La verdad es que resulta extraño como Hoseok siempre está tan animado, incluso para estudiar —. Digo, tu buen ánimo siempre hasta para las cosas más pesadas de la vida resulta ser un poco... incomprensible. Literalmente, te la pasas sonriendo veinticuatro siete.

— Es bueno sonreír — se limitó a contestar, sacando de su mochila el folleto de estudio que se le facilitó, en el que estaban los temas que le habían sido impartidos durante su pasado año escolar, con el fin de reforzar el conocimiento de cada chico que tomaría la prueba de cada básica.

— Que bueno que nos tocaste tú, Hoseokie — Suho suspiró con alivio, recostando su cabeza en su palma derecha, mientras el codo del mismo brazo estaba apollado en la mesa. Y es que quizá, él también era uno de los hechizados por Jung Hoseok —. De haber sido alguien más, seguramente terminaríamos haciéndolo irse por lo cabezota que es Wooyoung.

— ¡¿Por qué yo, idiota?! ¡Te recuerdo que ni siquiera te sabes la ley de los signos!

— Ajá, sigue mintiendo tan descaradamente, envidioso.

— Bajen la voz, muchachos, hay más gente aquí — ambos hicieron silencio, tragándose las palabras que soltarían de no ser interrumpidos por Hoseok —. Taehyung, hola — saludó con una sonrisa bonita, pero Tae estaba ido, totalmente lejos de la tierra — ¿Tae? —  y sí, ese era él comentiendo asesinato cuando cometió tan peligroso acto que era algo tan simple como toquetearle  la nariz al castaño para sacarlo de su imaginación.

A Better Man ◆ [KookV].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora