El soltero codiciado

"Lo siento, pero..."

*lunes*

"—No tienes que hacerlo si no quieres, yo puedo decirles."

—No, yo lo haré. Digo, es lo mínimo en realidad, pero gracias por preocuparte.

Bebe le contestó que, si necesitaba ayuda, no dudara en llamarle, pues ella iría corriendo para ir a apoyarlo. Stevens estaba preocupada, ¿quién no? Su mejor amigo iba a tener una segunda cita con tres personas completamente diferentes a él.

Heidi era demasiado progresista a su gusto, era de las chicas que te juzgaba sin demora si no pensabas igual a ella, y claro, no dudaría en humillarte en internet; Craig era la amargura andante y un chico problema, no por algo había sido suspendido varias veces, ¡ah! Y no olvidaba que a él sólo le importaba su estúpido conejillo de indias; Y Stan, oh Stan Marsh... Ese tipo solamente servía para dar lástima, sólo sabía beber e ir a llorar a las piernas de Wendy, si no fuera por ella, él no habría obtenido el título de Quarterback y su ego no se habría alzado tanto.

¿Su precioso Kyle estaría a merced de esas bestias? ¡No podía estar tranquila!

—Estás hablando de tus amigos, cariño — Clyde la regañó —No es bueno hablar así de ellos. Menos, del mejor amigo de tu novio.

—No es mi culpa que sean lo peor — Cruzó ella sus brazos con molestia

—Pero Kyle sabe a lo que abstiene — Donovan boqueó ofendido —Te preocupas más por él, que por mí.

Clyde esperaba que ella dijera: "Claro que no, bebé, tú eres mi prioridad", pero no fue así. Ella simplemente se quedó quieta en el sofá, mordiéndose la uña del pulgar derecho, pensante en qué hacer.

Oh, estaba tan arrepentida de haber metido a Kyle a ese oscuro lugar. Pero, todavía puede arreglar su error. Kyle solamente debía darse cuenta que sus citas eran de lo peor, así, ella podría buscarle una muchísimo mejor.

Ella no es de hacer esas cosas, eso es meterse en la vida de su amigo, es estar muy en contra de su personalidad, pero no tiene opción si no quiere que esos tres le hagan daño al pelirrojo, así que para jugar sucio, sabe a quiénes llamar.

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Kyle tenía un simple, pero difícil trabajo, debía decirle a tres de sus seis citas, que no habría una segunda en la semana.

Es muy duro, a Kyle le gustó la inteligencia de Rebecca, la naturalidad de Kenny y las raíces de David, pero les es complicado ver a esas personas de una manera más allá de un posible romance (algo apresurado, pero si había una segunda cita, fue por algo). No tiene opción.

Primero va con Rebecca, después de todo, creía que con ella sería más fácil llegar a un acuerdo. La chica era racional, debía entender.

Va a la biblioteca en la hora de su descanso antes de ir a casa, sabe que ella siempre está ahí cada de puede, pero como no la ve al principio, se queda a esperarla y entretenerse gracias a unos de los libros. El de esta vez, es justamente uno de los autores que le recomendó Rebecca el mismo día que se conocieron.

Se encuentra inmerso en su lectura, le da igual el mundo a su alrededor, de todas maneras, es aburrido, solamente quieres saber qué ocurre con los protagonistas de la novela. Pega un brinco y tira el libro en la mesa, tras sentir el tacto de una mano en su hombro.

—Estás en la biblioteca, silencio.

Y es justamente Rebecca quien llega de improviso.

—Me asustaste — Confiesa Kyle mirándola sentarse frente a él en la mesa