The Trick To Life

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-¡Tú!- Gritó el de chaleco gris, y el mencionado volteó la cabeza con una sonrisa atemorizante.

Se levantó agraciada y lentamente de su silla, con manos en los bolsillos de sus pantalones rayados y se acercó a él.

El silencio reinaba en la habitación, solamente interrumpido algunas veces por el sonido del tacón de los zapatos del magnáte empresario que caminaba de manera bacilante hacia el contrario.

Y finalmente, cuándo sus caras se encontraron frente a frente y sus ojos se miraron el uno al otro, Oncie se armó de valor para hablar, tenía miedo y estaba nervioso, pero le molestaba más el hecho de estar lucrando con algo que no era suyo; y apretando sus puños con fuerza, respiró y de forma calmada se preparó para hablar, siendo interrumpido bruscamente por el de ropajes verdes y glamurosos.

- Ya era hora.- Sonrió. - Sabía que vendrías.-

Y los ojos del oji-azul se abrieron en sorpresa. Quería preguntarle a qué demonios se refería, pero intuyó que eso era lo que prescisamente deseaba, pues no se le haría raro que el avaricioso solo deseara ver miedo en los ojos del resto, sentirse grande, importante y poderoso. Y lo estaba logrando; a pesar de que eran de la misma altura, ya lograba hacer que sus piernas temblaran más que antes, pero intentó calmarse.

- Quiero que me entregues lo que es mío.- Pronunció seriamente mientras seguían mirándose a los ojos.

- ¿Qué?- Greed se limitó a preguntar alzando una ceja antes de echarse a reir a carcajadas. - Así no funciona esto.-

- No me interesa participar en tus jueguitos raros, así que saldrás a la prensa que tienes en media hora y les dirás la verdad.- Sonrió mientras señalaba a la puerta que previamente había abierto de par en par dramáticamente, ahora con más confianza y valor del que nunca tuvo en su vida. Ya no importaba si no lo hacía, porque sabía que el contrario tenía el ego más grande que su sombrero, lo único que quería ahora era al menos poder hacerle frente y a lo mejor bajarle los humos a alguien como Greed-ler, y si resultaba bien, hasta poder quedarse con todo el dinero.

- Mira.- Puso una de sus manos con guante de terciopelo en el hombro contrario. - Si no te hubieras concentrado en "espiarme" hubiera considerado hacerte mi conserje o algo por el estilo.- Bufó. - Pero...- Aclaró su garganta para poner una cara más seria. - Llegas tarde, demasiado tarde Oncie.-

Y el millonario rió como si no hubiera mañana al ver la cara incrédula de el pobre Once-ler, el cuál no paraba de cuestionarse no solo de sus habilidades nulas de espionaje, si no; el por qué no había decidido simplemente hacer algo al respecto, y más aún: ¿cómo sabía el apodo tan molesto que le habían puesto como burla desde pequeño?

- ¿P-Por qué?- Lo miró, ya no enfadado, ya que la confunsión reinaba en la expresión de su cara aún atónita. ¿Por qué no había hecho nada si sabía que lo espiaba? ¿Por qué esperó hasta tenerlo en persona?

Sería acaso que... ¿había caído justo en la fosa del lobo? Algo andaba mal, muy mal, un horrible presentimiento se apoderó de su pecho, pero se rehúso a hacerle caso.

La confunsión incrementó, cuando la mano de Greed acarició su mejilla mientras lo miraba con una sonrisa claramente malévola. Oncie tragó con fuerza, intimidado por los ojos verdes apenas visibles a través de los lentes brillantes que usaba.

Greed lo miró, sin decir palabra alguna, suavizando ligeramente su sonrisa mientras seguía acariciando la mejilla ligeramente pecosa del oji-azul, casi como si lo mirara con tristeza o cariño.

Y de manera brusca se volteó para darle la espalda con su ya esperable y típico aire de grandeza.

El sol se ponía en el Valle, la luz anaranjada atravesaba las ventanas para dejar ver un hermoso atardecer que apenas comenzaba, y junto a ello la vista de la oficina y la silueta imponente del empresario que parecía ser la del diablo mismo vestido de verde.

- Te diré algo.- Hizo una pausa, y puso sus manos detrás de su espalda. - Si quieres ser exitoso en la vida, debes estar dispuesto a lo que sea, incluso a lo más inmoral.- Nuevamente una pausa, el ambiente era pesado e incluso se podía decir que era difícil de siquiera respirar. - El truco de la vida, es no atarte mucho a ella.- Volteó ligeramente la cabeza hacia dónde yacía parado el de ropas grisáceas.

Caminó nuevamente hacia él, solo para agarrar sus hombros con brusquedad y empujarlo con todas sus fuerzas hacia la salida de su oficina.

- ¡Bueno! Ha sido una entretenida charla pero tengo a la prensa esperando allá afuera, así que sería MUY amable de tu parte que dejarás de poner peso y me dejarás echarte de mi fábrica.-

Pero el ojiazul siguió poniendo resistencia, e incluso se volteó para pararse firme y con la cabeza alta frente a él.

- ¿Quién te crees que eres?- Lo encaró para luego empujarlo suavemente.

- Bien, ¿qué quieres de mí? ¿Dinero? No hay problema. ¡Sólo lárgate! A diferencia de ti tengo cosas que hacer, ¿Y adivina qué? El tiempo es dinero, y no pienso perder un solo centavo.- El antes bacilante y misterioso Greed mostró por fin sus verdaderos colores, y no era más que un muy estresado y avaricioso joven que solo le importaba el dinero y la fama y que cargaba con el peso de una compañía él solo.

Y aunque se impresionó de verlo tan vulnerable y humano, el oji-verde regresó a su semblante orgulloso y bacilante.

- No me iré, hasta que hagas lo que pedí.-

Up To No Good - Oncest. [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora