Made To Measure

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Si entonces ambos estaban de acuerdo que lo que importaba ahora era evitar que el ambiente se contaminara más y la fábrica acabara con la producción de Thneeds, era entonces la única solución mandar lejos a la familia manipuladora de Greed y terminar con toda producción de Thneeds para darle tiempo a la naturaleza de renacer bella y radiante como alguna vez fué.

Aunque a decir verdad, el principal problema era la familia tóxica de Greed: y esa era una verdad que Once-ler no sabría explicar a ciencia cierta, una verdad que sería difícil de escuchar para el mágnate millonario. Tenía que decírselo, de una manera en que fuera lo más sensible posible.

- Veámonos en el lago del Valle por la noche.- Dijo Once, de la nada. Sacando de sus pensamientos al empresario quién incluso terminó tirando su cigarrillo al suelo, con una expresión que denotaba bastante confusión.

Por otra parte, Once tenía planeado algo para decirle todo al millonario, y si no funcionaba... bueno, siempre había un plan "B".

- Pero, ¿para qué?-

- Bueno, consíderalo una escape a la rutina, siempre es bueno salir y tomarse un descanso de todo, ¿no?- Sonrió, colocándose su sombrero y saliendo de la habitación, con dirección a la puerta principal de la fábrica, se había propuesto ese día salir a recuperar las cosas que había dejado en su pequeña cabaña, como su vieja guitarra Stratocoaster, que aunque el millonario ya tenía varias y más caras, no había nada mejor que el sonido de su clásica Squier.

Greed lo vio partir desde el balcón de su oficina. Aún atónito. Era la primera vez que iba a salir desde que abrió la fábrica, pues debido a todo el daño que le hacía al mundo de afuera... No tenía prescisamente muchas ganas de salir y afrontar las consecuencias de lo que él llamaba su: "biggering".

Prendió otro puro, inhalando todo su humo, y séntandose sobre su enorme silla empezó a preguntarse la verdadera razón de que lo citara allí, sabiendo ya que todo lo que hacía Once tenía una razón oculta detrás, aunque a decir verdad últimamente era incapaz de leer su cambio repentino de comportamiento, de uno falso e interesado a amable y sonriente.

Y suspiró, tirando humo y mirando el techo, recordando perfectamente cómo sus sonrisas cambiaron a unas mucho más suaves y amorosas; y eran prescisamente estas las que le robaban el sueño durante las noches y las que le hacían soñar despierto.

Pero por más linda que se viera su linda cara pecosa sonriendo, le asustaba, porque no entendía el por qué de sus actos. Jamás lo hacía.

Once a veces era algo tan distante para él, que le aterraba pensar que habría dentro. Sabía que ninguno de los dos era idiota, pero la mente brillante del oji-azul era algo que le dejaba sin aliento, sin dudas era alguien extraordinario.

¿Pero qué estaba pensando? Greed sentía que ni siquiera tenía derecho a mirarlo, no después de lo que le había hecho. Y esa era otra cosa que no entendía, uno no decidiría simplemente quedarse con aquel que lo atacó a menos que tuviera síndrome de Estocolmo, ¿no? Incluso si su plan era chantajearlo para obtener dinero, ya debería haberlo hecho.

Lo más confuso era que lo había salvado esa noche, de tirarse del mismo balcón del que antes lo había visto dirigirse a su abandonada cabaña.

Volvió a dar una profunda calada a su puro, y lo apagó en el cenicero de su escritorio, tenía cosas que hacer, y no podía perder el tiempo pensando en el oji-azul; así que se levantó y fue a la habitación donde centenares de sus abogados lo esperaban para discutir sobre las demandas que tenía la empresa.

Por otro lado, Once recogía sus cosas, colocándolas en cajas que no tenía ni idea luego llevaría a la fábrica. Suspiró resignándose a simplemente agarrar su guitarra y una caja dónde guardaba cosas de cocina y su kit para tejer.

Y con estas caminó torpemente a la puerta principal, en dónde una pantalla con la bastante estresante y odiosa cara de la mamá de Greed lo recibió con palabras... ciertamente alentadoras.

- Miren quién parece estarse mudando permanentemente, si no es nuestro "querídisimo" Oncie. ¿Por qué mejor no te regresas por dónde viniste, cariño? Sabes bien que eres una distracción para mi Greed.- Habló la vieja con aires de grandeza, qué ganas tenía de simplemente golpearle en la cara; más su educación de respetar a las mujeres se lo impedía.

Y es que esta no era la primera vez que la vieja se había entrometido, es más, ella estaba en todos lados: siempre detrás de Greed, manipulándolo y lastimándolo; casi tomando el rol de una titiritera que manejaba a su antojo al oji-verde para que siguiera haciendo dinero.

- Solo ábreme la puerta, suegrita.- Sonrió molesto y sarcástico, recibiendo una cara de disgusto por parte de la señora. - Además no es mi culpa que tu hijo prefiera estar con hombres antes que con mujeres como tú.- Y la cara mal maquillada de la bruja payasa se llenó de indignación, sabiendo que no tenía forma de responderle a eso.

Se oyó el sonido de un botón, y las puertas se abrieron ante él.

- Gracias.- Dijo con un semblante de triunfo.

- Sisi, lo que tú quieras.- Gruñó la rubia.

Y así, ingresó al ascensor que lo llevaría a su habitación, por más que solo fueran a salir por cuestión de hablar de asuntos importantes, no quitaba que esto para Once contara como una cita y que quisiera estar vestido para la ocasión, ¿quién sabe? Incluso si las cosas salían bien podrían ir a cenar algo luego.

Se abotanaba una camisa blanca, la única cosa medianamente formal que tenía, y al hacerlo notó las marcas dejadas por Greed hace ya un par de meses atrás.

No se habían desvanecido aún, e incluso le dolían, su antes sonrisa emocionada se borró al recordar ese día, al recordar la persona que solía ser y la persona que pensó que Greed era.

Quería echarse para atrás, ¿realmente estaba ayudando a alguien que le había hecho algo así?

Y es que el amor tenía límites, pues seguía poder sin perdonar lo que le había hecho.

Entendía que el amor no sería suficiente para mantenerlos a ambos en pie frente a la vida.

Y aún así Oncie seguía estando dispuesto a arriesgarlo todo por Greed, así que hubo un cambio en sus planes.

Si bien, había sido una tontería haberse enamorado del oji-verde; era la tontería de la que más se sentía orgulloso.

Enamorarse fue su error, y se haría cargo de lo que eso conllevaba, incluso si tenía que perdonárlo por lo que hizo.

Porque creía que ambos habían sido hechos a la medida.

Up To No Good - Oncest. [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora