Runs In The Family

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Este era el comienzo de una nueva vida para Once-ler, un muchacho de cabellos negros, ojos azules cual oceáno y que en pleno comienzo de la adultez, dejaba su hogar en la humilde granja que tenían sus padres y compartía con su tía y hermanos para dirigirse a la gran ciudad a hacer su vida.

Era optimista sobre su futuro pues tenía no solo una mente brillante llena de inventos e ideas, si no, ojos visionarios y soñadores, y un corazón lleno de valentía y determinación.

Estaba completamente seguro de que su invento, el Thneed, cambiaría el mundo.

Y nadie lo culpaba por creer que se comería el mundo, así como nadie lo detuvo cuando hizo sus maletas y se largó con su mula Melvin en busca del material perfecto.

Le habían advertido, que la vida era cruel y despiadada, de que la gente allá afuera haría todo lo posible para hacer que sus sueños no se cumplieran, o aún peor, que si su idea del Thneed no fracasaba, alguien se la robaría.

Pero esto último fue en caso hipotético, porque realmente nadie le tenía fé al chico.

Sin embargo, él mantenía la cabeza en alto, dispuesto a demostrarle a todos aquellos que dudaron y se burlaron de él de que estaban equivocados.

Y así, la búsqueda insesante de ese material más suave que la seda que necesitaba para hacer funcionar su visionaria idea comenzó. Los viajes eran largos, pesados y cansados, pero no se rendiría.

Su voz y guitarra hacían los viajes más amenos, además no estaba totalmente solo, tenía a su fiel Mula de compañía durante todo el trayecto.

Y mientras más se lo imaginaba, más optimista y determinado se volvía. Pues estaba cansado de huir, de quedarse dentro de la mala fama que tenía su familia como derrochadores de dinero y campesinos perdedores que nunca lograron nada en su vida. Era momento de que siguiera adelante, para lograr ser aceptado al fin por su familia.

Y fue en ese momento exacto, que sus ojos se abrieron maravillados con el paisaje que yacía en frente suyo. Un valle soleado, con árboles de un material que solo a la vista se veía completamente suave y cómodo, con peces que tarareaban al unisono de la brisa de verano que despeinaba su cabello.

- ¡Este es el lugar!- Exclamó con una sonrisa incrédula en su rostro y brillo en sus pupilas.

Procedió a bajarse de su carruaje y sacar las cosas de su interior, su equipaje, su guitarra, y lo más esencial: su hacha.

Y tan rápido como pudo, taló el árbol más cercano para empezar a sacar el follaje con el que haría su primer Thneed.

Se sentó, y una vez con el material en mano, sacó su equipo para empezar a coser, sus manos se movían elegante y ágilmente, como si bailaran al compás de lo que fuera que Oncie tarareaba con una sonrisa dulce en su cara. Y cuando estuvo satisfecho con el resultado lo observó mientras asentía levemente.

- Definitivamente va a ser un éxito.- Se dijo a si mismo con aires de orgullo de su trabajo, y bostezó. Llegando a la conclusión de que debía dormir para en la mañana salir a vender su invento.

Se había puesto su pijama, que él mismo había hecho, pues todo era demasiado pequeño, esa había sido la principal razón de aprender a coser en realidad y con el tiempo terminó siendo un pasatiempo más.

Estaba recostado en su pequeña cama, y sonrió una vez más antes de irse a dormir; sin embargo su alarma sonó, y al observar por la ventana se percató de que ya había amanecido y no había tenido ni una pizca de sueño.

Pero eso no lo detendría.

Y de nuevo, cambiándose de ropa, agarró su guitarra y el Thneed, y se dirigió al pueblo, especificamente a la pequeña plaza del mismo, y cuando reunió suficiente gente a su alrededor, tomó aire y cantó.

Su voz salía de su garganta, mezclándose con la melodía que tocaba casi improvisadamente en su guitarra.

Estaba nervioso, pero aunque le temblaran las piernas siguió cantando, veía de reojo como la gente se iba de a poco, y lo restante de su público... bueno, digamos que se dedicó a pintar de rojo su chaleco plomo gracias a los tomates que le lanzaban junto con los abucheos constantes.

No se rendiría, o al menos eso pensó hasta que en coro la gente le gritaba que se fuera.

Al parecer su familia si estaba en lo correcto, era mejor regresar a casa, ¿no?

Era en este momento en el que por fin había conocido la crueldad del mundo exterior de la que tanto le habían hablado y había ignorado. Se podría decir incluso, que una parte de su frágil corazón se rompía junto a esa ilusión de que la gente compraría algo tan ridículo como el Thneed.

"Oh pobre chico, no eres lo que estás destinado a ser."

"Viene de familia, viene de familia..."

Tenía lágrimas en los ojos, y sin pensarselo mucho salió corriendo del lugar hasta perder de vista a la multitud.

Llegó a un pequeño parque, y se sentó en la primera banqueta que encontró, sin notar que alguien estaba a su lado, y continuó sollozando mientras murmuraba cosas que ni él entendía.

- ¿Estás bien?-

Up To No Good - Oncest. [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora