Oncie, cómo se le llevaba el aliento apenas decir o pensar su nombre, era solo un joven enamorado más de la vida, y de la naturaleza, de los ojos de su amado y de todo lo que le rodeaba.
Greed amaba con todo fervor a ese joven que alguna vez odió, e hizo sentir mal. Y a la vez se odiaba, por haber sido ciego ante el daño que causó; más ese pelinegro con sus ojos azul más hermosos que el cielo mismo, lo veía con tanto amor incondicional que parecía ser un invento suyo para darse consuelo.
Es como si Once tuviera superpoderes, para ver tras de él como si fuera el más fino y puro de los cristales, pues lo conocía mejor de lo que Greed se conocía a sí mismo.
Sus besos, caricias, palabras, miradas, ¿qué no amaba de él?
Y a Greed le encantaba ponerse en el punto de vista de Once, pues le ayudaba a confiar en si mismo cada día un poquito más cada vez más.
Era simplemente poco decir que se habían cambiado la vida el uno al otro.
En el caso de Oncie, era simplemente extraño, pensar que se enamoraría de él tan profundo, que incluso sentiría que debía amar con cuidado porque su corazón estallaría. Su vida había cobrado un sentido después de tanto tiempo de vagar sin uno. Al principio pensó que su deber en este mundo era contribuir con sus inventos, luego que había sido creado para hacerle la vida imposible a Greed y ser su Karma.
Lo cierto es, que a su lado, había aprendido que no hay motivos por los cuáles existir, y que lo bello de la vida era simplemente vivirla y compartirla con la gente que amas y te ama.
El amor había llegado a sus vidas de la forma menos esperada posible, y a pesar de todo parecía el amor más puro y sincero que la tierra tuvo el placer de contemplar.
Y como muestra final de lo que ambos sentían, habían decidido hacer del valle de trúfula una reserva, gastando lo poco que les quedaba en regresar ese bosque a su gloria anterior, pues nada era más hermoso que lo que quedaría después de que su tiempo en este plano terrenal se acabara.
...
El sol salía, el bosque que una vez estuvo en peligro se veía tan radiante como la primera vez que llegaron ahí. Dos almas en pena, que necesitaban amor, una más que otra.
- Al final, valió la pena.- Dijo tratando de que la voz no se le quebrara, deseando, con todo su corazón y lo que le quedaba de razón: que através de sus ojos: él pudiera ver lo que juntos habían logrado.
Greed sonreía a través de su bello facial, con su cara arrugada y ropajes verdes de algodón, junto a un Thneed que aunque parecía igual que otros, realmente era único en el mundo, el primero de todos, el que había cruzado sus caminos en primer lugar, el Thneed que aún después de tantos años había conservado el aroma de él.
- Bien, espero que eso sirva.- Dijo, dándose la vuelta para desaparecer entre la sombría habitación cuya luz era escasa debido a la madera que cubría la ventana.
El chico al frente suyo, con una mirada estupefacta, procesaba lo que se le había sido contado, tenía los ojos llorosos, sin creer que detrás de algo tan a simple vista "insignificante" como la reserva de árboles, yacía una historia como ningún otra.
Después de todo sí se podía hallar belleza en las cosas más pequeñas, como Audrey una vez le dijo.
Ted respiró profundamente, limpiando las lágrimas de sus ojos, esperando que su pequeña libreta no se dañara por estas.
- Pero, ¿qué hay de él? No puede ser el final, ¿verdad?- preguntó el de camiseta rayada, levantándose de la piedra en la que siempre solía sentarse para escuchar el resto de la historia.
Había venido a la reserva en busca de poder realizar una de esas inútiles tareas de investigación, pero nunca... nunca imaginó que terminaría llorando.
- La vida sigue.- Contestó Greed.
Porque Oncie había sido ese alguien que le había devuelto las ganas de vivir que había perdido, porque sentía que debía seguir sonriendo, respirando y viviendo por los dos...
Pero, era aquello realmente la verdad, ¿podía Greed acaso mentir tan descaradamente y pretender que no fue su culpa lo que les pasó a los dos?
El corazón de Once había dejado de palpitar de hacia ya bastante tiempo. Su aliento evaporado en el viento. Jamás se perdonaría la mirada con la que lo juzgó inclusive al final.
Ni siquiera comprendía las razones del por qué su vida no se había arrebatado, tan dependiente de la memoria de ese alguien tan maravilloso.
Porque su amor había sido tan profundo, que sentía que ahora vivía dentro y através de él. Como un fantasma que le rasgaba el corazón, que aún después de tantos años, le poseía.
Pues vivía, a través de él. Vivía para él.
Para evadir, la culpa.
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"Cambie el final, esperen un capítulo extra pronto."
- Yukio.
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Up To No Good - Oncest. [terminada]
FanfictionOnce, en un intento de ser alguien en la vida, se embarca en un viaje para encontrar el material perfecto para su invento, y tras el profundo fracaso de intentar venderlo al público como suyo, su Thneed llega a manos de otro joven visionario y avari...