Prioridades

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El aturdimiento le duró a Sirius tanto como alguien dura en decir perplejo. Sin embargo, Samantha lo esperó para devolverse bajo la lluvia hacia la casa que parecía esperarlos como un refugio cálido. Se había quedado observando la manera elegante que la chica tenía para caminar. Había algo en ella enigmático, que no podía sacarse de la cabeza.

— ¿Eres de las que juega con los chicos? — preguntó de pronto y ella soltó una risita. Sus ojos parecían iluminarse mientras le veía con una expresión indescifrable.

— Más bien, soy el juguete de los chicos, pero desde hace un tiempo me canse de ese papel y ahora interpreto otro. e
Espera, no se que hago hablando de esto contigo — le miró y él bufó.

— Pues esos chicos, son unos idiotas. Aunque, supongo que solo son eso, ¿no? Críos. No has salido con un tipo como yo.

—Ni saldré, a menos que sea para algo muy breve y ni siquiera tengo tiempo para eso - sentenció encogiéndose de hombros con arrogancia sin quitarle la mirada — Ni una palabra de lo que sucedió o te juro, que te haré sufrir. No me quieras como enemiga, usualmente suelo ser muy sigilosa para cobrar venganza.

La sonrisa del pelinegro permaneció durante todo el camino hasta que Samantha comenzó a subir las escaleras dejándole algo aturdido.

— ¡Eh! ¿A dónde vas? —  preguntó Sirius y ella se giró bruscamente.

— No es tu problema — dijo sin más. Sirius rodó sus ojos viendo el desinterés que aparentaba tener.

— Oh bueno, puedo secarte la ropa con magia — ofreció Sirius mientras ella solo le observaba como si nada.

— Nada de magia sobre mi, así que aleja tu tonta rama de mi vista — sentenció mientras subía con el rostro furioso. Sirius tenía aquella sensación de molestia que no había tenido antes, era casi como un pinchazo en el estómago.

— No le prestes mucha atención a mi hermana — declaró una voz tras él — Es curiosa y tarde o temprano te preguntará acerca de, ya sabes, el tema con la magia y todo eso.

Tristan le sonrió tranquilo y se acercó un poco mas a él. El pelirrojo era diferente a su hermana mayor y no había mucho de sus rasgos que pudieran parecerse, más que aquella expresión de sabelotodo.

— ¿Por qué parece que me detesta? Apenas y me conoce.

— Supongo que no siempre los similares se llevan bien, ¿sabes? — el pelinegro alzó su ceja y Tristan soltó una risita divertida — En los libros, tu eres todo un espíritu libre. No se te da muy bien seguir reglas o normas y eres todo un tipo que le gusta el riesgo. Sam no es muy distinta, solo que últimamente parece que algo le ha cambiado. Como si fuese una persona totalmente diferente.

Diferente, pensó Sirius. Aquella palabra no le describía completamente. Recordaba el beso de hacia unos minutos y suspiró rápido antes de mirar nuevamente a Tristan.

— Tu hermana es...

— ¿Hermosa? ¿Guapa? ¿Letal? — Tristan alzó ambas cejas — Nada que otros no sepan, pero de cualquier forma, nadie mas que nosotros y sus pocos amigos conocemos como realmente es. Aunque nunca deberías ganarte de enemigo a mi hermana.

— ¿Es aún mas peligrosa y amenazadora? — tentó divertido y el pelirrojo rió.

— Mi hermana es todo eso, pero su problema mas grande es ser enteramente un ángel. Solo que los ángeles a veces suelen tener sus propios demonios, o eso solía decir mi abuelo Cygnus — declaró con franqueza — No te tomes nada personal, Sam usualmente es encantadora, todos adoran estar alrededor de ella.

Parallel - Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora