Parallel - Sirius Black

Historias de brujas

Tristan los llevó a la cocina y Lily se maravilló al ver cuan amplia era y también que había una mesa larga con varias sillas, parecía antigua y la madera estaba finamente tallada. El hogar de aquella familia era realmente lujoso, incluso más que la casa de James en el valle de Godric. Tristan no parecía ser uno de esos niños mimados, de hecho le hacía gracia que parecía más bien un chico dulce y tímido, casi como Remus.

— ¿Quieren tomar algo? — ofreció Tristan girándose hacia ella.

— ¿Tienes cerveza? — preguntó Sirius ganándose una mala mirada de Lily.

— Es el secreto oculto de Sam, pero no creo que le moleste si le quito una de su escondite — dijo Tristan por lo bajo.

— Oh, bueno — Sirius alzó una ceja y sonrió arrogante hacia el pelirrojo — ya la hermosa furia nocturna de tu hermana comienza a caerme mejor.

Tristan miró a Sirius y entornó sus ojos azules hacia él de una forma molesta y apuntó acusadoramente su dedo hacia él.

— Lo mejor es que cuides como hablas de ella frente a mi, es mi hermana mayor, pero de cualquier forma no me importaría ponerte en tu lugar — siseó con algo de molestia el pelirrojo y James alzo sus cejas viendo como Sirius se callaba ante aquella amenaza —Lo siento, pero es mejor que te lo diga yo. Sam no dudaría en partirte la nariz, creo que ya lo viste.

— Si, lo vi. ¿Cuantos años tienen? No parecen mucho menores que nosotros — Sirius se sentó mientras Tristan le dejaba una lata de cerveza que había sacado de un compartimiento al fondo del refrigerado y se sentaba también.

— Catorce años. Sam tiene diecisiete, dentro de unos meses cumplirá la mayoría de edad — dijo mientras jugueteaba con sus dedos sobre la mesa.

— Oh ya, la mayoría de edad muggle — asintió Sirius abriendo la cerveza — Bien, entonces niño, dinos, sin magia, pero aún así lograron traernos. Es practicamente imposible que me digas que no tienes ni una pizca de sangre mágica. Puedo tener cara de estúpido, pero no lo soy.

James y Remus se miraron sonriendo, aquello era una de las tonterías a las que estaban habituados.

— ¿Dónde se encontraban ustedes? — preguntó Tristan viendo que llevaban las capas puestas — ¿Cazando Mortífagos?

— Las preguntas las hacemos nosotros primero — terció James con fuerza — pero sí, algo así. Que sepas sobre eso solo me deja mas confundido.

— Bueno, no se como Sam pueda resolver esto — rascó su mejilla — sobretodo siendo tan racional como es.

— ¿Eso que quiere decir? — inquirió Lily con el ceño fruncido.

— Sam es una chica de ciencias. Hechos — suspiró para luego rascar su mejilla —  Es por eso que ante un problema se le da fácil salir de ellos. Para ella la magia no existe, es solo cuentos de niños. Si puede creer en algo, no sería en magia.

— Pero ella ha visto lo que hemos hecho — señaló Remus pero Tristan se encogió de hombros.

— No me sorprendería que intente encontrarle sentido a todo lo que vió o una explicación mas razonable. Mi hermana es una especie de súper genio — sonrió el muchacho quien parecía orgulloso  — Para responder a una de sus preguntas, pues, debo decir que quizás lo que dicen de nuestra familia aquí en Salem, puede que resultara ser cierto después de todo. Que descendemos de brujas.

— ¿Como podrían no saberlo? ¿Nadie en su familia ha hecho magia? — saltó James y Tristan negó.

— No, jamás. Los Spellman somos una de las cinco familias mas antiguas, fundadoras del antiguo Salem, a estas tierras dice la historia que llegaron tres jóvenes en el Mayflower, un barco que provenía del primer mundo, Selene, Patrick y Theseus Spellman. Tres hermanos, que decidieron asentarse aquí. Nosotros descendemos de Patrick. Theseus murió antes de tener familia y Selene fue quemada en la hoguera, porque pensaban que era una bruja. De ahí corre la leyenda de que Selene Spellman protegió la magia de la familia de alguna forma y prometió regresar nuevamente en espíritu, aunque todo eso es habladuría, de la cual nuestra familia por años se ha encargado de enterrar.