Lección de historia

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Aquella mujer al encender las luces del lugar, se fijó directamente en Sirius y sonrió como si le conociera, como un viejo amigo al que hubiese estado esperando. No parecía tener mas de unos treinta años, su cabello rubio le llegaba hasta los hombros y sus ojos, tan azules y brillantes parecían emocionados. Se acercó con paso lento hacia ellos, como si temiera que fueran a escapar en cualquier instante.

— Usualmente me gusta ver las estrellas, pero es mucho mas emocionante cuando puedo tenerlas en tierra firme — dijo Olena con una suave y dulce voz - Sirius y Cassiopeia.

Sirius miró a Samantha y esta frunció el ceño, algo contrariada, casi molesta.

— Solo mis abuelos me llaman por ese nombre — se quejó y Olena soltó una sonrisita — Para el resto, soy Samantha, Olena.

— Lo se, lo se. Ese caracter tuyo, ¡sí que es todo un manjar! Por eso Cygnus te adoraba tanto y Arcturus, seguro se sentiría muy orgulloso de...

— Olena, no vengo a hablar de mi familia — le cortó con fuerza — Mi abuelo podría tener algún afecto hacia ti, pero yo no. Sus lealtades no son las mías.

Sirius soltó una sonrisita y se cruzó de brazos. Samantha era mas que una caja de sorpresas y sobretodo, tenían mucho mas en común de lo que parecía. Su familia también llevaba nombre de estrellas, incluso la mismísima Samantha. Cassiopeia pensó y alzó una ceja al menos le queda el nombre.

— Se que no, vienes a reclamarme haberle vendido a Tristan y Roselyn aquel librillo. Aunque, creo que les he robado. Ese libro siempre ha pertenecido a la familia Spellman.

Samantha se adelantó unos pasos y Sirius fue tras ella.

— ¿Que dices? —la pelinegra exhaló — Joder, no me vengas con tus cosas de...magia, hechicería, vodoo o lo que sea que vayas a salir.

— Sirius ha reconocido mis objetos — apuntó hacia el muchacho — ¿Piensas que soy una farsante?

De pronto a Sirius algo le hizo clic. ¿Cómo podría aquella mujer saber cómo se llamaba?

— ¿Cómo sabes mi nombre? — preguntó Sirius hacia la mujer y esta sonrió.

— Seguro me escuchó llamarte así — terció Samantha pero el ojigris le miró y negó.

— No mencionaste mi nombre mientras hemos estado aquí — le dijo con voz baja — Usted debe ser bruja, ¿no es cierto?

— En realidad, desearía serlo completamente — respondió con un tono triste — Mi madre por supuesto, tiene mucha mas magia que yo. Pero, me temo que con el tiempo, ya no quedará mucho de nosotros aquí.

Samantha rodó sus ojos y estuvo a punto de abrir la boca cuando Olena, con un movimiento de su mano hizo levitar un pequeño cuadernillo hasta ella.

— Estoy segurísima que todo esto es producto de una alucinación por estrés, si. Eso debe ser — musitó retrocediendo pero Sirius le tomó del brazo con delicadeza.

—No es una alucinación, Cassie — intentó bromear el ojigris pero causó un salto en ella que casi le espanta también.

— Samantha, no estas loca, ni es estrés y por supuesto que no es una alucinación — instó Olena acercándose poco a poco, con cautela.

— ¡¿Qué?! ¿Me dirá que soy una...una...? — ni siquiera podía decirlo y Sirius supo que deseaba cualquier cosa menos eso.

— ¿Tan malo sería para ti ser una bruja?

—¡Una catástrofe! — soltó Samantha casi en un grito hacia Sirius, luego se giró hacia Olena con ojos como platos y le apuntó — Tu sabes muy bien lo que todos dicen de mi. De lo que me acusan sin ser cierto. He luchado toda mi vida, tratando de quitar de medio pueblo la idea de que los Spellman tenemos alguna cosa que ver con la magia. Algunos de ellos incluso me tienen miedo.

Parallel - Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora