十八. Contrato.

17 4 4
                                    

Rocksestate. 3:30 PM.

Los días de Alex seguían concurriendo con normalidad, los sueños iban y venían, las clases pasaban con normalidad y los pequeños recados le daban algo de dinero a Alex. Es estos momentos había acabado uno de esos, llevando unas hierbas medicinales a la iglesia de Rocksestate, donde Reji ejercía su verdadero cargo como líder del estado.

Muy pocas veces se puso a pensar en lo importante que él era, el mismísimo sacerdote de Rocksestate y primer poblador en Strindland estaba con el casi todos los días enseñándole lo que el Elegido debería conocer. Aun así, a través de toda la costumbre, se ha ido olvidando de ese prestigio; y no solo el de Reji, si no, el de sí mismo también.

Ahora, con el dinero recaudado, iba a una sastrería cerca de su apartamento, a la que ya había ido varias veces anteriormente. "La mazmorra de los hilos" era el nombre de aquel local donde trabajaba su ya buena amiga Katalina, una bruja con magia muy peculiar donde combina elementos de tierra y espirituales para manejar hilos e incluso cualquier tipo de prendas, sea de cuero, acero, etc. A pesar de su buen uso de todo esto, realmente solo se le conocía por esa zona y uno que otro guardia de Rocksestate la visitaba; a ella no le molestaba, al final de cuenta le gustaba ese misterio y misticismo que su tienda tenía.

—Bienvenido—sonó una voz algo ronca, suave y baja. Mirando al frente, Alex vio a Katalina, la bruja de los hilos como a veces le llamaban. Tenía el cabello largo hasta la mitad de la espalda y estaba bastante enredado por el nulo uso de un peine, este era tan oscuro como el azabache y le tapaba una parte de sus ojos, que eran de un color negro completo, pero con líneas blancas marcándolos y dándole esa característica que solo los brujos poseían. Un sombrero se posaba sobre su cabeza, teniendo una variación clara de los típicos sombreros de bruja, ya que este tenía dos puntas en un solo pico más grueso, dándole un aspecto de una flama, este estaba adornado de varias líneas, siendo rectas las que dominaban el diseño y algunas curvadas alrededor del sombrero—. Vaya, eres tú.

—Buenas—respondió con un saludo y se acercó al mostrador donde ella estaba sentada. Gracias a esto pudo ver mejor el resto de ella; la tienda siendo tan oscura la ocultaba un poco ya que su túnica negra que cubría su cuerpo la camuflaba y su suéter hasta el cuello también de un color gris oscuro no ayudaba. También pudo ver mejor las grandes ojeras que tenía debajo de sus ojos, dándole una expresión cansada, pero esto se esfumó cuando ella sonrío, dándole un aspecto más alocado—. El entrenamiento de hoy fue muy duro, mi chaqueta y mi armadura de cota de malla quedaron algo rotas así que vine a ti.

—Perfecto, déjame ver las prendas—respondió Katalina, el espadachín le entrego una bolsa donde se encontraba las prendas. La chaqueta se quedó sin una manga y estaba llena de cortes por muchas partes, mientras que la cota de malla estaba casi completamente desarmada; la armadura que complementaba el traje de aquel chico estaba casi inusable debido a que varios de los anillos ahora estaban muy desgastados y otros sumamente rotos—. Bien, Alex. La chaqueta puedo arreglarla, aparte que ya está hechizada con mi magia para darte protección, pero con la cota de malla no puedo hacer nada, está completamente rota. Te recomiendo que compres otra con mejor calidad, esta es la que te dan apenas inicias.

—Reji me dijo que no hacía falta gastar en eso por ahora, que ahorrara para cuando saliera de Rocksestate y empiece mi viaje.

—Mira, tengo unas armaduras por aquí que te pueden servir, tienen mejor calidad y no están tan caras. Sé que obedeces a Reji por quien es, pero no puedes continuar con este par de anillos rotos, un mal golpe podría costarte la vida, ya que a pesar de que tengas una chaqueta con magia, no es tan resistente como una buena armadura.

—Bueno... seguiré tu consejo, de todas maneras tengo un dinero ahorrado.

—Perfecto, entonces dame esas monedas y te lo tendré listo en un santiamén.

Alex pagó y la bruja empezó con su trabajo. Se levantó de su silla, que la hacía parecer más alta de lo que realmente es, y entró a una habitación detrás del mostrador. Alex exploraba la tienda, revisando diversos ropajes y armaduras, mientras que de la otra habitación salían luces de varios colores y se oían ligeros sonidos en el aire, como si algo fino y delgado lo cortara.

—Ya está listo—dijo Katalina al salir de su zona de trabajo, tenía la chaqueta puesta en un gancho que llevaba en la mano—. La reforcé un poco más. No deberías tener que volver por ella en un tiempo.

— ¡Muchas gracias Kata!—Respondió Alexander, poniéndose la chaqueta y dando pequeñas vueltas—. Tal y como estaba, en serio eres la mejor costurera.

—Sí, sí, siempre dices lo mismo.

—Es que es cierto.

—Sí, ya vete—cortó la conversación la bruja, invocando unos hilos que a pesar de su apariencia delgada, fueron suficiente para empujar al espadachín.

—Ahora que lo pienso, tengo una duda—retomó la conversación, haciendo que frenaran los hilos—. ¿Todos tus hechizos se basan en el control de los hilos y esas cosas para la costurera?

—La gran mayoría. De los veinticinco, diecisiete son únicamente para este tipo de cosas, pero son más útiles en combates de lo que piensas—respondió ella. Alexander hace poco aprendió sobre la cantidad de hechizos que puede tener cada clase, una distinción que tiene cada clase de otra. Los caballeros tienen apenas un solo hechizo para aprender; los vaqueros y ninjas pueden aprender diez hechizos; los elfos y espadachines quince; humanos veintiuno y por último, los hechiceros podían aprender veinticinco.

— ¡Brutal! Algún día tienes que mostrarme tus hechizos.

—Algún día.

Después de eso, Alexander salió de la sastrería dispuesto a volver a su hogar para descansar y repasar todo lo que ha aprendido, ya eran las cuatro de la tarde así que también quería descansar un poco o hacer nada. Tenía ya sus planes en la cabeza, pero una figura frente a la entrada del edificio lo detuvo de su recorrido.

—Discúlpame, ¿eres Alexander Fotía?—Lo detuvo el hombre. Era alto con tez negra, cabello afro de color marrón claro y unos ojos pequeños y fríos de color gris. Vestía una armadura ligera de hierro, con un bolso en su espalda.

— ¿Quién pregunta?—Respondió con inseguridad, uniendo sus dedos en caso que sea necesario defenderse. A pesar de estar en plena calle pública a las cuatro de la tarde, no sabría que podía suceder.

—No te preocupes, vengo de parte de la cámara para la seguridad del reino de Kogyoterra que queda a pocas horas de aquí—dijo el mensajero, ahora dándose la vuelta y sacando de su bolso una carta. Alex la tomó y vio el sello, era efectivamente una marca que representaba a aquel reino del que ya había estudiado en clases; un castillo en medio con dos picos y abajo el nombre del reino—. Mi nombre es William, este es un contrato hacia usted, Alexander, lo necesitamos para que nos ayude a combatir con el mal que azota a nuestro reino.

Continuara...

Magicae Furca: Un nuevo mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora