廿二. La esperanza del reino.

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Kogyoterra. 7:10 AM

Dentro del carruaje los aventureros no podían ocultar su fascinación por el hermoso reino a luz de la mañana. Las carretas pasaban tranquilamente por el camino pavimentado del reino y las bicicletas conducían en su propio camino. A cada lado, calles llenas de vida con negocios abiertos de par en par, ofreciendo productos frescos y detallados para todos los clientes que se acercaban; desde carnicerías, pasando por costureras y finalizando en jugueterías, en esta vía principal había de todo.

La carreta se detuvo, cuatro calles se encontraban y un guardia cumplía la función de semáforo, cuando le tocó  a la calle de ellos, el carruaje dio una vuelta a la izquierda y cambió las vistas de los pasajeros de aquel carruaje. A la derecha, una fuente con una zona abierta y algunos bancos alrededor, un pequeño parque más atrás de esta pequeña plaza le daba más vida a la zona, donde apenas algunos niños jugaban.

— ¿Los niños no van a clases?—Preguntó Sasha, una pregunta que pensó se quedaría en el aire, pero William la escuchó.

—Las clases empiezan a las ocho y terminan a las tres, ese horario no fue cambiado—respondió este.

Alex quedó algo confundido con esa respuesta ¿cómo que ese horario no fue cambiado? Las teorías pasaron por su cabeza, pero decidió aclararlas más tarde cuando llegaran al castillo. Castillo del cual todavía no han visto completamente, pero al menos dos torres doradas vieron a la lejanía, la perspectiva no ayudaba mucho a la visualización, aunque no sería por mucho. Ya subiendo por una pequeña cuesta arriba, dieron una vuelta en U, pero pararon a la mitad. William les ordenó que se bajen y ellos obedecieron, este sacó el equipaje de cada uno para que cada uno lo agarrara, un trabajador uniformado como un botones de un hotel se llevó la carreta, esta acción abrió el campo de visión de los cuatro viajeros que miraron asombrados aquella vista.

La entrada parecía como la de un gran y lujoso hotel que el espadachín veía en películas o series. Una alfombra roja y una carpa de la misma longitud pero un poco más ancho que esta la tapaba desde arriba, la gran puerta de entrada se encontraba custodiada por dos botones aparentemente inofensivos, pero que por palabras de William eran ninjas, al igual que la gran mayoría del personal de botones eran brujos o ninjas; los caballeros no abundaban a las afueras del castillo, pero se podía ver como uno que otro pasaba cerca de la entrada o patrullaba los alrededores. La puerta de cristal mostraba que adentro había un salón grande e iluminado, pero no se podía ver más ya que una muralla de unos diez metros se alzaba delante de ellos, ocultando el resto de espacios. A cada esquina había una torre de gran tamaño.

Entrar no fue difícil, los botones abrieron la puerta para que el grupo pasara. Como se veía, si era un gran salón lujoso, había una recepción y taquilla al lado izquierdo, una fuente pequeña en el medio del salón con algunos bancos alrededor, unas escaleras al lado derecho daban una subida al resto de pisos, pero ellos fueron directamente detrás de la fuente a una puerta como las otras, pero con un botones cuidándola.

—William—dijo este, sacando una billetera dentro de un pequeño compartimiento de su armadura, mostró una tarjeta y el botones les abrió la puerta, esta daba a un pequeño pasillo de piedra—. Como pueden ver el principio del castillo es un hotel, uno de los puntos turísticos más famosos e importantes de todo Strindland, la gente ama quedarse en las torres del castillo. Aunque esas mismas torres no tienen ningún tipo de comunicación con el castillo, solo pueden moverse a través de la muralla hacia las otras torres o este mismo lobby, donde esta puerta es la única que da conexión con el castillo.

William dejó de hablas apenas pisaron la primera parte oficial del castillo, cambiando completamente del pasillo algo oscuro a un amplio jardín, lleno de hermosas flores, el pasto más verde que Alex jamás haya visto, un pequeño lago, varios árboles con pájaros y diversos insectos rondando cerca de ellos y varias bancas para sentarse. Este jardín estaba encerrado en un cuadrado de una acera de piedra. Todos siguieron el camino por la acera hasta llegar a unas grandes escaleras con una alfombre roja de terciopelo que daba a la gran entrada del castillo, que medía aproximadamente cuatro metros de alto, a cada lado de esta habían dos guardias sumamente grandes y con armaduras muy pesadas, uno tenía un mandoble mientras que otro tenía una bola con picos. Ambos inspeccionaron a cada uno del grupo y a su equipaje, luego le indicaron a que salón se tenían que dirigir.

Al entrar, por tercera vez quedaron asombrados con la vista al frente. Un salón predominantemente rojo y cálido, debido a sus alfombras rojas y candelabros con velas las cuales dan un tono anaranjado a la piedra grisácea con la que está construida. En el centro el pasillo seguía bloqueado por una gran puerta, pero según  William llevaba hacia el salón del trono. A los lados de la puerta, dos escaleras grandes subían por encima de esta misma, a un segundo piso lleno de salones tanto de reuniones como de hospedaje. Estos procedieron a subir por las escaleras y vieron como una gran cantidad de personas caminaban de un lado a otro, algunos más tranquilos mientras que otros más apresurados, pero en general se notaba un ambiente tenso en el lugar.

—Los guiaré a sus habitaciones, descansen un poco y luego desayunaran. Aprovechen este tiempo, no tendrán muchos momentos así hasta que acabemos esta misión—Comentó William a Alex y compañía, estos asintieron y caminaron en silencio a través de todos los salones hasta llegar a sus habitaciones correspondientes. Eran dos grandes cuartos los cuales compartirían dividiéndose en los dos hombres y las dos mujeres—. No tarden mucho, vendré en una hora.

Alex entró junto a Saddam al amplio cuarto, con un balcón cerrado por una puerta de vidrio, dos camas individuales cada una con una mesita de noche a su lado y dos armarios, en medio de estos había un espejo. Ambos empezaron a acomodar sus pertenencias y posteriormente se acostaron a descansar. Pasó un poco más de media hora y el primero en levantarse fue el espadachín, que sin importarle su apariencia desordenada salió al balcón a tomar aire fresco.

—Te veo pensativo—dijo una voz detrás de él, después de cinco minutos Saddam se levantó y se incorporó a la baranda del balcón junto a su compañero.

—He estado pensando en mí mismo—Respondió Alex sin verle—. Desde que entré a este mundo, las personas con las que me he relacionado han puesto grandes expectativas en mí, pero realmente no me veo capaz de cumplirlas. No puedo usar mi brazo izquierdo y apenas estoy aprendiendo como defenderme, pero apenas cumpla nueve meses aquí tendré que defenderlos a todos ¿Cómo se supone que logre eso? ¿En realidad soy capaz de proteger a alguien más? Cada noche tengo diversas pesadillas las cuales me carcomen y me hacen preguntarme estas cosas. Intento mantenerme positivo y dar mi mayor esfuerzo para que no me vean así, pero en estos momentos solo puedo pensar en mí y en lo solo que me siento

Saddam se quedó callado por un momento, para después poner su mano en el hombro de su compañero y mirar hacia el mismo horizonte que él.

—Te comprendo, en mi tribu también esperan cosas las cuales no creo ser capaz de lograr, últimamente he tenido que salir más de Gronne por esto mismo, mi vida de antes no volverá, no será igual, pero me he forzado a creer que no es así y vivir atado al pasado—Alex  notó como la mano que tenía puesta en su hombro se apretaba—. Supongo que tenemos algo en común, buscamos respuestas y cómo avanzar, puede que esta misión nos abra los ojos a ambos y encontremos tanto el camino como aquello que buscamos.

Posterior a esta pequeña charla, la puerta sonó. Era William avisándoles que la reunión iba a empezar, así que se terminaron de arreglar salieron, en busca de un camino esperanzador para ellos y para el reino.

Continuara...

Magicae Furca: Un nuevo mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora