十六. Realidad.

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3:32 PM. Tierra.

1 semana y dos días antes.

— ¡¿Que está pasando aquí?!-Llegó gritando la cajera de la entrada. Su mirada molesta cambio a una de shock intenso al ver lo que tenía frente a ella.

Esas fueron las últimas palabras que había dicho la cajera luego del brutal shock que le siguió. Alguien que entró por casualidad en la librería vio el desastre y despertó a la señora de su trance, entre las dos llamaron a las autoridades. No pasaron ni cinco minutos de espera cuando dos patrullas policiacas y dos ambulancias se hicieron presentes, los policías investigaron por encima la situación e impidieron el pasó de los trasuntes por esa zona del centro comercial hasta que llegara el verdadero equipo a cargo de la situación. Le hicieron unas cuantas preguntas a la cajera y llamaron al gerente del local.

Mientras tanto, en otra parte del centro comercial, una mujer con su hijo menor habían salido de la peluquería camino a la biblioteca para buscar a su hijo mayor, sin saber nada de lo que pasaba en aquel local.

—Esta vez fueron dos muchachos, dieciséis y dieciocho años, Alexander Fotía y Centella Mound respectivamente. El primero debe tener a su madre y hermano cercas, el segundo vino solo y no tenemos manera de contactar con su familia—Habló un hombre alto, de piel oscura al igual que sus lentes de sol y con un corte de pelo militar; le daba órdenes a los cuatro hombres que vestían igual de extraño que él. Una larga gabardina de color negro cerrada por arriba gracias a tres botones, tenían un chaleco antibalas bastante delgado por encima de una camisa, unos pantalones negros y largas botas grises. Eran un misterio para los que pasaban, pero eran sumamente importantes para los oficiales que se encontraban en la investigación.

—Señor, como siempre, el juego ya no está—dijo un hombre más bajo y vestido de igual manera que su jefe.

—Otra vez... ¡Rápido! ¡Usen las lupas!—Volvió a dar las ordenes aquel hombre con lentes de sol.

—Disculpe mi atrevimiento, detective—Se acercó uno de los policías municipales al hombre en gabardina—. ¿Por qué utilizan unas lupas en un caso como este? Creo que no hace falta.

—La verdad es que si, mire esto—le respondió el detective, pasándole su propia lupa. El oficial al ver esto quedó sorprendido, ya que en realidad parecía ser una mira térmica—. Son lupas especiales, llevamos más allá la tecnología y con miras térmicas podemos ver a los cuerpos y sus movimientos a través del calor que producen, cada cuerpo emite un calor de manera única por lo cual podemos identificar los movimientos de estos muchachos a través de estas lupas. Está tecnología fue desarrollada únicamente para esto, por lo cual solo la conoce la gente de nuestra empresa y algunos oficiales, no divulgues esta información, o se verá en serios problemas.

— ¡Si señor!—Dijo el oficial, entregándole la lupa al detective y volviendo a su puesto.

— ¡Señor! ¡Tenemos algo!—Se acercó otro de los subordinados. Se veía nervioso y emocionado.

— ¡Cuénteme todos los detalles ya!—El detective mayor se emocionó de sobremanera. No tenían algo nuevo desde hace cinco años, que fue cuando apenas habían empleado la tecnología de las lupas.

—Alexander Fotía tiene muestras de calor completamente inusuales, mire—le pasó la lupa para que el mayor la viera. Con sorpresa, el detective pudo ver como de su cuerpo su temperatura corporal era mayor a la que hubiera visto de cualquier persona en esta situación y aparte completamente anormal, el calor corporal que se veía era de un color celeste brillante y fuerte en ciertas partes del cuerpo tales como los ojos, corazón junto con algunos órganos, luego descendía a azul oscuro en las partes alrededor de esos sitios y luego terminaba en matices oscuras de rojo; colores completamente anormales. Otra cosa, es que su brazo izquierdo no emitía calor.

Mientras que Centella mostraba las típicas lecturas comunes de cualquier humano atrapado. Lecturas de calor corporal bajas pero persistentes, dando a entender que no está muerto.

—Voy a reportar esto enseguida, por ahora que vayan llevando a esos dos a la ambulancia, yo me contactaré con la base.

— ¡Si señor!—Respondieron los subordinados, poniendo manos a la obra.

Mientras tanto, el detective mayor salió de la librería para tener una mejor señal en su teléfono y poder llamar a sus superiores. Mientras buscaba el contacto, pudo escuchar como del otro lado empezaba un alboroto por donde se tapó el paso. Cerró su teléfono y caminó hacía aquel alboroto

— ¿Qué pasa aquí?

—Señor, una señora está intentando pasar desesperadamente—comentó un oficial, señalando el disturbio. Una señora que no llegaba a los cuarenta, rubia y baja de estatura. Tenía un pequeño niño que intentaba tranquilizarla; sin duda era ella.

—Déjemelo a mí—habló el detective, pasando por entre los oficiales y poniéndose frente a la señora—. Buenas tardes, perdone mi atrevimiento ¿Es usted María, Madre de Alexander Fotía?

— ¡Sí! ¡Por favor dígame que ha pasado!—Respondió la mujer, al borde de las lágrimas.

Mientras tanto, en dos camillas fueron trasladadas dos personas, una muy reconocida para aquella mujer, era su hijo. Sintió como la tensión se le bajaba y estuvo a punto de desmayarse.

— ¡Cuidado!—Con cuidado y rapidez, sujetó con fuerza a la mujer antes de que caiga—. Llévenla adentro junto con el pequeño, que beba un poco de agua y explíquenle la situación por encima cuando esté más calmada.

— ¡Si señor!—Respondieron dos oficiales, llevando a ambos familiares de aquella víctima.

—Espero que me deje hacer algunos ajustes al volver, jefe—habló para sí mismo, sacando su teléfono para hacer su llamada.

Continuara...

Magicae Furca: Un nuevo mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora