Capítulo 5

497 102 24
                                    


La clase había terminado y Jeno, Jaemin, Ten, Mark y Sungchan caminaban juntos por el pasillo en dirección a la secretaría.

Sungchan había perdido su celular y su mamá lo iba a decapitar o quizá quemar vivo, pero de que algo hacía, algo hacía.

Caminó algo desanimado por el lugar, observando sin prestar atención al piso ya sucio por los alumnos descuidados que no sabían de la existencia de los basureros o que simplemente la ignoraban. Recordó que tendría que sacar la basura, aunque probablemente lo tuviese que hacer por un mes completo, pues su madre utilizaba castigos que sean también un beneficio para sí mismos. Ambos adultos descansarían por un buen tiempo mientras Sungchan trabajaba haciendo las tareas domésticas por su nuevo teléfono o como castigo por perderlo y encontrarlo.

El castigo no se quitaba, solo aumentaba o disminuía según la gravedad del asunto.

Suspiró y terminó en una especie de gruñido, frunciendo sus cejas y mirando con rabia todo a su alrededor.

Su vista varió por los diferentes estudiantes, quienes comían sus aperitivos y otros los cuales simplemente alimentaban la mariposa social de su interior.

Una conocida cabellera castaña y algo despeinada.

Suavizó en pocos segundos la mirada y esbozó una leve sonrisa.

Paró en los ojos contrarios, los cuales casi al instante notaron su presencia.

Oh Dios santo.

Donghyuck le había sonreído.

No, probablemente le sonrió a alguno de los chicos de su grupo y solo se estaba imaginado cosas. Todo debido al café con vainilla, sí, era el café. Mucho café hacía mal.

Había ya pasado cerca de una semana después de lo ocurrido aquél viernes, donde ahora el menor asistía sin falta a la linda cafetería, pidiendo la misma bebida dulce que preparaba el moreno en la barra de madera del local, mientras que el hacía otras cosas o trataba de disimular su presencia allí.

No se hablaban más allá de desearse los buenos días o simplemente comentar sobre el clima, pero eso ya era demasiado para el pobre corazón del más alto.

De todas formas, era imposible que notara su presencia en la institución.

El menor sentía que era un don nadie y que realmente no destacaba en nada, no tenía qué ofrecerle al mayor más que una simple planta regada con amor y muchas piedritas coloridas decorando el macetero.

Estaba consciente de su no tan terrible apariencia, pero al lado del mayor, solo era un horrible cualquiera quién no se merecía ni si quiera su mirada. Pensaba que lo más probable era que cuando la escuela acabase, también lo haría su mal enamoramiento. Ambos chicos tendrían que separar sus caminos, puesto que para empezar, Sungchan planeaba vivir en las sombras del rechazo y la otra razón era que Donghyuck tenía un año más que el contrario, por lo que abandonaría antes la institución y Sungchan procedería a deprimirse hasta secarse como una hoja.

Volvió a mirar, pero esta vez con algo de tristeza y dolor en su pequeño y bondadoso corazón.

Donghyuck levantó su mano y lo saludó con una sonrisa aún mayor.

Sungchan abrió la boca y formó rápidamente una gran y brillante sonrisa, con sus ojos viéndose más pequeños de lo normal y tambaleándose en su propia posición, mientras que sus amigos seguían caminado, sin darse cuenta que el castaño se había quedado quieto y dando pequeños gritos a penas audibles a los oídos ajenos.

Quizá algún podría limitarse a ofrecerle una planta la cual criara con todo su amor y dedicación en ella. Tal como veía a Donghyuck.

El contrario, quién había saludado educadamente al menor, al cual solía ver más seguido en la cafetería, notó rápidamente el tono carmín en las mejillas contraria, las que se abultaban tiernamente al sonreir.

Lindo.

Aunque Renjun, quién estaba más lejos de los demás, pero más cerca de Sungchan, escuchó al chico hacer ruidos raros y desconocidos dignos de ser puestos en un museo de animales exóticos, simplemente hizo una mueca de disgusto y siguió hablando con los demás, ignorando lo anteriormente visto y escuchado.

Sungchan pensó que aquél pasillo era bastante lindo y que era lo más maravilloso de la escuela.

—¿No me digas que ahora también perdiste tu memoria y se te olvidó como se camina?—la voz de Jeno se hizo presente, por lo que el menor salió levemente de su transe.

—Apúrate, que tu celular no aparecerá solo, idiota—respondió con burla el tailandés.

—Ah, claro, sí, sí...—contestó aún con la sonrisa plasmada en su rostro.

El menor sentía sus pies flotar entre nubes algodonosas y esponjosas, porque por unos pocos segundos, habría tenido la atención del mayor únicamente dirigida a él. El sentimiento albergado en su corazón era similar al que se tiene al descubrir algo nuevo por primera vez, pues había hecho un gran logro en su vida.

Los demás preguntaron sobre qué le pasaba, pero rápidamente concluyeron que no tener su celular a mano realmente le había afectado.

Al contrario, porque incluso si su mamá lo castigó mandándolo a lavar los platos de cada comida durante una semana, su rostro lucía como el de un tonto enamorado, lo que no era tan bueno, ya que rompió varios platos y su mamá terminó por alejarlo de la cocina.

Era mejor mandarlo a barrer que a lavar, porque comprar platos y vasos cada vez que el chico tocaba uno de estos ya no le estaba saliendo muy a cuenta.

De todas formas, el menor había hecho un avance por primera vez en su vida.

Incluso comenzaba a imaginarse de adulto y reencontrarse con el mayor en una junta de alumnos, enamorarse y casarse en un parque de diversiones con muchos globos. A veces era demasiado fantasioso.

Sería bastante extraño el encontrarse y decir algo como "hey, soy el chico del café de vainilla y nos saludamos un día en la escuela, ¿me recuerdas? Por cierto, también te abrí la reja una vez".

No, definitivamente no.

Pero estaba feliz.

Hoy había sido notado por la persona que le gustaba, lo cual para él ya era suficiente.

Si por alguna extraña razón el mundo los decidía juntar, esto se daría de manera natural y lenta. A veces es mejor dejar que las cosas fluyan a forzarlas.

—Sungchan, ¿qué te dije de barrer?

El menor se sobresaltó y asintió frente a la mujer, sonriendo ampliamente y comenzando a barrer alegre, bailando y silbando de manera aleatoria cada cierto rato.

Su madre lo miró confundida, pero pronto sonrió al ver a su hijo de esa forma.

La mujer sabía que al menor no le agradaba mucho el lugar, pues el cambio de vivir en un lugar que casi que parecía campo a una ciudad era bastante grande, más aún por el hecho de que tuvo que dejar a uno de sus grandes amigos ahí, porque incluso si él seguía en contacto con el menor, no era lo mismo. Al menos su hijo se veía mucho más feliz éstos dias.

Sungchan esbozó una leve sonrisa y continuó limpiando eficazmente.

¿A Donghyuck le gustará la limpieza? La respuesta le daba igual, porque si no, entonces la podría hacer él por ambos.

—🖇️—

Hola, ah.

Hoy subo cap de nuevo, porque año nuevo y todo nuevo, en fin, eso, espero que la pasen bien y un besito, xao xao💗

GENTE, si tengo errores en la ortografía al escribir, POR FAVOR díganlo, así puedo corregir y evitar errores a futuro en otros cap 💓.

Dispatch, atrévete a decir algo y te rompo a piñas, hdp.

Café de vainilla | 2ChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora