Capítulo 3

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Sungchan había amanecido con menos ánimo de lo usual.

La noche anterior pasó horas leyendo artículos sobre plantas de interior y algunos de los famosos jardines eternos.

Estaba decido a hacer uno.

-Ánimo campeón, es hora de levantarnos-se dijo a sí mismo, casi como una especie de mala broma, imaginando que era algo que probablemente su abuelita diría.

Finalmente decidió levantarse de su amada cama, para así comenzar su día, repitiendo las mismas actividades que realizaba de manera monótona día a día. Tomar su típico café estaba entre ellas.

Se aseó y vistió para estar presentable a tiempo, porque aunque fuese viernes, siempre debiese tener la misma energía que un lunes o martes según sus padres, lo que era exactamente nulo. Hoy no se sentía cargado y tampoco pretendía hacerlo ¿Quién en su sano juicio lo estaría después de una agotadora semana llena de trabajos? Salió de su cuarto y se despidió de ambos adultos presentes en la sala de estar, los cuales también se preparaban para salir en dirección a sus trabajos, pero, claramente, ellos poseían unos ánimos increíbles, ya que aquél fin de semana sería su tan esperado "aniversario", por lo que Sungchan tendría casa sola.

Casa sola para estar todo el día durmiendo o viendo películas estadounidenses de mala calidad.

No es que fuese alguien solitario, pero vago sí que era, así que pensaba tomarse aquél fin de semana en casa como vacaciones en casa, valga la rebundancia, sin su madre y padre merodeando por allí.

No sonaba del todo mal.

Quizá si era necesario un poco se compañía, quizá, solo quizá, podría invitar a Jeno o directamente al grupo entero. De todas formas, solo era un quizá de muy baja probabilidad.

Su madre le habría comentado sobre la posibilidad de invitar a sus amigos o ir de compras, porque se iba a ablandar y solo por ser su aniversario le dejaría una decente cantidad de dinero para sobrevivir.

Probablemente lo gastaría en plantas, comida y alguno que otro libro con un título algo peculiar que sea del gusto del extraño castaño. Su vida no era muy interesante, pero a veces llegaba a la conclusión que eso era bueno, pues las películas que había visto no le indicaban cosas buenas sobre la gente popular.

Comenzó su camino en dirección a la escuela, no sin antes escuchar unos característicos gritos de la madre de Jeno, pidiéndole que por favor limpie su cuarto, porque apesta, recordando que ambos eran vecinos. Simplemente rió y siguió sus pasos.

No iba a con el mayor a la escuela por la simple razón de que él se despertaba mucho más temprano que Jeno, mientras que el otro aprovechaba hasta el último para dormir. Claro, si el pobre se quedaba hasta las tres o cuatro de la mañana jugando en la consola, la cual su madre amenazaba con botar.

Cuando llegó a su amada cafetería, quitó el auricular puesto en su oreja, dándose cuenta de lo horriblemente lleno que estaba la cafetería. Parecía uns auto de payasos, imposible entrar y salir de ahí.

Suspiró y pensó: "hoy no hay café".

¿Cómo iba a ser posible que de la nada apareciese una cafetería del cielo la cual nunca hubiese visto desde que se mudó a Seul? Imposible.

Pues mal ahí.

Al dirigirse a su escuela a través del camino largo, porque si ya no tomaba café, mínimo dar un lindo paseo antes de su sentencia de muerte.

De un momento a otro tropezó con una piedra, observando que, claramente sí había un café, el cual estaba mucho más vacío y tenía un aspecto más cálido y antiguo. Dentro del local se podían observar varias personas trabando con sus computadoras mientras bebían un café a la velocidad de la luz, mientras que otros solo miraban la bebida como si lo fuera todo y a la vez nada.

Café de vainilla | 2ChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora