Adrián frenó el auto en frente del colegio, desde hoy no iba a recogerme a la salida porque ya había regresado al trabajo.
—En una semana tendremos una cena con Medina y su familia para avisarles lo de el embarazo. —Me dijo él.
—Está bien, supongo. Adiós. —Salí del auto y me encaminé al colegio.
Estaba algo nerviosa porque luego del fin de semana había decidido que iba a hablar con Mateo.
Así era, me iba a tragar mi orgullo aunque me costara y trataría de que las cosas no se pierdan.
Más allá de que me gustara, no quería perderlo, quería que siguiéramos siendo amigos.
Y es que todo el fin de semana estuve muy deprimida. Vamos a ser sinceros, Mateo y yo no éramos mejores amigos, y empezamos a llevarnos bien recién hace un poco más de un mes, no era la persona más indispensable en mi vida, y aun así me dolía perderlo como si es que lo fuera.
Porque Mateo era la primer persona que había sido tan amable conmigo luego de tanto tiempo, porque Mateo quiso ser mi amigo, porque él era él y me encantaba su autenticidad.
Yo quería ser como él.
Entré al aula y deposité mi mochila en mi puesto, hoy no tenía ánimos de pelear, así que rogué que ninguno me molestara, así no me estresaba.
No miré a Mateo toda la clase, no quería llorar más, y lamentablemente así de sensible estaba. Me sentía como una nena a la que la habían castigado sin su muñeca favorita.
No me malentienden, no comparaba a Mateo con un juguete. Lo que quería decir, es que así como las muñecas son relevantes para una niña, así lo era Mateo para mí.
En cuanto el timbre sonó, yo me apresuré a acercarme a éste.
—Hola. —Saludé con el corazón en la boca.
Ignacio miró de reojo a Mateo antes de salir del aula. Las personas se fueron yendo una a una y agradecí internamente la privacidad.
—¿Qué pasa? —Preguntó Mateo.
—¿Podemos hablar? —Le dije. —No terminamos de hablar el otro día.
—No hay mucho que decir sinceramente, pero está bien, te oigo. —Dijo él alzando los hombros.
Mi corazón se movió con intensidad en el pecho al verlo ahí dispuesto a escucharme, sentía que las palabras no iban a salir de mi boca.
Agarré otra silla y me senté frente a él.
—Mateo, voy a contarte algo que jamás le conté a nadie, así que espero que no lo digás. Aclaro además que no me estoy tratando de excusar con lo que voy a decir, solo voy a explicarte mi situación. —Le dije. —Ya sé que estuvo mal lo que hice. —Sentí mis ojos picar un poco. —Me lo reproché demasiado pero ya lo había hecho.
Mateo suspiró y negó con la cabeza.
—Mirá, Olivia, a mí no me debés explicaciones acerca de eso. Si lo que querías era explicarme el por qué de tus actos, ahorrate tus palabras porque poco me interesan. —Dijo serio y juro que mi pecho dolió.
Mordí mi mejilla interna tratando de no llorar.
—Voy a ser directo. Los días que pasamos juntos los disfruté, tanto que se me olvidó la persona que sos. Sos vos, Olivia. Sinceramente no se que estaba esperando de vos. Te conozco, sos una piba re arrogante, lo único que necesitas es atención. Había olvidado todo eso, y haberme enterado de lo que hiciste me lo recordó. Sos tan egocéntrica como para querer ese trabajo a toda costa, sin importar que el costo de eso haya sido tu cuerpo y tu dignidad.
Las lágrimas bajaron por mis mejillas, sentía mi labio inferior temblar. Quería gritarle que no era cierto y defenderme para ganar, pero volví a tragarme mi orgullo.
—E-estaba muy pequeña y gorda.. —Comencé a hablar, tratando de ignorar todo lo que había dicho.
Las lágrimas seguían bajando una y otra vez, dejando mis mejillas completamente mojadas. Mi respiración se había vuelto irregular al tratar de ahogar mi llanto, lo cuál me dificultaba hablar.
—Era muy gordita y soñaba con ser una modelo desde niña. Lo expresé en el colegio y comenzaron a hacerme bullying. Hacían tantos comentarios y yo comencé a sentirme realmente fea. —Cerré mis ojos y sentí miles de recuerdos invadirme.
La verdad es que si entraba en detalles lloraría más de lo que lo estaba haciendo, esos recuerdos que me acosan en los que me sacaban mi silla del aula y decían que no había puesto para mí, en donde me tiraban la comida porque era una cerda que no paraba de comer, en donde se reían todos de mí.
Abrí los ojos.
—Adelgacé y me prometí cumplir mis sueños, me prometí ser modelo, me prometí ser la más hermosa y no dejar que nadie volviera a tratarme mal. Y así me convertí en lo que soy hoy. Cometo muchos errores, pero nadie entiende todo lo que he sufrido. —Dije y mordí mi labio inferior tratando de que éste dejara de temblar.
Mateo miró sus manos antes de levantarse de su asiento.
—Detesto que hayás pasado por todo eso, nadie se merece eso. —Dijo agarrando su mochila. —Como vos dijiste, es tu explicación, no es una excusa. No sé si acaso si te sentís orgullosa de que lograste lo que querías.
—No me entendés.. —Dije en un sollozo.
—¡La verdad es que no! No puedo, no soy capaz de entenderte. Era más linda aquella niña gordita. Felicitaciones por tener este hermoso físico Olivia, pero ahora sos una muy fea persona. —Dijo negando con la cabeza.
Abrí mi boca para hablar pero solo se oían jadeos por las palabras ahogadas y torturadas en mi garganta, comenzando a hacerse un simple nudo.
—Solo dejemos así, vos sos Olivia, la piba insoportable y yo solo soy a quien odias. —Dijo él. —No encajamos..
Tras decir eso se dio vuelta y comenzó a dirigirse a la puerta.
—¡Tenés razón! —Grité entre lágrimas mirando como su espalda se alejaba. —¡Solo sos el pibe que odio, y estoy TAN orgullosa de lo que soy.. porque soy hermosa! ¡Oh, dios, me amo tanto! —Tomaba hondas respiraciones cada vez que hablaba ya que estaba llorando mucho. —¡Nadie te necesita, Mateo. ¡PÚ-DRE-TE!
Finalmente no vi más a Mateo y dejé caer mi cabeza en la mesa para seguir llorando libremente, sintiendo mi pecho encogerse al igual que mis pulmones por el poco oxígeno que recibían. Estaba más que destrozada.
—Oh, dios. —Sollocé. —Me odio tanto
Foerte y largo cap. 1000 palabras le mandé.❤️
Matamos a Mateo?😊🤩 Ahre.