Ausencias mortales.

113 12 0
                                    

- ¿Qué haces tú aquí? -escucho la voz de María, la madre de Danna, detrás de mí.

Me giro lentamente. Su cara muestra un gran enfado.

- Sal inmediatamente de esta habitación. ¡Ahora mismo! -me grita. 

- No, no voy a salir. -contesto firmemente.

- No tienes ningún derecho de estar aquí. 

- María, entiendo que estés dolida pero no me puedes echar de la habitación. -vuelvo a notar otro espasmo de Danna, esta vez más intenso.

Nunca te dejaré sola.-pienso. 

- Por favor, vete de aquí, An... -dice en a penas un hilo de voz. Toda la fuerza con la que ha entrado se ha esfumado de un plumazo. 

- María, déjame quedarme, Danna me está apretando la mano, no quiere que me vaya. Yo no tengo la culpa de lo que pasó. -aunque esto último no me lo creo.

- Vete... por favor.

- No me voy a ir, María. -digo con firmeza. María se sienta en el sofá, apoya los brazos en las piernas y deja caer su cabeza en estos. 

- No puedo más, An. Ya sé que tú no tienes la culpa, las dos estábamos ilusionadas por el viaje. Ella tenía tantas ganas... Tú la hacías tan feliz, la cambiaste la vida... -solloza- pero ahora está ahí, en una camilla entubada y dependiendo de un montón de máquinas.

Levanta la cabeza y me mira. Tiene la cara llena de lágrimas.

- Duele An, duele mucho ver a una hija así y no poder hacer nada por ayudarla. -se rompe a llorar.

El alma se me parte en dos y me siento todavía más culpable. Me acomodo en el sofá sin soltar la mano de Danna.

- Para mí no está siendo fácil... Me he quedado sola, ya no me queda nadie. -bajo la cabeza y suspiro.

- Anne, tienes a tu padre. -el corazón se me encoge y siento una puñalada en el estómago.

- Mi padre murió a los pocos días del accidente y me tuve que ir a vivir a Londres con una tía mía que no conocía de nada. Por eso no vine antes a verla. -miro a Danna- Todo ocurrió muy rápido. 

- Lo siento mucho, An. -me dice bajando la cabeza. 

- No pasa nada... -se levanta y se acerca a darme un abrazo. Un abrazo que necesitaba hace mucho tiempo...

- ¿Y por qué has venido ahora? -se queda pensando.

- Mi tía se ha ido este fin de semana, me ha dejado sola y he decidido venir. 

- ¿Lo has hecho de locura, no? 

- Sinceramente... Sí. -agacho la cabeza.

- ¿Y dónde pensabas dormir? 

- Buscaría una pensión cerca de aquí o ya me buscaría la vida. 

- Oh, no, no, no. Tú te vienes a mi casa, conmigo y con Luis. No pienso permitir que te gastes más dinero. 

- Está bien... -suspiro. 

- No te suelta la mano, ¿eh? -me dice mirando nuestras manos entrelazadas. 

- No, lleva así desde que llegué. 

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo, un nudo se posiciona en mi garganta y me quedo inmóvil mirándola. Qué bonita es.-pienso. Su tez blanca y su cabello castaño descansa levemente en la almohada.

- No te vayas, por favor. -susurro en a penas un suspiro. 

No me imagino continuar sin ella, he perdido demasiadas personas en mi vida como para ahora perder la única que me queda. Así que, como que yo me llamo Anne, Danna se va a recuperar.

¡Te necesito, joder! 

Hemos pasado muchas cosas durante un año y cuando estuve a punto de sentirla entre mis brazos me la arrebataron, ¿con qué derechos separan a dos personas que se aman? Pero nada ni nadie nos va a separar, nuestro amor es mucho más fuerte que todo esto. Y aunque no me queden fuerzas para continuar por ella sacaré fuerzas de flaqueza; merece la pena.

Pero a veces, la vida nos pone personas en nuestro camino para después arrebatárnosla. ¿Pero en esta historia pasará lo mismo? ¿El destino será tan jodido como para arrebatarle a Anne la única persona que le queda? ¿El destino le dejará caer tan hondo, le hará tocar fondo y no poder bajar más o por lo contrario se lo pondrá un poco más difícil pero al final saldrá bien? 

Quien sabe, el destino es tan maldito...

Maldito destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora