Maldito destino.

¿Esperanza?

La desesperación, la presión, la duda y los pensamientos se juntan en un ataque de ansiedad y estalla de golpe. 

Una fría habitación blanca, un sofá, dos sillones, dos camillas pero una de ellas está ocupada. Una mujer al lado de la camilla, un pañuelo en la mano y los ojos hinchados; su melena dorada y larga está recogida en un moño despeinado. Una enfermera entra en la habitación, le sonríe levemente a la mujer rubia, esta hace el intento de sonreír pero se queda en el intento.

- El médico vendrá en unos minutos, no se preocupe que se recuperará. -le sonríe amablemente y se marcha.

La esperanza es algo que siempre permanece en nuestro interior y es lo único que nos da una pequeña ilusión de que algo puede salir bien cuando todo está acabado.

- Buenos días, señora. -asiente la mujer. Mira los papeles y las pruebas que lleva en la mano, respira profundo y sonríe. 

- Enhorabuena, el cerebro no ha sufrido daños y si todo va bien, en un par de meses despertará. -La mujer respira "aliviada" y se deja caer en el sofá.

Anne descansa, o eso parece, sobre su cama. Hace tres meses que su padre murió: un coche lo atropelló en un paso de peatones en la madrugada del mes de abril. La vida no le sonríe desde hace meses, con su novia en el hospital de Barcelona, ha tenido que viajar hasta un pequeño pueblo de Inglaterra con su tía, Merche, desgraciadamente la única familia que le queda.

"Es realmente doloroso sentir a millones de kilómetros a la persona que amas y saber que por tu culpa puede morirse, mejor dicho, se va a morir y que no puedes hacer absolutamente nada porque te tienen encerrada en una casa desconocida con una mujer desconocida.

Perdí la esperanza cuando mi padre murió, ya no creo en nada, ya no tengo nada que perder, nada que merezca la pena."