Cita perfecta.

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- Buenos días. -digo entrando por la puerta de la habitación de Danna.
- ¡Buenos días, cariño! -dice María dándome un gran abrazo.- ¿Cómo estás?
- Bien, ¿y tú?
- Bien, aunque tú no tienes buena cara... Bueno, el doctor vino, como te dije, han estado con ella mucho tiempo y ha mejorado mucho. Es cuestión de tiempo que despierte, lo malo es que si está mucho más en coma puede quedarle secuelas...
- Espero que se despierte cuanto antes... -digo mirando a Danna.
- Oye, cielo, ¿quién era la chica de antes? -me pregunta Luis. Apartándome de María.
- Es una chica que conocí en la cafetería.
- Os vi discutir antes de subir al ascensor... Y me preocupé.
- Oh, no, o sea, sí, pero ya lo arreglaremos esta tarde. -digo nerviosa.

- Espero que lo solucionéis. Yo me voy a trabajar, nos vemos luego, chicas. -nos da un beso a cada una y se marcha.
Miro el móvil esperando un mensaje de Jessica, sí, de Jessica. Hablo un rato con Laura, está deseando verme y yo a ella. Le cuento como van las cosas e intenta aconsejarme aunque llegamos a una conclusión: Jessica es diferente y peligrosa, muy peligrosa.
No me doy cuenta de la hora cuando son ya las siete.
- María, bajo un momento, ¿vale? Tengo que arreglar un asunto.
- Vale, cielo, sin problemas.
Cojo la mochila, me la cuelgo del hombro y bajo corriendo. Al llegar a la entrada la veo, salgo lentamente. Tengo miedo a su reacción. ¿Y si no me perdona? ¿Cómo es posible que esté tan nerviosa? Está apoyada en una columna y me mira fijamente.
- Hola...
- ¿No me das ni dos besos? -dice con una gran sonrisa. Me acerco a ella y le doy dos besos. Huele jodidamente bien. -pienso.
- ¿Contenta? -digo con una leve sonrisa para romper el hielo.
- La verdad es que no, pero ven. -me coge de la mano y empieza a caminar rápido.
- ¿A dónde vamos?
- Calla, anda. Que todavía sigo enfadada contigo.
- Arg. -resoplo.
Se para en seco y me mira.
- ¿Qué pasa? -pregunto asustada.
- Mira, esto es fácil. Tú me das la mano. -me tiende la mano y con inseguridad tomo su mano.- Bien, ahora caminas conmigo. -empezamos a caminar.- Chica obediente. Vale, ahora no haces preguntas, caminas conmigo y confías en mí.
- Está bien. -resoplo.
Caminamos durante unos diez o quince minutos, y llegamos a una cafetería.
- ¿Qué hacemos aquí? -pregunto.
- Te he dicho que no hagas preguntas.
- Te odio. -le dedico una mirada fulminante.
- Deja de quejarte. -dice enfadada.
Entramos en la cafetería, es muy acogedora, nos sentamos en unos sillones color canela.
- ¿Qué vas a querer? -me pregunta. Su mirada es penetrante y es realmente bonita.- Puedes dejar de admirarme y decirme qué quieres tomar. -sonríe.
- Un capuccino estará bien.
- Ves como no cuesta tanto confiar.
¿A qué viene esto?
- Buenas tardes, ¿qué van a tomar, señoritas? -nos pregunta una bonita camarera.
- Yo quiero un café con leche y ella un capuccino. Ah, y traenos algo dulce y rico, por favor. -dice Jessica guiñándole un ojo. La camarera asiente y le sonríe.
- Bueno, creo que me debes una explicación, ¿no? -me quedo callada, la miro y asiento.
- No sabría por dónde empezar... -empiezo a contarle mi historia con Danna, el accidente, la muerte de mi padre, el traslado a Londres... Suelto todo de una sentada y al terminar suspiro.- Y por toda esa mierda soy así, no sé si es una excusa pero es mi modo de protegerme de que me hagan daño... Yo... -la miro a los ojos y ambas los tenemos llenos de lágrimas.- Lo siento, Jessica.
Limpia sus lágrimas y toma mi mano.
- Siento haber sido tan dura contigo pero era la única forma de que me contases tus misterios, tu historia... Sabía que detrás de esa mirada triste y esa sonrisa forzada se escondía un gran dolor. -mis lágrimas caen por mis mejillas, tengo un gran nudo en la garganta y como diría mi padre: "Necesitas un buen abrazo, pequeña."
Jessica se levanta y se sienta a mi lado, me abraza tan fuerte como si quisiera unir los fragmentos de mi alma. La electricidad que recorre mi cuerpo no es normal. Por una vez en mucho tiempo, me siento a salvo.
Me aparta un poco, me mira fijamente a los ojos. Sentirla a centímetros de mí me pone nerviosa.
- No quiero que llores, eh. Conmigo estarás a salvo y nadie te hará daño. -se acerca lentamente a mí, cierro los ojos por inercia y suavemente besa mi frente.- Y ahora, deja tu pasado atrás, hoy toca sonreír por una vez en mucho tiempo, ¿vale? -asiento con la cabeza y la abrazo fuerte.
- Muchas gracias. -digo con la voz rota. Vuelve a su sitio y empezamos a comer.
- ¿Sabes? Tengo mucha curiosidad de saber tu historia. -digo mordiendo un bollo de chocolate.
- ¿Ah, sí? -levanta una ceja.
- Sí.
- Pues como tienes taaaaaaanta curiosidad... -dice haciéndose la interesante.
- ¡Dime! -digo en una risa nerviosa.
- Tendrás que esperar porque tendremos que volver a quedar para que te lo cuente. -dice guiñándome un ojo.
- ¿Y por qué no me lo cuentas ahora?
- Porque sería demasiada información en una tarde y así tengo un pretexto para verte mañana.
- ¿Y si te digo qué no?
- No podrás, tu curiosidad será mayor.
- Arg... -resoplo.
- Te pones muy bonita cuando resoplas. -me sonríe.
- Déjame. -digo ruborizada.
Esta chica saca mi esencia, esa que escondí tras una coraza y que poca gente conoce, pero ella ha conseguido recuperarme.

Maldito destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora