Gryffindor contra Ravenclaw

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Parecía el fin de la amistad entre Ron y Hermione. Estaban tan enfadados que tanto Harry como Nixie no veían posibilidad alguna de reconciliarlos.

A Ron le enfurecía que Hermione no se hubiera tomado en ningún momento en serio los esfuerzos de Crookshanks por comerse a Scabbers, que no se hubiera preocupado por vigilarlo, y que todavía insistiera en la inocencia de Crookshanks y en que Ron tenía que buscar a Scabbers debajo de las camas.

Hermione, en tanto, sostenía con rabia que Ron no tenía ninguna prueba de que Crookshanks se hubiera comido a Scabbers, que los pelos canela podían encontrarse allí desde Navidad y que Ron había cogido ojeriza a su gato desde el momento en que éste se le había echado a la cabeza en la tienda de animales mágicos.

Nixie en cambio, no pensaba lo mismo que Ron o Hermione, pues estaba convencida que tanto Calabaza como Sugar —más Calabaza —, habrían defendido a la rata, ya que desde antes era muy notoria —hasta para un animal —, la posibilidad de enojo entre ambos Gryffindor. Pero a pesar de su diferencia de pensamiento, la rubia no había podido evitar defender con uñas y dientes a Hermione. Ocasionando que el pelirrojo se enojara también con ella. Harry, por su parte, apoyaba a Ron, y creía firmemente que Crookshanks se había comido a Scabbers. Y cuando intentó convencer a Hermione de ello, el resultado no fue el que esperaba:

—¡Ya sabía que te pondrías de parte de Ron! —chilló Hermione—. Primero la Saeta de Fuego, ahora Scabbers, todo es culpa mía, ¿verdad? Lo único que te pido, Harry, es que me dejes en paz. Tengo mucho que hacer.

A partir de ese momento, las cosas volvieron a como antes; ninguno hablaba con el otro. Los días pasaron y el ambiente se volvió tenso entre ellos, hasta tal punto que tanto Harry como Nixie se sentían incomodos durante los entrenamientos previos al partido. No fue hasta el último que la incomodidad incremento, pues Ron había decido asistir.

—¡Mirad qué equilibrio! —comento la señora Hooch, mientras examinaba la Saeta —. Si la serie Nimbus tiene un defecto, es esa tendencia a escorar hacia la cola. Cuando tienen ya unos años, desarrollan una resistencia al avance. También han actualizado el palo, que es algo más delgado que el de las Barredoras. Me recuerda el de la vieja Flecha Plateada. Es una pena que dejaran de fabricarlas. Yo aprendí a volar en una y también era una escoba excelente...

Siguió hablando de esta manera durante un rato, hasta que Wood dijo:

—Señora Hooch, ¿le puede devolver a Harry la Saeta de Fuego? Tenemos que entrenar.

Nixie agradeció aquella intervención, pues estaba segura que en cualquier momento le lanzaría un maleficio a la mujer, no se había tomado muy bien los comentarios referentes a las Nimbus.

—Sí, claro. Toma, Potter —dijo la señora Hooch—. Me sentaré aquí con Weasley...

Ella y Ron abandonaron el campo y se sentaron en las gradas, y el equipo de Gryffindor rodeó a Wood para recibir las últimas instrucciones para el partido del día siguiente.

—Harry, acabo de enterarme de quién será el buscador de Ravenclaw. Es Cho Chang. Es una alumna de quinto y es bastante buena. Yo esperaba que no se encontrara en forma, porque ha tenido algunas lesiones. —Wood frunció el entrecejo para expresar su disgusto ante la total recuperación de Cho Chang, y luego dijo—: Por otra parte, monta una Cometa 260, que al lado de la Saeta de Fuego parece un juguete —echó a la escoba una mirada de ferviente admiración y dijo—: ¡Vamos!

El equipo se dispersó y Harry se elevó. Nixie supuso que la Saeta de Fuego era increíble, pues la sonrisa que Harry tenía en la cara era enorme. Lo comprobó, cuando lo vio elevarse, descender y girar con rapidez.

Nixie y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora