El boggart del armario ropero

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Malfoy no volvió a las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.

Nixie lo miro con la ceja en alto y dejo de prestarle atención, el rubio estaba insoportable desde aquel incidente, por lo que la chica había decido ignorarlo por el resto de la clase, intento respirar varias veces al escuchar a Draco mandar a Harry y Ron para que cortaran sus ingredientes, pero conforme la clase avanza su paciencia se iba a cavando, no fue hasta que...

—¡Naranja, Longbottom! —exclamó Snape, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero, para que lo viera todo el mundo, se suponía que la poción debía tener un verde amarillo brillante —. ¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no había que echar más que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas, Longbottom?

Neville estaba colorado y temblaba. Parecía que se iba a echar a llorar.

—Por favor; profesor —dijo Hermione—, puedo ayudar a Neville a arreglarlo...

—No recuerdo haberle pedido que presuma, señorita Granger —dijo Snape fríamente, y Hermione se puso tan colorada como Neville—. Longbottom, al final de esta clase le daremos unas gotas de esta poción a tu sapo y veremos lo que ocurre. Quizá eso te anime a hacer las cosas correctamente.

Snape se alejó, dejando a Neville sin respiración, a causa del miedo.

—¡Ayúdame! —rogó a Hermione.

A la castaña no le dio tiempo a responder cuando, Nixie había sustituido su caldero por el de Neville, este la miro sorprendido y le dio las gracias, la rubia asintió y se dedicó a arreglar la catastrófica poción del chico, al menos si la clase acaba, Trevor no moriría por envenenamiento.

Justo cuando la poción recuperaba el color verde, Snape habló:

—Deberíais haber terminado de añadir los ingredientes. Esta poción tiene que cocerse antes de que pueda ser ingerida. No os acerquéis mientras está hirviendo. Y luego probaremos la de Longbottom...

Nixie miro satisfecha su trabajo y se dejó caer sobre el hombro de Hermione, no había podido dormir gracias a que había pasado la noche en compañía de Esme y Kaa recorriendo las tuberías.

Cuando faltaba poco para que terminara la clase, Snape se dirigió con paso firme a Neville, que se encogió de miedo al lado del caldero.

—Venid todos y poneos en corro —dijo Snape. Los ojos negros le brillaban—. Y ved lo que le sucede al sapo de Longbottom. Si ha conseguido fabricar una solución para encoger, el sapo se quedará como un renacuajo. Si lo ha hecho mal (de lo que no tengo ninguna duda), el sapo probablemente morirá envenenado.

Los de Gryffindor observaban con aprensión y los de Slytherin con entusiasmo. Snape se puso el sapo Trevor en la palma de la mano izquierda e introdujo una cucharilla en la poción de Neville. Echó unas gotas en la garganta de Trevor.

Se hizo un silencio total, mientras Trevor tragaba. Luego se oyó un ligero «¡plop!» y el renacuajo Trevor serpenteó en la palma de la mano de Snape. Los de Gryffindor prorrumpieron en aplausos. Snape, irritado, sacó una pequeña botella del bolsillo de su toga, echó unas gotas sobre Trevor y éste recobró su tamaño normal.

Nixie y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora