El Dementor

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Un día antes de partir a Hogwarts, Nixie estaba como loca corriendo de un lado a otro dentro del maletín.

¿Se puede saber qué te pasa? —cuestiono Kaa recostado en una de las mesas menos abarrotadas.

¡Qué me pasa! ¿Qué me pasa? —repitió incrédula mientras transportada un enorme tubo de tela hacia los estantes donde iban guardados —. ¡Me pasa que en menos de veinticuatro horas vamos a irnos de aquí y yo todavía no estoy lista! —exclamo regresando por otro tubo —. ¡Además, ustedes están creciendo y si no salimos pronto de aquí los van a descubrir!

Y era cierto, Esme y Kaa ya habían alcanzado el metro de largo, ambos crecían muy rápido, no podría seguir escondiéndolos entre su ropa si seguían desarrollándose así, alguien iba a descubrirla.

Relájate, el hombre de ayer dijo que viajaríamos toda la noche —dijo Esme acercándose a la chica para comenzar a escalar hasta su hombro.

Lo sé, pero no es nada fácil, solo quiero llegar al colegio y dormir —confeso y acaricio a la serpiente.

Aquella noche, el equipaje que Nixie flotaba hacia la parte trasera de un carruaje con el emblema Herz grabado en la puerta, en esa ocasión Demian se haría cargo de llevarse a la chica a la estación.

—¿Guardaste todo? —pregunto mirando divertido a la rubia, esta venía vestida con bata y pijama, además de que traía unas ridículas pantuflas, una almohada y una cobija colgada al hombro.

—Sí —respondió, el día que Luther había llegado a la Isla le había traído todo el material de la escuela, a excepción de las túnicas, ya que la chica se había negado rotundamente a que fueran hechas por alguien más.

Soltó un bostezo y subió al carruaje, se acomodó en el asiento más alejado de la ventana y se tumbó en el asiento, se tapó con la cobija y acomodo dispuesta a quedarse dormida, Calabaza y Sugar se acomodaron a su lado. No paso mucho tiempo cuando los tres se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente Nixie se despertó y se dio cuenta que ya estaban sobrevolando Londres, se estiro y se quitó la bata para ponerse un grueso abrigo y poder cambiarse en la estación, se cambió las pantuflas y se puso zapatos normales. Metió a Calabaza y a Sugar en sus cestas, y vio a Demian mirar por la ventana.

—Tenía tanto que no venía al mundo de los muggles —comento mirándola de reojo.

—¿Cuánto fue de eso?

—No sé, perdí la cuenta exacta hace ya varios siglos, pero si tengo que poner un número aproximado, yo diría que unos... Dos o tres milenios.

La rubia abrió los ojos, aquello era mucho tiempo y eso solo de haber ido al mundo muggle, no quería imaginar cuantos años tenía en realidad.

—Ya llegamos —informo —, ¿me veo bien? ¿parezco un muggle?

—Lamentablemente sí —respondió mirando la vestimenta del hombre, un pantalón café con una camisa gris y un feo chaleco a cuadros.

—Tú también pareces una muggle —comento Demian mirando a la chica. Nixie hizo una mueca, aun si salía en pijama, ella se vería hermosa, después de todo era una Herz y un Herz siempre, siempre destaca.

El carruaje aterrizo y ambos rubios bajaron de él, mientras Nixie iba en busca de un carrito, Demian pidió ayuda a un oficial para bajar el equipaje, ya que al estar ante muggles no podía demostrara su inhumana fuerza. Al tener todo listo, ambos caminaron por la estación y llegaron al muro entre el ande nueve y diez. Fingiendo pasar muy cerca se dejaron caer y en un segundo aparecieron al otro lado en el andén nueve y tres cuartos.

Nixie y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora