Nixie y el Prisionero de Azkaban

El perro, Nixie, los gatos y la rata

Nixie se paralizó, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. A sus espaldas, los últimos rayos del sol arrojaron una luz sanguinolenta sobre los terrenos, en los que las sombras se dibujaban muy alargadas.

—¡Hagrid! —escuchó susurrar a Harry, trayéndola a la realidad.

—No podemos —le susurró de vuelta Ron, tratando de que su voz saliera calmada, aunque sin éxito alguno, era evidente que estaba igual de afectado —. Se verá en un problema más serio si se descubre que lo hemos ido a visitar...

—¿Cómo... han podido...? —preguntó Hermione con un nudo en la garganta —. ¿Cómo han podido?

—Vamos —dijo Ron, tiritando.

Nixie escucho sus pasos alejarse lentamente e intento seguirlos, mas no pudo, era como si su cuerpo estuviera pegado al suelo. No se alarmo, estaba consciente que aún seguía shock debido a lo ocurrido hacia solo unos segundos atrás, por lo que, varios minutos después en los que se dedicó a calmar su irregular respiración, lo volvió a intentar, pero su cuerpo siguió sin responder. Mantuvo la calma y cerró los ojos, concentrándose en su persona, no podía caer presa del miedo, no otra vez, o al menos, ya no ese día.

Tomo aire y lentamente movió cada uno de los músculos de su cuerpo, al terminar, hizo el intento por avanzar. Y lo logró, aunque no a la velocidad que esperaba, más no se rindió. Recorrió un gran tramo de los jardines siguiendo sus esencias, hasta que los encontró. Los siguió y a pesar de estar a una distancia poco favorable, escucho los chillidos aterrorizados de la rata.

Eso solo significaba una cosa... Los había visto.

Ante ello quiso gruñir, pero como aún seguía en su forma animal, no pudo, en cambio, un siseo furioso salió de su boca.

—¡Crookshanks! —susurró alarmada Hermione, llamando su atención —. ¡No, vete, Crookshanks! ¡Vete!

Y eso solo confirmo sus sospechas.

—Scabbers... ¡NO! —exclamó Ron, pero fue demasiado tarde... La rata ya había escapado de las manos del chico, y penas tocar el suelo, no hizo otra que cosa más que huir a toda prisa, aunque no fue el único que reacciono. De inmediato, Crookshanks se lanzó tras el roedor, seguido por Calabaza y Sugar.

Tanto Harry como Hermione se sorprendieron por la repentina aparición de los otros felinos, pero no tuvieron tiempo ni siquiera de abrir la boca, puesto que Ron se salió de la capa y se internó en la oscuridad, siguiendo a los cuatro animales.

—¡Ron! —gimió Hermione, antes de empezar a correr junto al azabache, al avanzar un par de metros se dieron cuenta que era imposible correr a toda velocidad debajo de la capa, por lo que se la quitaron y aparecieron ante la vista de todos.

Nixie quien no había perdido detalle, busco a Sirius y al encontrarlo fue hasta él, pero no fue lo suficientemente rápida, puesto que el gran can en el que el hombre estaba transformado, salió corriendo en la misma dirección que sus amigos.

Cuando quedo sola, la chica volvió a sisear con furia, y se apresuró a llegar con los demás. En el camino sintió como la adrenalina le devolvía el control total de su cuerpo, y sonrió por ello. Al llegar donde los otros, se llevó la sorpresa de ver a Sirius arrastrar con una facilidad a Ron hacia un hueco que había entre las raíces del Sauce Boxeador, y a Harry y a Hermione tratando de seguirlos.

Entonces el horrible crujido de la pierna de Ron al romperse cruzó el aire, pues el chico se había enganchado a una rama en un intento de impedir que el perro se lo llevara. Nixie inmediatamente volvió a dirigir su mirada a las raíces y alcanzo a vislumbrar el pie del chico, el cual desaparecía en la oscuridad del lugar. Cuando dejo de verlo, no lo dudo, y se abalanzo hacia el árbol, con la única intención de seguirlos. Atravesó fácilmente las salvajes ramas que el árbol movía y se deslizo por el hueco. Encontró un túnel, pero no perdió tiempo en admirarlo, miro al frente y lo recorrió lo más rápido que aquella forma le permitía.