—Me alegro que estés bien —anuncio Nixie acercándose a la camilla donde Harry se encontraba.
—Gracias —dijo intentando sonreír, pero después de lo sucedido con su Nimbus le costaba trabajo.
—Lamento lo de tu escoba —dijo sentándose en una orilla de la camilla —. Debí ir por ella también.
—Con salvar mi vida, de nuevo, me conformo —respondió mirándola —, me alegro que la tuya si haya tenido reparo.
Nixie sonrió levemente, sintiéndose mal. Su Nimbus también se había se ido volando, solamente que la suya no había ido a parar frente al sauce boxeador.
—Si quieres, puedo prestártela —propuso en un intento de animarlo.
—Si lo haces, ¿con que vas a entrenar?
—Puedo pedirle la suya a Edmund —respondió.
Ante la mención del rubio, a Harry se le contrajo el estómago, el chico ya había hecho suficiente por él, pues Ron y Hermione le habían contado lo que había hecho; ahuyentar a los dementores.
—No hace falta, entrenare con una del colegio —dijo rápidamente.
—¿Seguro? A mi hermano no le molestaría prestármela —cuestiono la chica.
—Sí.
—Está bien —dijo y un silencio incómodo se formó. Ninguno sabía que más decir —. Creo que me iré, no quiero que la señora Pomfrey me encuentre —dicho eso, se levantó de la cama —. Te veo mañana, en horas presentables.
Y se fue. Harry solo la vio desaparecer por la puerta, antes volver a recostarse en la camilla y mirar el oscuro techo, pues la rubia había ido a visitarlo en plena noche.
Mientras que Nixie regresaba a la sala común, alcanzo a divisar por una de las ventanas tres pequeñas y conocidas sombras que atravesaban los terrenos del castillo. Eran Calabaza, Sugar y Crookshanks.
—¿A dónde van ustedes tres? —se preguntó confundida pues seguía lloviendo fuera.
Entorno los ojos para asegurarse que eran ellos y al hacerlo, cambio de rumbo con el propósito de salir del castillo. Una vez fuera, siguió el rastro de los gatos, pero al llegar a las orillas del bosque prohibido, se extrañó, aunque aquello no fue impedimento para seguir y entrar en él. Camino alrededor de media hora siguiendo a los felinos, pero estos no hacían más llevarla al interior del bosque. Harta, se detuvo y se refugió debajo de la copa de un árbol, sin ser consiente que varios metros más atrás era observaba por un canino de pelaje negruzco.
—Esto es inútil —dijo la chica segundos después y casi al instante, capto un olor, que fue incapaz de reconocer. Se incorporó y busco al dueño, lo encontró minutos después, ya que el responsable era bueno al mezclarse con el entorno oscuro del lugar —. Ven perrito —lo llamo.
El can siguió quieto, analizándola.
—No te hare daño —informo —, vengo desarmada —y era cierto, había dejado la varita en la túnica de juego.
El perro siguió sin moverse, incapaz de determinar si la chica era una amenaza o no, pues por increíble que pareciera, la había reconocido.
—Oye hablo enserio —insistió mostrando las manos. El canino la miro unos segundos más antes de decidirse y acercarse donde la rubia. La chica lo acaricio, y mientras lo hacía noto la esencia del trio de felinos —. Oye hueles raro —le dijo acercando ligeramente su nariz, el perro pareció ofenderse y se alejó del árbol, la lluvia volvió a bañarlo y cuando se acercó a la chica, todo rastro de las esencias se había esfumado —. No te lo decía por eso —comentó.
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Nixie y el Prisionero de Azkaban
FanfictionObligada a trasladarse a la residencia de los ancianos elementales, Nixie queda excluida de las noticias del mundo mágico hasta el inicio de clases, por lo que no se entera del escape de Sirius Black. De vuelta en Hogwarts, tendrá varios encuentros...