18. Nunca sirve

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Miró el reloj de la cocina ponerse con las agujas en línea recta, fue a decir lo evidente, pero su hijo, sentado a su lado en el sofá tamborileando con el pie derecho en el suelo al igual que hacía él, se le adelantó.

—Ya son las seis —comentó el niño que parecía ir a saltar en cualquier momento de su asiento—. Igual se ha perdido, papi.

—Me dijo que sabía llegar al zoo, seguro que llega. Spiderman llega tarde muchas veces a los sitios. Aunque ella no tiene por qué haberse encontrado con ningún villano —se apresuró a agregar al darse cuenta que la respuesta se le iba de las manos.

—¿Crees que igual la sorpresa pesa mucho y por eso viene más tarde? —preguntó su hijo mirándolo con sus grandes ojos verdes llenos de ilusión.

Wyatt rio y le palmeó la cabeza rubia.

—No me preguntó si había montacargas, así que no creo, Tony. Tendrías que subirlo por las escaleras. ¿Te acuerdas cuando compramos la tele? —le recordó en referencia a la grande de plasma que había sustituido a la mediana de tubo.

Tony lo miró pensativo unos segundos.

—Pero papi, igual Audrey tiene superfuerza, dijiste que le gustaban los héroes, igual es porque ella es una heroína también —explicó.

—No aguantaba nada colgada de las espalderas cuando íbamos al colegio —objetó en el momento en que llamaban al telefonillo y se levantó para abrir, en tanto el pequeño corría adelantándose.

—¡Yo abro, yo abro! —pidió saltando para descolgar el telefonillo—. Residencia de Tony y Wyatt, ¿quién es?

Audrey rio al otro lado.

—Un ciudadano en apuros.

Tony sonrió y miró a su padre con esa mirada que decía claramente, "te lo dije".

—Corre, sube —le dijo dándole al botón con el mismo telefonillo—. Seguro que es muy grande.

—¿Entonces cómo va a subirlo sola, héroe? —replicó, aguantando un poco la risa.

—¡Es cierto! Vamos, Frost, ayudemos a Audrey que está en apuros —le dijo al perro abriendo la puerta y corrió para bajar las escaleras.

—¡Al fin viene un héroe a rescatarme! —exclamó Audrey cuando llegó a la misma altura de las escaleras que el niño y fingió que la caja que cargaba pesaba demasiado para ella.

—Frost y yo te salvaremos de morir aplastada por la sorpresa, Audrey —dijo Tony cogiendo una esquina de la caja y ayudándola a subir.

—Gracias, no sé qué habría hecho sin vosotros.

—Subir más despacio o rodar —contestó Wyatt apoyado en la barandilla observándoles subir por el hueco.

—Yo voto por rodar —aseguró ella sonriéndole dulcemente desde abajo.

—Ya queda poquito para cumplir la misión, Frost, señorita Audrey, un poco más —la animó el niño que había mantenido en todo momento una expresión de esfuerzo sobrehumano impresionante.

Cuando llegaron al piso dejaron la caja en el suelo y Audrey se agachó para dejar un beso en la mejilla del niño.

—Eres el mejor héroe que he conocido, Tony.

—¿Has conocido a muchos héroes?

—Montones, pero tú eres el mejor de todos, te lo aseguro —prometió.

El niño aplaudió y la abrazó.

—¿Has oído, papi? Soy el mejor de los mejores.

—El mejor. Con tanto esfuerzo vas a necesitar coger fuerzas —dijo divertido. Habían comprado bollos de chocolate para merendar, y levantó la caja del suelo con una mano.

Caramelo de limónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora