25. Avión de papel

4 1 0
                                    

—Mañana más —dijo Wyatt cerrando el libro.

—Pero papi, quiero... saber si Harry y Ron encuentran al malo de la cámara —protestó el niño interrumpiéndose con un bostezo.

—Consúltalo con la almohada, es hora de dormir, los pupitres no son tan cómodos —objetó dejando el libro en la mesilla. Le remetió un poco las mantas y besó su frente—. Buenas noches, Tony.

—Buenas noches, papi, buenas noches, Audrey —le dijo a la mujer que había observado todo desde la puerta y quien se acercó a dejar un beso también en la frente del pequeño.

—Buenas noches, gran héroe —susurró sonriéndole.

—Duerme bien —dijo Wyatt apagando la luz de la mesilla y salió de la habitación dejando la puerta entornada para que entrara luz. Se quedó cerca casi conteniendo la respiración y pasados unos segundos soltó el aire—. Creo que esta sí será la noche —susurró alejándose.

Habían pasado casi tres semanas desde el paquete de cristales, la última semana había conseguido que volviera a dormir en su cama, pero casi todos los días al despertar se encontraba con que había usurpado su cama y estaba acurrucado contra él, incluso cuando estaba Audrey se hacía hueco sin que él se percatara.

Audrey sonrió y dejó un beso en sus labios.

—No me molesta que se cuele en la cama, por suerte compraste una muy grande —bromeó ella cogiéndolo de la mano y tiró de él hacia el salón.

—Lo sé, lo dijiste, no es por eso. Es que no es bueno que se acostumbre, ya me costó mucho convencerlo en su día, porque no me molesté en buscar dos camas hasta que hice las habitaciones aquí, aunque su abuela y Mama J no hacían más que darme la monserga con eso, era tan pequeño que me parecía que si se caía durmiendo se rompería —le contó con una tímida sonrisa por sus exageraciones—. Y ahora su abuela se ha enterado y ha empezado otra vez con lo mismo —suspiró—. ¿Por qué no les cerraría la puerta en las narices? —murmuró.

Ella rio acariciando su mejilla.

—Porque sabías que iban a ser buenos para Tony, o que al menos él se merecía la oportunidad de tener unos abuelos que lo consintieran.

—A mi costa —puntualizó Wyatt—. ¿Quién en su sano juicio se buscaría algo así como unos suegros sin necesidad? —dijo con cierto humor en la voz y negó con la cabeza.

—Hablando de suegros... mi padre me dijo que estaba deseando conocerte, y a Tony —dejó caer empezando a recoger algunos juguetes del suelo.

Eso lo detuvo a medio camino de la cocina por la sorpresa.

—¿De verdad?

Audrey lo miró y asintió.

—Pensé que podríamos ir un fin de semana y también ver a Mama J, seguro que Tony se lo pasa bien con Karin —dijo refiriéndose a su pequeña hermanastra.

—¿A Sudbury? —preguntó Wyatt.

No quería volver allí, ya había ido una vez por la posibilidad de encontrarla y había sobrevivido a ese día porque por suerte había encontrado a quien quería pronto, no había permanecido expuesto más de cinco minutos, podía ser irracional tanta aversión a un lugar, pero no quería.

—Bueno, mi padre vive allí... —contestó dejando los juguetes en su caja. Entendía el rechazo de él a volver a ese lugar, pero parte de su familia estaba allí... aun así no podía forzarlo a ir si no quería—. Sino siempre pueden venir a pasar un día —agregó encogiéndose de hombros—. Mi madre también quería conocerte, pero esperaré a que Taker se vaya de viaje de negocios.

Caramelo de limónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora