5. Nuevas heridas

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Se palpó una vez más las costillas, pero no creía que tuviera nada roto, sólo seguía doliendo como el infierno, tal vez debería haber faltado un día más y seguir reposando las heridas en un lugar más cómodo que ese pupitre. Los golpes que había recibido dos días atrás habían sido más preocupantes, vomitar sangre le había preocupado bastante, no quería ir al hospital, eso lo complicaría todo, pero la tarde anterior ya había parado y por la noche había sido capaz de ponerse en pie e ir hasta la cocina para ingerir algo sólido, por ello había llegado a la conclusión de que ya estaba mejor y no había ninguna razón para seguir quedándose en casa. No obstante, no quería más que apoyarse en la mesa y cerrar los ojos a ver si con suerte la siguiente vez que los abriera el dolor de todo el cuerpo había desaparecido. Tenía que distraerse con algo, pero desde la vuelta de navidades le habían puesto a una estúpida animadora delante y se habían llevado a Audrey unas filas más allá. Al pensar en ella se dio cuenta que no le había prestado la menor atención, para él habían pasado las dos primeras horas de la mañana en unos cuantos parpadeos y había pasado el descanso en el baño, no tenía ganas ni de fumar, eso haría que tuviera que mover demasiado la caja torácica para lo que le dolía. Observó a la chica de pelo verde y frunció el ceño, estaba en las nubes y eso que era la clase de química, pero no era esa expresión soñadora de cuando estaba pensando en sus mundos de magos, dragones y bichos con orejitas y cola, algo no estaba bien con ella, si pudiera verla desde más cerca estaba casi seguro que vería más miedo en esos ojos asustadizos.

Wyatt sacó un folio, escribió en él y con algo de esfuerzo, ya que las manos también las tenía un poco magulladas de cubrirse, lo dobló hasta formar un avioncito. Miró a la profesora y cuando ésta se giró para escribir un problema en la pizarra lo lanzó para que formara una perfecta parábola e impactara en el centro de la cabeza de la chica. Vio a Audrey mirar el avión largos segundos con temor y cómo estiraba la mano dudosa para cogerlo del suelo. Cuando finalmente lo abrió y leyó su interior una sonrisa se formó en sus labios, aunque no tan amplia como cabría esperar.

Miró a Wyatt un segundo y cogió uno de sus bolígrafos de colores para responder a sus preguntas.

"Ey, ¿te falta un café a ti? ¿Qué te pasa?"

"Siempre me aseguro de tomar café antes de venir y que haga efecto. Las chicas han estado hablando conmigo. ¿Estás bien? Me preocupé ayer."

Audrey miró la respuesta y asintió. No podía mentirle a él, pero tampoco quería ponerle claramente que las demás habían empezado a acosarla desde el día anterior, seguramente por la ausencia de él. Dobló de nuevo el avión y atenta a la profesora lo lanzó, no con tanta precisión como él, pero al menos llegó a su objetivo sin ser descubierto.

Wyatt se encontró sonriendo como un tonto por esa última frase, era reconfortante saber que alguien lo echaría en falta en vez de montar una fiesta si desapareciera. Después frunció el ceño, perforó con la mirada el cogote de la chica de delante por la contestación de Audrey, pero no podía avasallarla con preguntas directas para cortar esa tontería al instante.

"Sí, sigo de una pieza, sólo me tomé un día para dar esperanza a estos imbéciles de que me perderían de vista, pero al parecer se lo han creído demasiado. Hasta tú, ¿me voy un día y ya te buscas amigos?"

Observó la nota y la dobló conforme, era un modo más sutil que el que pretendía de entrar en materia.

Audrey negó con la cabeza ante lo primero, no le gustaba que él se metiera en peleas, no le gustaba verlo herido, algo que ocurría bastante a menudo, y se sentía impotente al no poder hacer nada.

"Tengo calmantes en la mochila, si necesitas. No necesito nuevos amigos, pero creo que ellas lo que quieren precisamente es dejarme sin el que he encontrado, eso o unirse a nuestro grupo de ways, no me terminó de quedar claro, deberíamos poner una contraseña por si acaso."

Wyatt se sintió tentado a aceptar la oferta, incluso comenzó a formar la primera letra, pero no podía hacerlo. Agradecía su preocupación, pero aceptar supuso que lo haría más y eso no le convenía, nadie debía preocuparse en exceso, se dijo que ya no dolía tanto y debía de dejar de mantener la mano izquierda sosteniéndose las costillas, se le iba ahí sin darse cuenta y la apartó al percatarse como otras muchas veces.

"S No seas boba, saludar te condenó, ahora no puedes escapar de mí. ¿Se puede saber qué te han hecho esas barbies?"

El chico lo volvió a mandar y se dijo que había intentado lo de la sutileza, pero ese brote de madurez era frustrante, no iba con él, y el dolor no hacía que fuera más paciente.

Ella sonrió suavemente cuando vio lo primero, se movió y sacó una pequeña pastilla que guardó en un trocito de papel. Después se detuvo unos segundos para contestar, ¿qué podía decirle? Suponía que comentarle que sus apuntes de química habían sufrido un gran percance, o que se había perdido la clase de matemáticas por estar encerrada en el baño no era muy buena idea. Suspiró y empezó a escribir.

"Desde ayer han estado molestándome un poco. Creo que no les gusta que acapare al tío bueno así que me gastaron las típicas bromillas... Y te la mando por si acaso."

Le lanzó el avión y después la pastilla hecha una bolita y le guiñó un ojo.

Wyatt se extrañó por la bolita que había visto caer hasta que leyó la nota y negó con la cabeza. La respuesta de ella lo preocupó, era demasiado breve y poco concreta, como su propia respuesta a su estado, le hacía pensar que había mucho más de lo que decía, que incluso podían no haber sido palabras. Como rebelde del último curso tenía una fama por la que era mejor no meterse con él, pero lo cierto era que no había hecho mucho por labrársela, sólo llegar con evidencias de pelea, tener un humor de perros por las mañanas y su estilo de vestir se la habían creado sola, claro que cuando antes se drogaba eso también era de alguien chungo y ahora era camello, pero en el instituto no se había metido en ninguna pelea para que lo temieran tanto. Quizás se les estuviera olvidando o esas barbies se creían que les importaba que se les estropeara la capa de pintura de la cara, y era momento de darles razones, por Audrey que había roto con su soledad no dudaba que valía la pena. Se acomodó en la mesa, apretando el avión en una mano, con una expresión cruda y sus ojos perforando a la Barbie de delante mientras planeaba cómo solucionar el problema.

Un avión más pequeño llegó hasta él pocos segundos después.

"Aunque sigas mirándola tan fijamente no le va a explotar el cerebro, no tienen. Y no te preocupes, Wyatt, estaré bien."

Wyatt frunció los labios con obstinación y escribió con rapidez en el nuevo avión, sin meditar cuán importante le estaba dejando ver que era para él.

"Tú me mandas calmantes sin pedirlos. Y yo no voy a dejar que te hagan daño, no tienes que soportarlo y estar bien en algún futuro."

Ella rodó los ojos, pero con una sonrisa dulce en sus labios.

"Eres un cabezón, sólo ten cuidado de no meterte en líos."

Él negó con la cabeza y sonrió sádicamente.

"No puedo decepcionar a mis fans."

Eso significaba que sí, se iba a meter en líos. ¿Quién le mandaba ser sincera sobre esos temas con él? Debería haberle dicho que sólo necesitaba un abrazo. Eso hubiera estado bien, muy bien a decir verdad.

"Tómate la pastilla de una vez. Y... ya que no hay manera de disuadirte, podrías conseguirme unos apuntes de química nuevos."

Él sonrió más mirando a la de delante.

"No tengo agua y no la lances, que eres capaz y tienes la puntería de un borracho tuerto y cojo. Los apuntes, está hecho."

Audrey lo miró con los labios fruncidos, pero era cierto, había sido un milagro que todos los aviones llegaran a su destino. Escribió rápidamente la respuesta y sonriendo de lado estampó un beso como firma antes de mandarle de vuelta el avión.

"En el descanso. Y te lo agradeceré eternamente."

Wyatt negó con la cabeza al ver el beso, lo arrugó junto con el otro, los dejó a buen recaudo de cotillas y se volvió a acomodar en la mesa, luego tenía mucho que hacer.

Continuará...

Caramelo de limónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora