Cronica 9: Consejos de amor

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Regresó a Nueva York pero regresó en esa época en la que estaba creciendo la bolsa de valores del país, le dijeron que todo era un caos y él en el fondo aun amaba el caos, así que se hospedó en aquel Hotel que había sido de Afrodita, ella lo vendió después de la guerra y se fue a vivir al Olimpo, se había llevado a Eros con ella. Pasaron unos 10 años en los cuales Ares consiguió una gran fortuna vendiendo antigüedades de guerra, al parecer a los museos les gustaba tener esas cosas en exhibición y los coleccionistas pagaban una gran cantidad, Ares compró una casa en Old Westport, Long Island que tenía playa privada, era bueno tener esa casa en particular, puesto que era grande, espaciosa y por fin tenía viviendo con él a (casi) todos sus hijos por largos períodos

Un día Macaria y su pequeño habían tocado a su puerta y pasaban ahí gran parte del año, ella le dijo que necesitaba tiempo sola, pero no le dio más detalles y el tampoco quería obligarla a hablar de más. Despues de aquella aventura en Londres y Galway, algo andaba raro, pero Ares no quería que ella se sintiera comprometida con el a contarle todo. El punto era que Ares nunca estaba solo y pensaba que quizá por fin tenía estabilidad.

—Quiero dar una fiesta, ya que no hay más prohibición de alcohol, quiero invitar a todos los Dioses y algunos mortales para hacerlo interesante.

—Pues el solsticio de invierno esta cerca, y creo que es la oportunidad perfecta para dar una glamorosa fiesta

—Prepara todo Maca, te daré una lista de mis amigos mortales, la gran mayoría son nuevos ricos.

Macaria se encargó de todo, no le había dicho nada a Ares pero estaba peleada con Tanatos, más bien que no quería verlo jamás. Se decía a sí misma que no era nada grave y que si dejaba pasar el tiempo suficiente quizá perdonaría a Tanatos pero, Macaria lloraba casi todas las noches, aunque prefería llorar en la Tierra que el inframundo o en los campos Elíseos donde en cualquier momento podría aparecer su madre. La fiesta le venía perfecto. Contrató a una organizadora que hizo de la casa un paraíso invernal y acorde a la temática de la fiesta. Gran parte de los mortales respondieron a la invitación, la razón era porque Ares causaba curiosidad, habían tantos rumores sobre él, unos decían que había sido un soldado Alemán(en parte cierto), que era un Nazi(también parcialmente cierto), qué era un espía o que realmente él era el diablo, ese era su rumor favorito, creían que el era esa imagen de la maldad con la que asustaban a los niños. Una vez los mortales confirmaron su asistencia, Macaria envió las invitaciones a los Dioses quienes para su sorpresa aceptaron rápidamente la mayoría.

—Macaria—se acercó cierto día Adrestia, al despacho de Ares donde Macaria organizaba todo lo que tenía que ver con la fiesta.

—Pasa, sirve y me ayudas a organizar donde se sentarán los Dioses.

—En realidad, vine a preguntar si ya invitaste a Apolo...—Adrestia bajo la mirada.

—Claro...

—Oh—suspiro—esperaba poder llevarle la invitación.

—En realidad aún no ha respondido, podrías ir a confirmar su asistencia.

—No, eso sería raro ¿no crees?

Macaria miró a Adrestia y notó una ligera tristeza en su aura.

—¿Estás bien?—le preguntó dejando de lado lo que estaba haciendo.

—Es solo que le dije a Apolo que me gustaba y creo que se asustó.

—Curiosamente no es la primera vez que escucho esto—Macaria dirigió a Adrestia al sofá.

—Por favor no le cuentes nada de esto a mi padre. Solo le dije a Apolo que me gusta, creo que no significa nada pero al parecer él cree que significa que lo amo—Adrestia se tocó la cara—, de haber sabido que esto dañaría mi amistad con con el Jamás le habría dicho que me gusta.

Las Crónicas de AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora