Habían pasado catorce siglos desde que Macaria casi moría en el lago y Ares nunca había encontrado al chico del que ella hablaba, al parecer se lo había tragado la tierra o algo así ese día Ares se sentía molesto, estaba en Francia, causando problemas y comiendo la buena gastronomía de ese país. Para variar se la pasaba bien ahí, siempre había mujeres bellas y generales más locos que Alejandro Magno lo cual ya era mucho que pedir. Para ese punto la guerra estaba por llegar a su fin y él ya no tenía que hacer más, los ingleses estaban por ganar, mientras él se encontraba en Orleans bebiendo vino nada podía salir mal hasta qué...
—Estoy harta de vivir con mis padres en el inframundo—apareció Macaria ante la mirada extrañada de Ares.
—Yo tenía el mismo sentimiento respecto a los míos. Aunque los tuyos son bastante más agradables que los míos ¿Que hicieron ahora Hades y Perséfone?
—Parecen querer que tú y yo nos casemos. No te ofendas Ares eres guapo y me agradas, pero...
Macaria estaba al tanto de todo lo que era Ares, lo quería tal y como era, a pesar de los problemas que acarreaba el ser amigos. Quizá en algún momento lo amo y quizá en algún punto de ese enamoramiento pensó que él podría sentir algo por ella, pero eso jamás ocurrió y Macaria se dio cuenta a tiempo que lo que sentía eran solo locas fantasías que su padre le había metido en la cabeza.
—No puedo creer que tu padre siga con esa idea, le he dicho cientos de veces que yo solo me casaría con Artemisa y en vista de las circunstancias eso es imposible.
—Esto es peor, me amenazó, dice que si no consigo marido le dará los campos Elíseos a Adonis—le respondió ella.
—Cásate con Adonis y problema arreglado—Ares dio la solución rápida.
—Eww—ella hizo una mueca de asco— No me voy a casar con el ex amante de mi madre.
Macaria se sentó en el chaise blanco de Ares, luego se preguntó cuántas amantes habían pasado por ahí.
—Tampoco es como que conozcas muchos Dioses, aunque has tenido muchas experiencias con mortales.
—Eso no lo menciones, desearía ser como tú, tener un amor imposible que me impida enamorarme de alguien más.
—Créeme no quieres ser como yo.
En realidad, Ares se odiaba un poco cada cierto tiempo, se había autoexpulsado del Olimpo, el hecho de no permitirse sentir nada por ningún ser porque creía que Artemisa buscaría en algún punto ya estaba muy gastado. También se odiaba porque buscaba a Afrodita para sentir pasión, aunque ya no la quería.
—En fin, ¿qué haces aquí? —le pregunto Macaria.
—Antes de que llegaras bebía Vino ¿quieres un poco?
—Creí que estabas en guerra, ¿cien años es demasiado para ti?
La respuesta era no, él amaba su trabajo, era bueno en eso, y de no ser porque la guerra ya estaba ganada por los ingleses él habría seguido.
—Los ingleses ganaron, ya no puedo hacer más. Además, yo estaba con ellos en un inicio, luego me fui del lado de los franceses porque Atenea se aburrió y eme aquí, bebiendo vino en Orleans.
—¿Y si yo entro al juego? Del lado de los franceses—Macaria no era una Diosa de guerra.
—¿Bromeas? Los franceses están perdidos, y tú no podrías con esto.
—Dame dos días, déjame entrar en esto, necesito demostrarle a mi padre que si me quita los campos Elíseos puedo hacer una guerra.
—Supongo que hacer enojar a Hades no le hará daño a nadie.
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Las Crónicas de Ares
RandomSer un Dios no es fácil. Mucho menos ser el mismísimo Dios de la guerra. Claro que su familia suele odiarlo por su evidente falta de escrúpulos y por ser un causante de problemas pero, ¿què Dios no los causa? Su vida ha sido larga, y ha tenido mucho...