Crónica 5 (pt. 1): Erase una vez en México

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Ares desapareció casi un siglo en la tierra, tomó esa decisión después de que Perséfone le asegurara que todos habían bebido el "Vino del olvido" como le llamaba ella, Perséfone y Hades no lo habían bebido. Artemisa si y ella solo tenía flashbacks que estaba segura nunca habían pasado, pero se sentían tan reales que a veces le daban miedo, había tratado de buscar a Ares pero no supo nada de él, solo que había ido a buscar a Morfeo, lo cual significaba que había vuelto a caer. Parecía que había desaparecido, ni siquiera se paraba en las reuniones en el inframundo y ni Macaria sabia nada de él, el único que sabía su paradero era Apolo pero le prometió a Ares no decir nada.

La verdad era que estaba en la nueva España, metiéndoles la idea a los oprimidos que era hora de una independencia, además era el único lugar donde podía drogarse con polvos de Morfeo y había Tequila, pensaba que después de los Lokums era su cosa favorita en el mundo, se había "enamorado" de un joven llamado José Manuel. Aunque sabía que era difícil que su relación fuera posible, Ares y José Manuel no solo eran varones, eran de mundos opuestos, por un lado Ares se había hecho pasar como un Castizo cuyos padres murieron y él había quedado inmensamente rico, los españoles se lo tragaron y lo amaban. Y por otro lado estaba José Manuel, quien era su trabajador, hijo de una mestiza y un ex-esclavo africano. En ningún contexto habría funcionado su relación, pero Ares se las había arreglado para estar juntos, a escondidas, besándose por los rincones y jugando a que estaba enamorado de él, aunque en el fondo sabía que solo lo usaba para olvidar un poco el asunto de Artemisa.

—Entonces, déjame ver si te entendí, quieres sembrar maguey para tener tu propio tequila—dijo José Manuel mientras cabalgaban por las tierras de Ares.

Era una mañana hermosa.

—No solo eso, espero que cualquiera de mis descendientes puedan disfrutar de mis reservas.

—Tomando en cuenta todo el proceso que conlleva, lo más probable es que ellos sean quienes disfruten la primera cosecha añejada.

—Nosotros beberemos pulque mientras comemos barbacoa—le sonrío Ares.

Uno de los capataces se acercó cabalgando a toda velocidad a José Manuel y Ares.

—Joaquín, vaya, ¿Qué ocurre? Otra vez incendiaron la cocina?

—Una Joven, dice querer hablar con usted.

—Te dijo su nombre.

—Me pidió que no le dijera, al parecer quiere sorprenderle, mi señor.

—Espero que sea una buena sorpresa.

José Manuel puso su mano en la funda de la pistola y la cargo.

—Sabes que yo te cuidaré la espalda—le dijo con semblante serio.

Ares había mantenido un perfil bajo, todos lo creían introvertido, parecía que no causaba problemas y así era, solo servia como un doble agente, al haberse hecho pasar por hijo rico de españoles, los virreyes siempre lo invitaban a banquetes y era algo bueno, al menos así podía enterarse de cosas que les contaba a los que querían organizar la independencia. Sin embargo algunos ya sospechaban y quizá con las pruebas suficientes lo enviarían a cárcel. José Manuel no solo era su amante, le cuidaba las espaldas al ser su hombre de confianza lo acompañaba a todas las reuniones, ya fuera con los españoles o los revoltosos.

José Manuel era un joven menudo de piel morena, tenía el cabello revuelto y ojos expresivos, siempre usaba ropa de trabajo y aunque Ares había insistido múltiples veces en llevarlo a comprar ropa nueva pero José Manuel siempre le decía que amaba sus pantalones rahidos y sus camisas holgadas, claro que cuando había bailes en el pueblo usaba sus mejores ropas y botines, sin duda era un joven guapo de pies ligeros, que aunque no podía bailar con Ares en público, este disfrutaba verlo bailar con las jóvenes del pueblo. Cuando Ares se drogaba José Manuel lo cuidaba y aunque lo desaprobaba siempre estaba para él.

Las Crónicas de AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora