Ares paso años recluido en su castillo que si lo pensaba un poco no era tan grande pero estaba bien con eso, cuando se sentía solo sexualmente solo se lo comunicaba a alguna de sus ninfas e iban, aunque él no sentía nada por ninguna de ellas.
Ese día en particular estaba mal, muy mal, había hecho lo que estaba por hacer muchas veces. Se causaba cicatrices que se curaban inmediatamente pero que dolían porque él era un Dios, no lo hacía para suicidarse, no quería eso. Después de cortarse para sentir dolor (o algo) se drogaba para olvidar todo y no sentir nada, era un círculo que sabía estaba mal pero no sabia como salir de ahí.
—Ares aquí está Hermes—dijo la ninfa desde la entrada.
—Estoy demasiado drogado para recibirlo—le respondió—dile que te entregue sus mensajes a ti.
—Trae un baúl, dice que te lo envía Perséfone.
Ares se paró inmediatamente, "¿podre regresar?" pensó. En el fondo anhelaba a su familia, los extrañaba tanto pero en e tiempo que estuvo solo comprendió porque lo vetaron, había hecho mal, no debía llevar vivos al inframundo y en un abrir y cerrar de ojos había perdido a su novio, a su familia y había alejado a Artemisa.
—¿Trae alguna carta?
—Al parecer solo el baúl.
—Iré a verlo, dile que espere.
Otra ninfa entró y dijo:
—Ya se fue, dijo que no tiene tiempo para tus dramas—ella traía el baul arrastrando—ven por él.
Sabia exactamente lo que era el baúl, que contenía y sabía que no quería abrirlo. Se limitó a cerrar la puerta dejar a las ninfas afuera y encender un cigarro, miraba con nerviosismo pensando porque se lo habían enviado. Durmió un rato pero no se sacaba de la cabeza el maldito baúl. Lo abrió y vio una carta de Perséfone, la letra inconfundible resaltaba.
"Querido Ares:
Sinceramente no sé si aún puedo llamarte asi, no considero ser de tu agrado después de vetarte, aunque también sé que eres lo suficientemente razonable para entender porque lo hice, me han dicho que no has salido de tu castillo en el imperio de Rusia, así es sé donde estás y sé lo mal que la debes estar pasando, quiero que sepas que espero no dudes en pedir ayuda si es que lo necesitas, recuerda que estar vetado del inframundo no significa estar vetado de nuestros corazones. Como sea te envió aquellos diarios que nunca leíste esperando que incluso cuando creas que todo está más oscuro veas que aún hay luz.con cariño, Perséfone"
Ares soltó una sonrisa triste pero era lo más similar a un momento de felicidad que tenía y se sentía bien con eso, quería ir en ese momento al inframundo aunque no podía. Los diarios estaban organizados así que comenzó a leer hasta que se hizo de madrugada y llegó a la parte cuando Artemisa participó en la guerra de troya.
"Odio las guerras, pero debo salvar a mis hermanos, incluso si uno de ellos jamás me ha dirigido la palabra"
Ares sonrió, sabía que hablaba de él.
"Creo que Ares luce varonil y guapo como guerrero y creo que merece algo mejor que Afrodita..."
Continuaba leyendo, Ares sonreía como idiota ante las palabras de Artemisa. Quien diría que desde el principio ella lo había visto y pensando que era guapo. Continuo leyendo hasta el amanecer, había llegado hasta el punto en el cual ella se había enamorado de Orión. Cuando fue a desayunar las ninfas se sorprendieron con su presencia, él solía despertarse tarde, puesto que se drogaba todas las noches.
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Las Crónicas de Ares
RandomSer un Dios no es fácil. Mucho menos ser el mismísimo Dios de la guerra. Claro que su familia suele odiarlo por su evidente falta de escrúpulos y por ser un causante de problemas pero, ¿què Dios no los causa? Su vida ha sido larga, y ha tenido mucho...