Contempló por breves instantes su reflejo en la ventana antes de extraviarse mentalmente en la conversación que había tenido lugar minutos antes.
Jack le necesitaba nuevamente. Quería que le ayudara a resolver otro caso y, técnicamente, le presionaba para ello.
¿Y cómo podía Will Graham negarse ante semejante petición, tan sutilmente cargada de tintes altruistas?
Se trataba de otro asesino en serie, naturalmente. El informe policial reposaba sobre la mesa del comedor. Y Will apenas había echado un fugaz vistazo antes de que sus alarmas internas se encendieran.
Lentamente apartó su rostro de la ventana. Su aliento había empañado el reflejo y, a su vez, la visión tan nítida que tenía del exterior. Su desequilibrado sentido de la moral le ponía constantemente en peligro. Y era, no obstante, el exceso de empatía, lo que le orillaba a aceptar cualquier propuesta de parte de quien él consideraba un amigo.
Pero los amigos no te usaban como cebo. Y era precisamente lo que dictaminaba Jack por segunda ocasión.
Un señuelo humano.
El escozor de su estomago, lo instó a desabrocharse la camisa para observar la marca de la cicatriz sobresaliente en su abdomen.
Aceptar ser de ayuda en el caso, fuera, posiblemente, la acción más sencilla de llevar a cabo. Entre sus múltiples dudas surgía además otro acontecimiento inevitable. Si no podía hacerlo solo, tendría que pedir ayuda.
Tendría que verlo de nuevo, tendría que enfrentarse cara a cara con él.
¿Qué diría Molly? ¿Qué pensaría Willy?
Y más importante.
¿Qué haría él...?
Un año de distanciamiento para hacer su vida, un montículo sólido y familiar, monótono pero estable. Y de pronto, Will sentía, que el más leve soplo bastaría para derribar todo lo que tan arduamente había construido.
Pero había vidas en peligro. Familias enteras que morirían si se rehusaba a colaborar.
¿No habían sido esas las palabras exactas de Jack?
Al negarse, estaría dándole la espalda a vidas inocentes.
Sólo por ello, Will había aceptado. Y su mente no dejaba de dar vueltas desde que los resquicios internos que apelaban a su buena voluntad, lo orillaron una vez más a aceptar ponerse en peligro por causa ajena.
**Para cuando terminó de hacer las maletas, Willy aún le observaba tímidamente desde el alfeizar de la puerta. Su mirada, inquieta y curiosa, iba de un extremo a otro de la recamara, siguiendo sus movimientos cuál espectador de un torneo de ping pong.
Suspirando, Will le invitó a sentarse a su lado en la cama. La fuerte discusión con Molly había sido inevitable. Y ella llevaba posiblemente la razón. Era su esposa, tenía derecho a opinar al respecto. Conocía parte de la historia, y además, odiaba a Jack con todas sus fuerzas.
A pesar de todo, Will habría querido despedirse en buenos términos. Ella estaba molesta y la comprendía, no obstante, le había hecho la promesa de regresar sano y salvo en cuanto lograran resolver ese caso. Quizá después pudieran irse de vacaciones al Caribe. De momento era menester reintegrarse a las actividades de su vida pasada. A Will le gustaba referirse así a los eventos que habían tenido lugar un año antes. Después de todo, se sentía diferente ahora. Había logrado bloquear a Hannibal de su mente para poder convertirse en un individuo más acorde a su entorno. En resumidas cuentas, se había reformado. Y esperaba seguir así por mucho más tiempo.