XLVII

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La mañana se les fue entre arrumacos y besos suaves en el sofá. La televisión estuvo prendida en algún canal sin importancia y mientras las voces de fondo sonaban, ellos se dedicaban a admirarse entre sí y sonreír como dos adolescentes enamorados. Y a pesar de que hubiesen querido quedarse de ese modo toda la tarde también, el hambre los hizo moverse de su nube de amor e ir a la cocina para buscar algo de comer, aunque como era de esperarse, mucho no había.
Estaban por tomar el teléfono para hacer algún pedido a domicilio cuando el timbre se escuchó, por la hora debía tratarse de Nicandro, así que Joaco fue quien se dirigió a la entrada.

-Hey, hey tortolitos- dijo a modo de saludo mientras ingresaba al departamento.

-¿Trajiste lo que te pedí?

-Todo está aquí- extendió una pequeña maleta color negro en la que había colocado algunos cambios de ropa para su amigo- Ela estaba muy sorprendida cuando me vio empacar, creyó que te mudabas.

-Ojalá- susurró el pelinegro.

-¿Perdón?- preguntaron los otros dos, pero Emilio decidió no decir nada. No quería espantar a su novio- Nada, solo pensaba en voz alta.

-¿Ya comieron?

El castaño negó- estábamos por pedir algo de comer.

-Eso no será necesario- dijo sonriendo con autosuficiencia- les he traído pasta y carne- continuó mientras entraba a la cocina sin solicitar permiso. Se sentía como en su casa.

El estómago de Joaquín emitió un sonido de placer al escuchar que su amigo había llevado comida con él, en ocasiones agradecía que su amigo fuera tan confuanzudo.

Después de comer se quedó los tres se quedaron mirando una película de acción, aunque Emilio hubiese preferido que aquel chico se marchará en cuanto la comida se terminó, quería estar a solas con su novio.
Minutos después el timbre volvió a emitir su característico sonido y Emilio fue quien se dirigió a abrir. Un sonriente Saúl lo abrazó apenas estuvo frente a él.

-Me alegra verte bien Mailo.

-Todo es gracias a ustedes.

-No mientas, todo es gracias a él- señaló con la cabeza a donde Joaquín se encontraba y Emilio no pudo evitar sonreír.

-Pasa, pasa.

Ahora eran dos personas de las que tenía que deshacerse para poder quedarse a solas con su novio. Sonrió malicioso pensando en lo que podría hacer para aquello, pero luego se sintió enojado consigo mismo por querer correr a sus amigos después del apoyo que le habían dado. Así que resignado, se sentó a lado de Joaquín, conformándose con abrazarlo por los hombros.

Más tarde, ya llegada la noche, ambos chicos se marcharon del departamento. Sonrió pensando en ir hacia su castaño para abrazarlo y acurrucarse con él en el sofá , pero él ya no estaba en ahí. Fue a buscarlo a la habitación y se dio cuenta de que estaba dándose un baño, así que mientras él termina se recostó en la cama.

-Emi- escuchó que susurraban cerca de él- Emi ¿no vas a levantarte?- susurraron de nuevo.

-Mmhh- se quejó y una risita se escuchó.

-Amor, tengo que irme ya.

Eso hizo que inmediatamente se le quitara la pereza y sus ojos se abrieran por completo.

-¿Irte? ¿A dónde vas?

-Tengo que ir a la universidad ¿recuerdas?

¿Universidad? Emilio miró a su alrededor para darse cuenta que en efecto, ya había amanecido y él nisiquiera recordaba en qué momento se había quedado dormido. Bufó enojado por no haber aprovechado a su novio lo suficiente la noche anterior.

-Dame cinco minutos y nos vamos ¿está bien?- el castaño asintió y Emilio se levantó para darse una ducha rápida y llevar a Joaquín a la escuela.

Siete minutos, habían llegado siete minutos tarde, el tráfico había estado en su contra. Se disculpó por tercera vez antes de dejar ir a su novio a sus clases. Se sentía mal por hacerlo llegar tarde, pero si no se había enterado a qué hora se quedó dormido, menos tenía noción de en qué momento amaneció.
Llegó al departamento y en cuanto dejó las llaves sobre la mesa se sintió sólo. El silencio reinaba en el lugar y sin pensarlo, imaginó la risa de sus padres, la de Saúl, la de Joaquín. Las personas importantes en su vida, las únicas que podían hacerlo sentir lleno y de las cuales, dos ya no estaban físicamente con él. Sonrió con melancolía, mientras caminaba a su habitación en busca de su pequeño Brillito, era hora de su comida.

Estuvo mimando al minino un rato, hasta que este se fastidió y se bajó para ir a jugar en algún rincón del departamento. Miró la hora en su móvil, pronto Joaquín saldría de la escuela y tenía que ir a buscarlo para llevarle su maleta y dejarlo de vuelta en su casa. Un suspiro escapó de su boca.

"Creyó que te mudabas".

¿Joaquín estaría dispuesto a ello? Si se lo pedía ¿aceptaría? ¿Qué dirían sus padres? Negó con la cabeza para alejar sus pensamientos y se puso de pie para ir por la maleta que Joaquín dejó lista sobre la cama antes de marcharse por la mañana.
Cuando llegó lo miró platicar con sus amigos, reía mientras escuchaba algún relato. Sus ojos se miraban pequeños de vez en cuando, era realmente hermoso. Se mantuvo en el auto un momento, sólo para admirar su belleza y cuando consideró prudente bajó para ir a su encuentro.

-Buenas tardes amor- susurró cerca de su cuello, haciendo sobresaltar al menor.

-¡Emi! Al fin llegas, ya quiero llegar a casa, me siento cansado- dijo mientras se abrazaba al cuerpo del mayor.

-Pues vamos, los llevo- se ofreció mirando a los otros tres. Quienes solo sonrieron antes de comenzar a caminar hacia el auto del mayor.

El camino lo transcurrieron con más lentitud de lo normal, era claro que Emilio no deseaba llegar a la privada donde vivían los menores, pero no hay plazo que no se cumpla y cuando menos lo pensó ya estaban en la entrada de la casa. Los tres amigos de su novio bajaron despidiéndose, mientras Joaquín apenas y se había quitado el cinturón de seguridad.

-No me quiero despedir- anunció el castaño.

-Yo tampoco- concordó con él y le sonrió con pesar.

Joaquín no dijo nada más, prefirió que sus acciones dijeran lo que sentía, así que se acercó a Emilio y lo besó. Lo besó con amor y dulzura. Quería tener su sabor hasta que se volvieran a ver al día siguiente.

-¿Me llamas al rato?

Pero Emilio no pensó en su pregunta, sólo pensó en aquel beso, en que quería estar con su novio todos los días, sin tener que despedirse. Así que sin pensar mucho más, soltó la pregunta que daba vueltas en su cabeza desde antes de salir de su departamento.

-¿Y si te mudas conmigo?

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¡Hola bebés!

¿Cómo están? Ya sé que estuve mucho tiempo desaparecida, pero en verdad he estado con muchas cosas en la cabeza. Sin embargo, no podía no traerles el último capítulo del año y aquí estamos.

Espero me perdonen por no darles capítulos en mucho tiempo :(

También quiero desearles un feliz fin de año y un buen comienzo del 2021. Abracen a sus seres queridos y díganles lo mucho que los aman.

Les mando bendiciones, abrazos y besos a donde sea que se encuentren. Cuídense mucho, mucho y no olviden que los amo con todo mi corazón.

Gracias por este año estar a mi lado en cada historia contada. Estoy feliz y agradecida por su amor💜 Deseo seguir contando con ustedes en este año que ya pronto comienza.

En fin, les mando un chorro de besos y mucho, mucho amor💜💜💜💜

Pd: en '6 días para navidad' les dejé un capítulo especial titulado "525600", por si quieren pasar a leerlo✨

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2021 ⏰

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Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora