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Ahora quiere que le baile pegadito. Ya no quiere  despacito, sé que quiere apretadito.

En una ocasión Airam le había dicho a Emilio que la vida no debía pensarse demasiado, que habían cosas que no se podían planear y otras que simplemente debían suceder. Y entonces se preguntó si su presencia en "Noche Amarga" era una de esas cosas que simplemente debían suceder, porque horas atrás él estaba agusto detrás de su escritorio y ahora estaba ahí, recargado en la barra del bar con la música colándose por sus oídos, el alcohol haciendo efecto en sus sentidos y el castaño tatuándose en su mente.

Cuando salió de sus pensamientos rompió el contacto visual con Joaquín. Se alejó de la barra después de beber un mezcal más y atravesó la pista, abriéndose paso entre la gente que aún bailaba. Cuando llegó a su destino sonrió en grande. Miro al chico que estaba frente a él y pensó que quizá estaba loco por lo que estaba a punto de hacer, pero Joaquín le parecía un chico diferente a todos los que había conocido, le parecía especial y pensaba que así es como debía ser su primer baile.

-¡Dj!- gritó desde abajo del escenario para hacerse escuchar, obteniendo la atención de aquel chico de piel tostada- ¡ponme un danzón!

La canción anterior terminó y Emilio supo que su momento había llegado. "Nereidas" comenzó a sonar por todo el lugar. Los presentes en la pista pararon sus movimientos de inmediato, muchos no entendía lo que pasaba, otros no reconocían ni el ritmo. Y el rizado a pesar de sus nervios comenzó a caminar a paso lento hasta llegar al medio de la pista y ahí inició su baile.
Movimientos acompasados y contados. Una mano en el pecho y la otra extendida. Izquierda, adelante, derecha, atrás. Todos lo miraban. Joaquín lo miraba. 
Siguió sus movimientos, y al igual que con Joaquín, las personas habían formado un círculo a su alrededor. Se dirigió a alguna chica de las ahí presentes y la llevó hacia él iniciando un pequeño baile. Claro que fue un poco difícil, dado que la chica no tenía ni idea de qué hacer o cómo moverse. Un castaño a lo lejos observaba toda la escena, paralizado al mirar al rizado realizar movimientos tan certeros.
Momentos después Emilio regresó a la chica a su lugar y sus pies se dirigieron hacia el lugar al que tanto habían deseado acudir en toda la noche, la mesa del chico castaño que le coqueteaba sutilmente y con el que tanto deseaba bailar.

-¿Me permites esta pieza?

-Pensé que nunca lo dirías.

Su voz era suave e incluso más dulce de lo que imaginó que podría ser. Tomó su mano y lo ayudó a levantarse de su asiento. Caminaron juntos a la pista y cuando llegaron al centro Emilio de un solo movimiento lo atrajo a él. Su mano derecha tomó la izquierda del castaño y la izquierda se posó en su espalda media, obligando a Joaquín a llevar su derecha al hombro del rizado. Ambos sonrieron.
Dos movimientos atrás, dos adelante. Dos a la derecha, dos a la izquierda. Una pequeña vuelta. 

Todos los observaban mientras ellos danzaban. Algunos hasta se atrevieron a tomar algunos videos del momento. Y a lo lejos Saúl sonreía, porque su amigo se había atrevido, porque su amigo estaba bailando de nuevo un danzón, porque al parecer tenía en sus brazos a la pareja perfecta.

Un movimiento atrás, uno a la izquierda, uno adelante, uno a la derecha y otro más hacia atrás, formando un perfecto cuadrado. 

Emilio quedó realmente sorprendido por los movimientos de Joaquín, sabía exactamente qué hacer y ahí supo que no se había equivocado. El castaño además de ser un chiquito bonito, era también muy especial.

Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora