III

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Un mezcal nomás para envalentonarme.

Emilio Marcos no se consideraba así mismo un hombre hetero, homosexual o bisexual. Simplemente era un hombre que amaba admirar la belleza ajena y que no solía reprimir sus impulsos cuando alguien llamaba su atención, menos si ese alguien era un lindo chico de cabello castaño.
Miró a su derecha, Saúl lo observaba con una sonrisa pícara en el rostro.

-¿Qué?

-Te gusta el chico ¿no es así?

Sonrió. Su pregunta le pareció algo tonta considerando la apariencia de aquel chico, es decir, ¿a quién no le gustaría?

-Bueno querido amigo, estás de suerte.

El rizado lo miró confundido.

-¿No me digas que no te diste cuenta de la manera en que te miraba al bailar?- se burló- yo diría que te ha dedicado el numerito.

¿Había sido así? Emilio no lo sabía, todo el rato que el chico estuvo al centro de la pista, él se había dedicado a mirar el movimiento de sus caderas. Solo había una forma de averiguarlo. Terminó la bebida de la botella en sus manos para después caminar hacia la pista.
"HP" se escuchaba por todo el lugar. Encontró al castaño bailando muy divertido con sus amigos, se acercó lo más que pudo, tomó la mano de una chica pelirroja que pasaba por ahí y comenzó a bailar con ella. Sonrió victorioso cuando de reojo vio al castaño centrar su atención en él y su acompañante. Sus miradas iban y venían, nunca conectándose pero sí encontrando al otro mirándoles.
Cuando la canción terminó Emilio dejó a la pelirroja para volver a la barra con su amigo. 

-Pensé que Joaquín te gustaba- exclamó confundido y confundiendo a Emilio.

-¿Cómo sabes su nombre?- Saúl rio.

-Viene con sus amigos todos los viernes, claro que lo sabrías si no te la pasaras de tu departamento a la oficina y viceversa.

Bien, quizá se había estado perdiendo de mucho por tener a su trabajo como centro de vida. Pidió otra cerveza antes de tomar asiento de nuevo. Miró hacia la mesa de Joaquín, Joaquín... el chico no solo tenía bonita cara, bonito cuerpo y bonitos movimientos, también tenía un bonito nombre. Era todo un chiquito bonito. Sonrió por eso. Y obtuvo una sonrisa por respuesta. Eso casi le hace escupir el poco líquido que estaba en su boca. Joaquín le estaba sonriendo.
Apuntó la boca de su botella en su dirección como un gesto gentil de decir "salud", el castaño levantó el vasito de vidrio que tenía frente a él haciendo el mismo gesto.

-¿No piensas sacarlo a bailar?

La voz de su amigo lo hizo apartar la vista de Joaquín.  

-¿Crees que él quiera? No quiero quedar como un estúpido frente a todos.

Saúl rodó los ojos, no podía creer que su amigo aún no se diera cuenta.

-Tienes hasta las 12:30 para decidirte, a esa hora suele irse. 

Fue lo último que el rubio dijo antes de abandonarlo en la barra. Él había ido a divertirse y en lo que su amigo se decidía a hacer lo mismo, prefirió disfrutar.

Pasaron unos minutos más, los amigos de Joaquín volvieron a la pista dejándolo a él en la mesa. Emilio no sabía si acercase o no, había tenido muchos ligues, quizá no recientemente, pero antes de que se dejara absorber por el trabajo solía tener parejas ocasionales cada dos días.

Vio a un chico alto, de cuerpo fornido acercarse a la mesa de Joaquín y vio a este rechazar su invitación para bailar "valió la pena" mientras lo miraba a él, como si estuviese dando a entender que lo hacía por él. También lo vio tomar el vaso que acababa de llegar a su mesa y meterse la pajilla a la boca de una manera demasiado provocativa. Quería ir hacia él, tomarlo de la mano y arrastrarlo a la pista. Quería hablarle, escuchar su voz y oler su perfume. 

-Un mezcal- pidió a Daniel.

-Ya te habías tardado- sonrió el chico cuando le entregó su bebida.

Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora