II

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Hoy la noche va con música de fondo.

Emilio salió del ascensor cuando estuvo en el primer piso, la recepción estaba solitaria y únicamente se encontraba ahí Raúl, un señor de aproximadamente 40 años que se encargaba de vigilar el edificio.

-¿Hoy temprano señor Marcos?

-Sí Raúl, tengo un compromiso.

-Que le vaya bien- dijo antes de abrir la puerta para él.

El rizado caminó hasta llegar a su auto y subió a él, dejando el maletín de piel en los asientos traseros. Estaba considerablemente lejos del bar en el que su amigo le había dicho que estaría, tardaría a lo mucho media hora en llegar. Decidió no avisarle a su amigo que al final había decido ir, pensó que sería mejor darle una sorpresa.
En el primer semáforo en rojo que se topó, colocó un poco de música y gracias a eso condujo con tranquilidad el resto del camino, la ventanilla de su auto estaba abajo dejando que el viento entrara golpeándole en el rostro y haciendo que sus rizos bailaran en su cabeza.
Aparcó cerca de la entrada y antes de bajar, deshizo el nudo de su corbata para dejarla en la guantera. Soltó los dos primeros botones de su blanca camisa, peinó un poco sus rizos y después de darse una última mirada por el espejo retrovisor bajó. 

El bar era uno de los mejores en la ciudad y se sentía muy orgulloso de eso porque pertenecía a Vicko, una de sus mejores amigas. Habían pasado cuatro años desde el día de la inauguración y ahora estaba posicionado como uno de los cinco más frecuentados por público de entre 18 y 40 años.
El ambiente era agradable. Las paredes tenían tonos oscuros y de eran adornadas por algunos cuadros de artistas locales y un par de graffittis artísticos. En la iluminación predominaban los colores azul y rojo, sugerencia de él. El mobiliario constaba de modernas mesas cuadradas, sillas altas con respaldos transparentes y también contaba con pequeñas salas en colores fluorescentes. En música, Vicko se había aplicado en la tarea de conseguir a uno de los dos mejores Dj's de la zona y lo había conseguido un par de meses después de abrir. Pero principalmente, "Noche Amarga" era conocido por no dejarse llevar por estereotipos, no importaba si eras hombre o mujer, si tenías 18 o 50 años, tampoco importaba mucho tu orientación sexual y es por eso que el lugar era uno de los más populares, podías llegar, beber algo, bailar, llegar con amigos o hacerlos aquí, pues solo importaba que quisieras pasarla bien.

La música inundó sus oídos al entrar, caminó hasta la barra donde era probable que encontraría a Saúl, sin embargo, él no estaba ahí, así que pidió un botella de cerveza mientras miraba a su alrededor tratando de encontrar al chico de cabellos rubios, pero en vez de eso sus ojos se centraron en un chico al otro lado de la pista. Estaba sentado con un grupo de amigos, aunque por la iluminación del lugar no supo descifrar si también lo estaba mirando o solo fue su imaginación.

-¡Miren quien decidió honrarnos con su presencia!- el rubio lo había encontrado primero.

-¡Sorpresa!- sonrió exagerado. 

Tomaron asiento en los altos taburetes frente a la barra. Preguntaron por Vicko al chico que atendía ahí, al parecer no se encontraba esa noche.
Platicaron un poco acerca del trabajo de Emilio, pero claro que eso no era de importancia para Saúl, así que cinco minutos después se vio obligado a callarlo. 

-Escucha viejo, sé que es importante para ti, pero aquí venimos a pasarla bien ¿si o no Daniel?- le habló al moreno que estaba detrás de la barra.

De pronto las personas en la pista dieron un gran grito de felicidad acompañado de aplausos, ambos dirigieron su vista hacia el lugar de donde provenía tal escándalo. Y ahí estaba de nuevo aquel chico, el mismo que se había robado su atención minutos atrás. Las personas habían formado un círculo a su alrededor mientras él movía sus caderas al ritmo de "Hips don't lie". 

Estaba ahí, dejándose admirar.

Y claro que Emilio agradecía eso, el chico bailaba bien. Era delgado, de piel blanquecina y cabello castaño. Vestía un lindo pantalón color blanco, playera negra y botas color café. Digno de admirar. Para desgracia del rizado, la canción terminó y los presentes volvieron a bailar, haciendo que el chico castaño quedara fuera de su vista.

Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora