XXXVII

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La noche anterior cuando Joaquín entró al baño para cambiar su ropa por la pijama que Emilio le había prestado, pensó que aquel cuarto de baño era en verdad grande para estar en un departamento. Que incluso era más grande que el de la casa en la que vivía en la privada. Sin embargo, ahora sentía que el lugar era pequeño, pequeño y caluroso. 
Emilio lo había sentado sobre la orilla del lavabo mientras lo besaba y con sus manos se encargaba de retirar todas las prendas de ambos. Soltaba cortos suspiros que iban a dar directo a la boca de su novio haciéndolo sonreír. Cuando los dos estuvieron completamente desnudos, lo volvió a cargar en la misma forma en la que habían llegado al baño. Sus pieles hicieron contacto activando todos y cada uno de sus sentidos.
Emilio giró la llave de la regadera y el agua tibia comenzó a caer sobre ambos. Con cuidado bajó a Joaquín hasta que sus pies tocaron el piso y el beso se rompió.

-¿Ya te dije que eres hermoso?

-Basta Emi, vas a sonrojarme otra vez. 

-Me encanta verte sonrojado- besó la punta de su nariz. 

Cerró de nuevo la llave y extendió su brazo para tomar la esponja y el jabón líquido, vertiendo un poco de este sobre la esponja color verde esmeralda. Comenzó a hacer espuma y entonces frotó con ella sobre los hombros de Joaquín. Lo talló hasta que todo su cuerpo estuvo limpio y de vez en cuando dejaba pequeños besos sobre su piel, sin importarle mucho el jabón que se impregnaba en sus labios. El castaño sonrió todo el tiempo, pensaba en lo dedicado y delicado que era su novio con él. En como siempre lo consentía y quiso devolverle un poco de todo eso. Así que tomó el bote de shampoo y vació un poco en la palma de su mano, dirigió sus manos hacia la cabeza del pelinegro y comenzó a masajear. Emilio dejó sus manos sobre la delgada cintura de Joaquín y se dejó hacer. Cuando su cabello estuvo limpio, sintió como el castaño tomaba las esponja de sus manos y comenzaba a tallarlo. A veces la piel de Joaquín rozaba con la suya y casi podía sentir una corriente eléctrica recorrer su cuerpo. 
Volvieron a dejar el agua tibia caer sobre sus cuerpos, disfrutando de la calidez del agua y la calidez de la presencia del otro. 

-No sé como voy a volver a entrar a la ducha sin ti- dijo mientras envolvía su cuerpo en una toalla y le pasaba una a Joaquín.

-Tendrás que hacer un esfuerzo, no quiero un novio sucio- bromeó arrugando un poco la nariz.

Emilio se vistió con una polo rosa y jeans azules, mientras que Joaquín se puso una bermuda beige y una camisa de manga corta en color rojo. Colocó su ropa del día anterior en una bolsa de plástico y bajaron al estacionamiento, cuando estuvieron en el automóvil, partieron rumbo a la privada.
En el camino escucharon "flor de mar" de fondo, se había convertido en un danzón especial para ambos, en realidad, todos los danzones que bailaban juntos se volvían especiales para ellos.
Cuando llegaron a la privada, Emilio bajó para abrirle la puerta a Joaquín y ayudarlo a bajar. Lo tomó de la mano y lo encaminó a su puerta, él no podría quedarse ahora, tenía un par de asuntos que arreglar para estar libre mañana por la tarde. 

-Gracias por todo. 

-Gracias a ti. ¿A qué hora paso por ti mañana?

-A las dos y media está bien. 

-Genial- sonrió- te amo Joaco. 

-También te amo Emi. 

Se dieron un corto beso como despedida y Emilio se giró para regresar a su auto. 

-¡Emi!- escuchó a Joaquín llamarlo, cuando se giró el chico estaba frente a él y sin decir nada, lo tomó del cuello y lo besó. 

Esta vez el beso fue más largo que el anterior, sus labios se movían a una sincronía casi perfecta. Sonrieron al separarse.

-Ahora sí, hasta mañana- dijo el chico y corrió de vuelta a su casa.

Tomó la bolsa que había dejado cerca de la puerta y entró. Nicandro y Eddie estaban en la sala mirando la televisión, no había rastro de Ela por ningún lado, así que supuso que habría salido con sus amigas. Aferró la bolsa contra su pecho y cruzó por la sala deseando que no le hicieran ninguna pregunta, pero no corrió con tanta suerte. 

-¡Hey, tú! ¿Por qué traes otra ropa?- cuestionó el rubio- no me digas que tú y...- cubrió su boca con sus dos manos intentando retener un grito.

-No, no, no- negó repetidamente- solo que lavamos los platos y nos mojamos un poco la ropa, así que nos bañamos y pues...

-¡¿Se bañaron juntos?!

-¡Nicandro!- lo regañó Eddie- deja a Joaco en paz. 

-Ah no mi vida, hoy no te voy a hacer caso. Ese niño- señaló a Joaquín, quien había aprovechado la interrupción para huir a su habitación- tiene mucho que contarme- se levantó del sillón y fue directo tras su amigo- ¡Joaquín! No te atrevas a cerrar- y entonces se escuchó el portazo- ¡Joaquín Bondoni más te vale que abras esa puerta!

-No, vuelve con tu novio. Quiero dormir. 

-¿Tan cansado te dejaron?- se burló.

-Solo vete. 

-Prometiste contarme, así que abre.

-No voy a abrir.

-Si no abres ahora, le llamaré a tu madre y le contaré todo. 

El castaño abrió sus ojos enormemente, Nicandro siempre cumplía sus amenazas y él no podía permitir que su madre se enterara de nada si al siguiente día le presentaría a Emilio. 

-Bien, pero sin detalles- advirtió. 

-Acepto.




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¡Hola! 

¿Les gustó el capítulo?

Mis Emiliaco (los que escribo) siempre son bien cursis jaja pero amo escribir cursilerías.

¿Qué tal con el Nicandro preguntón?

¿Bailamos un danzón?

¿Ya tomaron agua?

¿Otro capítulo?

Los amo mucho, así que se las voy a poner fácil:) 

Cuando lleguemos a 20 votos y 10 comentarios subo el XXXVIII



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