XXXVI

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Durmieron toda la noche abrazándose el uno al otro, sus sueños fueron tranquilos y las sonrisas nunca abandonaron sus rostros. Para cuando la mañana llegó, Joaquín fue el primero en despertar, quiso moverse un poco para mirar a Emilio, pero este lo tenía aprisionado entre sus brazos. Sonrió al recordar la noche anterior, se había imaginado tantas veces como sería su primera vez, pero en ninguna pensó en tener una sensación tan completa en su ser. Emilio era la persona con la que deseaba estar siempre.
Se permitió observar el rostro del rizado, se miraba tan pacífico, tan feliz y deseó poder entrar en su mente, en sus sueños y averiguar que es lo que habitaba ahí. Sonrió pensando en encontrarse a sí mismo en los pensamientos de Emilio. 
Unos minutos más tarde, buscó una manera de separarse del cuerpo del rizado y poder salir de la cama, necesitaba ir al baño y comenzaba a sentir hambre. Cubrió el cuerpo de Emilio con las sábanas, buscó su ropa en el piso de la habitación y después se dirigió al baño. Al salir, pudo ver al pequeño Brillito ya despierto también, así que lo tomó en sus manos.

-Vamos chiquito, no puedes despertar a tu padre aún- besó su pequeña cabeza- vayamos a ver qué hay en la cocina. 

Se dirigió con el gatito en manos y una vez en la cocina lo dejó en el piso. Encontró rápido su comida y le sirvió un puñado de croquetas en su platito, Brillito casi corrió cuando escuchó su comida caer en su plato y comenzó a comer rápidamente.
Joaquín revisó el refrigerador y la alacena, no había mucho en realidad, probablemente porque su novio siempre pedía comida a domicilio o comía en algún restaurante, ya hablaría con él sobre eso. Mientras tanto, tomó jamón, huevos y pan tostado para cocinar. Puso la cafetera a trabajar y sacó también la botella de jugo de naranja.
Cocinó los huevos con el jamón y después los colocó sobre el pan tostado. Buscó algo de salsa en el refrigerador y lo sirvió en un pequeño bowl. Cuando el café estuvo listo tomó dos tazas para servirlo, sacó también dos vasos para servir el jugo.
Estaba tan entretenido en su trabajo que no notó cuando Emilio llegó a la entrada de la cocina para observarlo. 

-Que lindo es tenerte aquí- dijo cuando Joaquín terminó de colocar toda la comida en una bandeja, haciéndolo sobresaltar al escuchar su voz.

-¡Emilio! Pero ¿qué haces aquí? Se supone que dormirías hasta que yo vaya con el desayuno. 

El mayo rió- ¿Ah sí? No fui notificado de ello- se acercó hasta estar frente a su novio, quien lo miraba con los ojos entrecerrados.

-Tonto.

-Ya amor- lo tomó de las manos- me desperté cuando quise abrazarte y no estuviste, pensé que todo había sido un sueño y me levanté a investigar. Entonces te vi aquí, cocinando y te veías tan lindo que no pude evitar quedarme a mirarte. 

-Acosador- acusó haciendo reír al rizado. 

-Lo que sea por mirarte- le susurró cerca del rostro, mientras le soltaba las manos para ahora tomarlo de la cintura- ¿y si mejor- presionó su agarre y lo atrajo más a él- besayunamos?- y sin más lo besó.

Fue una suave presión entre sus labios, pero luego las manos de Joaquín si dirigieron a los hombros de Emilio, para atraerlo más hacia su cuerpo mientras abría la boca y comenzaba lentos movimientos, profundizando después el beso. ¿Se cansaría alguna vez de sus labios?

Un pequeño Miao se escuchó al tiempo que sentían algo posarse sobre sus pies descalzos.

-Hay un intruso aquí- se separó Emilio. 

-Un celoso diría yo. 

El mayor tomó al gatito en sus manos y lo acercó a su rostro.

-Buenos días a ti también cariñito- dijo al recibir cortas lamidas en su mejilla, luego lo dejó de vuelta en el piso- bien, vamos a desayunar antes de que se enfríe.

Llevaron la bandeja al comedor y se sentaron uno a lado del otro. Colocaron los platos sobre la mesa frente a ellos, y comenzaron a comer. 

-Delicioso- felicitó a Joaquín.

-Solo son huevos con jamón.

-Pues son los huevos con jamón más deliciosos que he probado en mi vida- el castaño sonrió a modo de agradecimiento.

-¿Qué harás mañana?

-No lo sé, supongo que lo mismo de siempre. Nada.

-¡Estupendo!- el rizado lo miró confundido- es que, ayer por la tarde me llamaron mis padres, me invitaron a comer y pensé que... quizá ¿te gustaría ir?

-Ah, este ¿tus padres?

-Sí, bueno solo era una idea, no tienes que ir si no quieres- sus mejillas estaban rojizas por la pena que sentía en ese momento, así que bebió un poco de su jugo para disimular.

-Podría ser interesante, tal vez podría aprovechar para pedir tu mano de una vez- los ojos de Joaquín se abrieron enormemente casi atragantándose con su bebida.

-¿Q-qué?

-Es broma amor- sonrió tomando la mano de su novio- pero sí, me encantaría conocerlos.

Cuando terminaron de desayunar, ambos lavaron los platos sucios. Joaquín a veces le tiraba agua a Emilio y este lo abrazaba para mojarlo también. Al final, el piso estaba lleno de gotas de agua y jabón, y los dos terminaron con la ropa húmeda.

-Creo que es hora de bañarse señor Bondoni.

-Si claro, como tengo mucha ropa aquí para cambiarme- señaló sus prendas mojadas.

-Te prestaré algo.

-Me parece justo- se giró comenzando a caminar hacia la habitación, pero antes de dar siquiera tres pasos, Emilio ya lo había tomado por la cintura y lo había levantado del piso, obligándolo a él a cruzar sus brazos alrededor del cuello del rizado y enroscar sus piernas en sus caderas.

-Ya desperdiciamos mucha agua mientras lavábamos los trastes ¿no crees?

-¿Y qué sugieres entonces?

-Sé que sabes lo que sugiero- le dio un corto beso y entró con él en brazos al baño.



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¡Hola! 

¿Cómo están? Espero que se encuentren muy bien, sanos y felices.

¿No se aburrieron leyendo este capítulo?

¿Nicandro se enterará de todo lo que ha pasado?

¿Qué creen que pase cuando Emilio conozca a los padres de Joaquín?

¿Dos capítulos el próximo sábado?

¡Son tantas preguntas! 

Jajaja ya perdón, ya me voy.

Les deseo un lindo fin de semana y una bonita semana también:)

Les mando un chorro de besos y mucho, mucho amor💜

Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora