XLIV

899 146 176
                                    

Los primeros rayos de sol se colaron por la ventana de la habitación del rizado, dejándole saber que la mañana había llegado. Era martes, un martes en el que no tenía prisa. Un martes en el que no debía ir a trabajar. Un martes en el que no estaba seguro de lo que debía hacer. Podía aún sentir el vacío en su interior, el quedarse sin empleo le había afectado más de lo que hubiese pensado. Sobretodo por la manera en que se dieron las cosas. Su jefe había preferido el dinero por sobre el buen trabajo que había desempeñado en la empresa. Afortunadamente tenía a su lado buenos amigos que lo habían ayudado en su momento de crisis, además de contar con su novio, quien no lo había dejado solo en ningún momento. La noche anterior Joaquín se había encargado de cambiar su tristeza por tranquilidad con sus cuidados y mimos.

Emilio comenzó a desperezarse, talló sus ojos con las yemas de sus dedos y comenzó a estirar su cuerpo, fue entonces cuando se percató de que estaba solo en la cama. Un leve pinchazo se instaló en su pecho y su mirada se paseó por toda la habitación.

-Buenos días- escuchó desde la entrada de la habitación- te hice el desayuno. 

-Buenos días Joa. Gracias, pero no tenías que molestarte- sonrió mientras observaba a su novio caminar hacia él con la bandeja en manos. 

-Igual solo es fruta y jugo... no encontré nada más. 

-Sí, no suelo tener mucha comida. Pero ahora que estaré en casa, supongo que deberé comprar más cosas para la despensa- contrario a sus primeras palabras, estas habían sonado tristes y eso no pasó desapercibido para el castaño.

-Hey, no te pongas así-dejó la bandeja sobre la mesita de noche y se sentó frente a él- las cosas pasan por algo y...- la mano que estaba por acercar al hombro de su novio se quedó a la mitad de camino.

-¿Por algo?- soltó agresivo- Sí, pasan por las calumnias de las personas.

-Tranquilo Emi.

-No, lo dices como si fuera cualquier cosa. Cuando la verdad es que me despidieron injustamente.

-Lo sé, solo...

-¿O cómo te sentirías tú si un día llegas y te dicen que ya no tienes trabajo porque tu jefe no quiere perder al amigo con quien no quisiste acostarte? 

-B-bueno no...

-Sí, qué vas a saber tú ¿verdad?- dijo sarcástico- aún eres un pequeño estudiante. No sabes de lo que hablo porque no trabajas y no has tenido que vivir situaciones como las mías.

-¿Es enserio Emilio? 

-¿Me ves riéndome? 

-No puedo creer que te estés desquitando conmigo- el castaño se puso de pie para poner distancia entre los dos.

-¡No me estoy desquitando contigo Joaquín!

-Entonces ¿por qué estás gritándome? ¿por qué estás sacando ahora el tema de la edad entre nosotros? ¡¿es que ahora tienes problema con eso?!- respondió el mismo tono agresivo que Emilio estaba utilizando.

-¡Carajo Joaquín, eso no me importa!

-¿Entonces lo estás usando de pretexto para desquitarte conmigo?

-¡Ya te dije que no me estoy desquitando!- con un gesto brusco tiró de las sábanas para poder levantarse. 

-Sí lo haces. Estás enojado y aunque no me creas, te entiendo. Por eso estoy aquí, estoy intentando darte mi apoyo y hacerte sentir mejor- con cada palabra voz se volvió entrecortada, tanto que tuvo que dar un respiro para continuar- pero no por eso voy a dejar que te desquites conmigo, porque yo no tengo la culpa.

Los dos se quedaron en silencio después de eso, frente a frente mirándose a los ojos. Los de Joaquín brillosos por las lágrimas que ya se habían acumulado, los de Emilio volviéndose oscuros por la batalla que libraba en su interior.

-Entonces vete- dijo sin más.

-¿Qué?

-Que te vayas Joaquín. Vete. Justo ahora no soy buena compañía para nadie. Me siento mal, estoy frustrado, enojado y con ganas de romper mi mundo a pedazos, no quiero romper el tuyo también.

Joaquín no supo que responder y Emilio se adelantó para irse. Rodeó al castaño para dirigirse al cuarto de baño, asumiendo que él se marcharía en cualquier momento. Pero contrario a lo que supuso, los brazos de Joaquín lo rodearon por la espalda justo antes de que entrara al baño.

-Puedes romper tu mundo todo lo que quieras, siempre estaré aquí para ayudarte a reconstruirlo- susurró contra su espalda.

-¿Y si no podemos?

-Entonces te dejaré vivir en el mío. 

*
*
*
*
*
¡Hey, 'tamos de vuelta!

Estoy demasiado emocionada por saber qué les pareció el capítulo, así que no se atrevan a irse sin dejarme un comentario aquí-->

¡Gracias infinitas por leer!

Nos leemos en unos minutos más en el segundo capítulo de hoy.

Los amo💜

Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora