31 Días de Amor~(Sanwoo)

27-Hustler

🍂Sanwoo
🍂 Palabra clave: ganancia
🍂Romance
🍂667 palabras
 

🌹

 
Una última mirada al espejo, retocando apenas con las puntas de los dedos el maquillaje debajo de sus ojos, ese que cubre las ojeras que tanto detesta y ha adquirido con el paso de los años dentro del negocio. Noches en vela donde no podía cerrar los ojos si quería salir en silencio de la habitación, sin despertar a su acompañante en turno y caminar al autobús más cercano que habría de abordar hasta que el servicio abriera, horas más tarde.

Se acomoda un mechón suelto en la frente que no hace más que volver a su sitio y Wooyoung suspira, dándose por vencido. No tenía remedio ni tiempo para estar fijando en un mechón, que aunque le causara mucho ruido verlo ahí jodiendo todo su esfuerzo en lucir impecable, ya a estas alturas le da completamente igual.
 
A decir verdad, al hombre que verá esa noche también. Porque llevan meses siendo sin ser, yendo y viniendo a ratos y encontrándose en horas específicas en tiempos específicos. A veces es una cena, sin más y Wooyoung vuelve a casa a las doce en el costoso auto de su cliente favorito,donde, en otras ocasiones, no les alcanza el tiempo ni la cordura para llegar a una habitación y ahí dentro de esas cuatro puertas, con las piernas rozando el techo, lo hacen sin fijarse en más nada que sus cuerpos desnudos. Otros días cuando hay más calma, San lo lleva a algún lugar lindo, como esa noche que pasaron en la playa simplemente conversando hasta que se hizo de día.

Y Wooyoung no entiende como es que un hombre que lo tiene todo, lo siga buscando. No entiende por qué después de que supiera, de su propia boca, que para él no era más que números en su cuenta bancaria, una cifra más de ganancia mensual, haya vuelto a llamar.
 
Y se le encoge el estómago de pensar como tomó el teléfono sin muchas ganas, poniendo esa voz que se le enseñó a poner al responderle a un cliente. Wooyoung recuerda haber estado en pijama, enfermo, con mucho sueño y muy pocas ganas de atender la llamada cuando el hombre que después sabría se llamaba Choi San, le pidió dos horas de sus servicios, a cambio de la cantidad que el quisiera.
 
Y al principio sonaba como un buen plan, pero San continuó llamando. Le pidió verlo de nuevo, a veces para sexo otras para compañía. Poco a poco se fue haciendo de un lugar en su vida, ganándose el privilegio que desconocía cuando Wooyoung cancelaba citas para verlo a él.

Y no sabe cuándo dejó de ser dinero, cuándo dejó de ser ganancia. No sabe cuándo se quedó dormido en la misma cama y se levantó con el aroma dulce del pan tostado. No sabe cuándo comenzó a pasar días enteros en casa de ese hombre, haciendo cosas cotidianas como desayunar o hacer las compras.
 
No sabe cuándo comenzó a besarle los labios simplemente por el gusto de hacerlo, ni cómo comenzó a sentir en el pecho la ansiedad de verlo de nuevo, de sentir su tacto, de oler su perfume. No sabe cuándo se enamoró de él, a paso lento, como cae un reloj de arena grano a grano.
 
Pero cuando San le abraza desde atrás sujetando su cadera, besando lentamente y con suavidad su lóbulo mientras le abotona la camisa frente al espejo, está seguro que es verdad. Que es se siente cálido en el alma y suave en el corazón.
 
—¿Estás listo?— susurra contra su oído, pasando el botón más alto por el ojal.
 
Wooyoung asiente, entrelazando sus dedos.
—¿Vas a decirme a donde vamos?

El más alto se ríe, suave y ronco, besando su cuello. —No mi amor, es sorpresa.
 
—Es mi cumpleaños...
 
—Lo es. — San le acomoda el cabello.
—Y haremos algo especial, porque además es nuestro aniversario.
 
Wooyoung sonríe, con los ojos cerrados. Con el corazón lleno, sin pasado ni un futuro que no incluya a su novio en él.