🍂Sanwoo
🍂 Palabra clave: Cabaret
🍂Romance/Erótico
🍂1270 palabras
🍂🚬
Sí Jung Wooyoung sabía hacer algo, eran negocios.
Y qué negocios.
El apuesto caballero del cabello negro siempre bien peinado y el reloj de oro en la muñeca izquierda, tenía entre sus dones y talentos para el convencimiento, un suave tono de voz lo suficientemente gruesa para ser seductora sin llegar a intimidar, una media sonrisa que desarmaba y una visión tan amplia como el horizonte para alguna idea que le dejara dinero. Mucho dinero.Fue así como a base de investigaciones y un arduo trabajo de estudio de mercado, se hizo de un local que iba a ser demolido donde había una tienda de novias que, aparentemente, llegó a la bancarrota. Ya nadie se casaba en esos tiempos, ya las metas en la vida de un adulto joven en ascenso no incluían encadenarse a alguien de por vida y Wooyoung entendía tan bien eso, que ahí de pie en medio del abandonado y vacío establecimiento: lo vió todo muy claro.
Como si estuviese ya dentro de lo que sería el icónico cabaret que le daría la fama de empresario que posee actualmente, el entonces inexperto joven de veinticinco años tuvo una visión casi religiosa de en qué utilizaría el escenario principal donde antes habían vestidos exhibidos bajo la luz de esas lámparas que, de cambiarlas a rojo, darían un mejor ambiente. Y así fue, pues hizo uso del poco dinero que pudo ahorrar trabajando de sol a sol en esa fábrica para invertirlo en su futuro cabaret, cambiando la iluminación, recubriendo las paredes blancas de terciopelo rojo y alfombrado el lugar para llenarlo de mesas dispuestas al disfrute de los caballeros y ¿Por qué no? Alguna señorita que quisiera unirse a su prestigiado club.El alcohol servido ahí dentro era de primera calidad, así como los trabajadores quienes se encargaban de mantener todo en orden bajo la mirada fría de Jung supervisando todo desde arriba: en el balcón que le suponía su trono. El triunfo absoluto sobre todos aquellos que se atrevieron a mirarlo como menos y le dijeron que nunca dejaría de ser un pobretón. Ahora esa gente se persignaba con pánico porque ¡Es un prostíbulo, un horrible sitio! mientras les corroía la envidia de no tener una membresía dentro.
El ambiente es bueno, la música ligera y el clima afuera es ideal para que su distinguida clientela conocedora de la belleza y el buen vino, se mantenga dentro hasta que pase la tormenta también que azota fuera sin tregua. Los clientes son felices, las chicas desfilan en sus preciosos corsé de encaje y seda fina por las mesas, sonriendo las meseras que deleitan con su presencia la vista de aquellos que acuden al Moulin Rouge para pasar una agradable noche con un agradable trago y la mejor compañía hasta que dieran las doce en punto y las pesadas cortinas de terciopelo rojo abrieran para presentar a sus estrellas, a las chicas que hacían de Moulin Rouge la maravilla que era angalanando sus noches con el espectáculo de cabaret.Jung pasa la vista perezoso desde arriba, como el Dios que es dentro de sus dominios de terciopelo y suave curvas expuestas. Desde ahí, todo se ve y al mismo tiempo nadie puede verlo a él, mientras sonríe satisfecho al ver que, otra noche, todo va perfecto.
Casi.
Porque la mesa reservada de su mejor cliente está extrañamente vacía. Y aunque quisiera pensar que es culpa del clima que el señor Choi no esté presente, le causa mucha pena que la belleza que tanto lo enorgullece de su negocio, no esté completa sin la presencia de ese hombre que le pone a pensar muy poco sano mientras observa desde arriba el show, en el balcón, admirando la nariz recta de Choi, sus labios gruesos, sus cejas encogidas mientras degusta su whisky y es hora de irse cuando las chicas bajan del escenario, dejando al dueño del local con un pequeño vacío siempre que Choi toma su abrigo y se marcha.
Uno de sus guardias se acerca desde atrás, haciendo con la mano izquierda una barrera entre su mejilla y su boca. Inclinado, el hombre le habla desde atrás:—Han tocado a la puerta. —susurra el alto y corpulento hombre de traje a su espalda y Wooyoung pasa con amargura el trago.
—¿Quiere que bajemos a revisar?
Le gustaría, porque definitivamente alguien tiene muy poca educación al llegar así de tarde cuando Wooyoung ha especificado desde el primer día que nadie pasa después de las 8:00 y son, en ese momento, cinco para las doce cuando se revisa el reloj y deja la copa sobre la mesa de cristal.
—Vayan. —y con un movimiento de mano, despacha a su seguridad quienes se van dejándolo con un sólo hombre a su espalda custodiando.—Nadie pasa sin membresía.
—Sí, señor Jung. Le gustaría decir que no mandó a sus guardaespaldas a abrir la puerta con la esperanza de que por ella entrara San, pero eso sería mentir y con muchas ganas. Así como negar que el tipo le pone, jodidamente caliente, cuando se saca el saco por los hombros y la camisa se le pega deliciosamente a los fornidos brazos que Wooyoung desea, más de una vez a la semana, le sujeten con fuerza la espalda.Así que cuando uno de ellos vuelve, es la gloria misma.
—Señor Jung. —comienza el hombre, manos hacia atrás y la mirada al suelo.
—El caballero Choi San solicita subir.
Wooyoung alza una pierna para cruzarla sobre la otra, descansando el costado del talón izquierdo en el muslo derecho. Ladea la cabeza y con la punta de sus delgados dedos se golpea los labios, pensando.
—Que suba. —resuelve finalmente, mirando al suelo, conteniendo media sonrisa.
—Y tratenlo como se merece.
El hombre se inclina en agradecimiento, con las manos pegadas a los costados.
—Sí, señor.—y se marcha sobre sus pasos, dando vuelta a la esquina del balcón para bajar las escaleras.
Cuando vuelve, lleva consigo al alto hombre pelirrojo que hace pecar a Wooyoung cuando las luces se apagan y el show da por terminado, metido Jung entre sabanas de seda blanca donde susurra con los labios apretados y los dedos húmedos el nombre de aquel que le sonríe con satisfacción, como si supiera lo que está pensando.Choi se acomoda el saco en el pecho, asiente al guardia que le extiende una silla y sin que su anfitrión le quite la vista de encima, se sienta, tomando la copa de agua que se le ha ofrecido.
-Qué deleite. —Jung baja su copa, entrelazando sus dedos sobre una rodilla.
—Por favor, póngase cómodo, el show está por comenzar.
Pero Choi le regala su risa, ronca, pesada, cargada de libido y diversión con clase. Se lame los labios y Wooyoung sonríe satisfecho, siguiendo el movimiento del cuerpo de Choi hacia adelante cuando se inclina, poquito, para susurrarle bien cerca:
—No he venido a ver su show, señor Jung... —un susurro cargado de deseo, de veneno espeso que inyecta en las venas el sentido más puro de la lujuria.—He venido cada día hasta hoy , para verlo a usted.
Wooyoung sabe a whisky cuando se besan y las luces bajan del escenario dejándolos entre sombras espesas y difuminadas. En un chasquido los han dejado solos, en el sofá de cuero de ese balcón donde los gemidos son acallados por el retumbar de la música en el escenario y lo cojines entre los dientes, cuando sobra la ropa y hacen falta horas para seguirse mordiendo los labios y suspirando los nombres ajenos entre embestidas delirantes y placer chorreante.
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31 Días de Amor~(Sanwoo)
Fanfiction31 Drabbles con una palabra clave. Sanwoo Género:au, fluff, comedia, angst, hurt-confort, romance, Fantasia, smut, lime, humor 31 partes completas Adaptación a la obra del mismo nombre de Byun-Bacoon portada elaborada por: Vlgutt