15-Camino a casa

449 53 3
                                    


🍂Sanwoo
🍂 Palabra clave: senda
🍂Mpreg/hurt/divorcio
🍂1420 palabras
🍂Advertencias: final feliz







💔



No quiere salir del auto.

No quiere hacerlo, porque le pesa un mundo entero pisar de nuevo ese camino de asfalto que lleva a la puerta de la casa que alguna vez fue su hogar. De los tres. Cuando todo parecía funcionar, cuando tenían tantas ganas de morir juntos, de adoptar otro perro, de comprar una parrilla para invitar a sus amigos y familia al jardín a una parrillada de domingo. De hacerle una fiesta de cumpleaños a Jonho e invitar a todos sus amiguitos...

San quiere quedarse ahí, en el espacio seguro que significa su auto, en la burbuja que lo mantiene alejado de la realidad que es tan dura, tan cruda. Tan difícil. Quiere quedarse dentro hasta que no le quede más que llorar, hasta que el día se acabe y pueda volver a ser solo un lunes más y no el domingo de su aniversario.

Tendrían ya ocho años de casados si tan solo todo hubiese salido como debería. Si San no fuese un imbécil que se dejó llevar por un impulso, por una noche que lo dejó en la nada, por una decisión que asegura ha sido la peor de su vida. Ocho años de compartir vidas, de caminar juntos, de vivir bajo el mismo techo con el hombre que juró amar hasta el fin de sus días y traicionó, mucho antes de que eso ocurriera.

Pero debe salir. Debe pisar el camino que solía llevarlo a casa, debe tocar la puerta de lo que fue su hogar y pedir permiso para entrar como un extraño y a pesar de los años que han pasado, de la rutina de cada fin de semana al recoger a su hijo para verlo y salir juntos, a pesar de que ya debería pasar por el ritual incómodo de ver a Wooyoung en la puerta despedirse de su hijo y simplemente decirle a qué hora llevarlo ese día... Nunca deja de doler.

Nunca es fácil de entender.

Se acomoda la camisa, nervioso e incómodo. Siente que la chaqueta le pesa demasiado, que el mundo es vueltas y que la fuerza se le escapa del cuerpo cuando presiona con un dedo tembloroso el timbre esperando que Wooyoung abra la puerta del otro lado.

Va a verlo, como cada semana. Van a darse las buenas tardes como dos extraños, va a despedir a Jonho con un beso y una sonrisa para verlo a él con los ojos vacíos y los labios rectos pidiéndole que lo regrese a las ocho. Y será todo. Sin sonrisas, sin besos, sin saludos cálidos o preguntas sobre cómo fue su día. Sin amor.

Wooyoung abre la puerta, vestido tan sobrio como un padre viste un domingo por la mañana. Con pantalones de mezclilla sueltos y una camiseta blanca, sin nada más que su cabello oscuro lacio sobre la frente y los labios rectos, como siempre que lo recibe.

-Buenos días.- San murmura, se inclina con dolor y una punzada en el estómago y Wooyoung asiente en silencio.

Por la puerta no cruza su precioso niño, con la mochila al hombro y los dientes recién lavados. Jonho no está revoloteando en la sala esperando que Papá lo recoja como cada semana, sentadito en el sofá con las manos sobre sus rodillas y San asoma a penas, buscando con la mirada angustiada a su hijo dentro de la casa.

-Está con mi mamá. - responde Wooyoung, como si supiera a la perfección lo que busca su ex esposo.

-Pasa.

San abre la boca para cerrarla segundos después, ya Wooyoung caminando dentro de la casa dándole la espalda, esperando que entre. El alto cierra tras de sí la puerta y de descalza en silencio, con demasiados pensamientos en la cabeza.

Su ex esposo espera por él en la cocina, sirviendo agua caliente en una taza. En la mesa del comedor hay una ya servida, humeante y de té de naranjo a medio beber: el favorito de Wooyoung.

-Siéntate. - Wooyoung baja de la alacena un pequeño fresco de café, junto a la azucarera que pone en la mesa. San se mantiene en la puerta de la cocina, en silencio, sin entrar.
-San sólo sientate, no me estás haciendo esto más fácil.

-Dilo ahora. - le sale rota la voz, se escapa la angustia por sus ojos nublados. -Pero te diré que no quiero a nadie en casa de mi hijo, Wooyoung. No me importa quién sea, no traerás a nadie a vivir aquí.

Wooyoung suspira, con las manos en la mesa y la cabeza gacha.
-¿Puedes sentarte, por favor?

El alto suspira, entrecortado y finalmente se sienta, esperando ya lo peor. Wooyoung luce más tranquilo que él, sin duda alguna, mientras prepara la taza de café que le ofrece y una punzada le recorre el pecho porque Wooyoung lo hizo como le gusta, sin siquiera despegar los ojos de la mesa.

-Toma... Está caliente. - el pelinegro le extiende la taza, susurrando.
-Hay algo que quiero decirte.- San asiente, en silencio, esperando lo peor... Pero nada lo prepara para ver a Wooyoung romper en llanto frente a él.
-No puedo hacerlo.

Rápidamente rodea la mesa y lo lleva a su pecho, antes de que el bajito se desmorone por completo. Lo abraza con fuerza, lo sostiene mientras Wooyoung le golpea el pecho con los puños cerrados y tiembla de llanto, negando con la cabeza.

-¡Te odio!- Wooyoung llora, tiembla, lo golpea y para solamente para tartamudear y volver a empezar. -Te odio, te odio tanto... Te odio...

San lo abraza, tragándose todo el llanto. Algunas lágrimas caen sin permiso mojando el cabello oscuro de Wooyoung en sus brazos, quien no para de llorar.

-Yo, yo solo quería una familia contigo... Teníamos un hermoso hijo... ¿Qué hice mal, eh? - Wooyoung se limpia con fuerza las lágrimas, atravesando como dagas su mirada en la de San. -¿Qué?

San prefiere mantener el silencio, porque sabe que Wooyoung no hizo nada malo.

-Y... Se supone que... - Wooyoung deja caer la cabeza al frente, todavía sujetando la camiseta de San entre sus dedos.
-Que yo debía ser fuerte por nosotros, por el, que haría mi vida de nuevo pero no puedo y es todo tu maldita culpa...- Wooyoung afloja el agarre de la tela.

-No puedo, yo no puedo firmar esos papeles San... No puedo hacerlo... Y si tú puedes olvidar lo que vivimos yo no, yo no puedo. No puedo firmar el divorcio San...

San entonces entiende y es cuando su poca firmeza se desmorona, abrazando con fuerza al hombre entre sus brazos.

-No lo hagas. - suplica contra su frente, los labios temblando contra la piel de Wooyoung. -No lo hagas Wooyoung, no firmes. - le sujeta las mejillas, buscando con angustia sus ojos.
-Déjame demostrarte lo mucho que te amo, que los amo. Por favor no firmes Wooyoung y caminemos juntos de nuevo. - entrelaza sus dedos, temblorosos y deposita ahí un beso.

-Fui un idiota, lo sabes, no dejaré de serlo nunca pero yo sólo quería que estuvieras bien, que te alejaras de mí para no hacerte daño y por eso solicité el divorcio, no porque haya dejado de amarte.

-Tengo miedo...

-Lo sé, lo sé y lo merezco. - San se arrodilla, abrazando por la barriga al bajito. -Pero déjame demostrarles que no soy el mismo... Por favor...- alza la mirada, encontrando los ojos nublados de Wooyoung verlo desde arriba.

-Adoptemos otro perro, compremos esa parrilla. Vayamos de vacaciones solo nosotros tres.- se le llenan los ojos de lágrimas, pero sonríe, porque el futuro ya no le sabe a un "hubiesemos"
-Renovemos votos, Wooyoung... Vamos a intentarlo de nuevo.

El camino de asfalto que lleva a la puerta ha dejado de ser frío, de dar miedo, de dolerle tanto. Llega por la tarde después del trabajo y da gracias al cielo por llegar con vida, por ser recibido por su familia. Le llenan de besos la cara, lo reciben con comida caliente y estrellas doradas en los cuadernos. Jonho le cuenta lo aprendido, Wooyoung le cuenta sobre el trabajo y escucha su día. San lava los platos y Wooyoung manda a duchar su hijo. Le peinan el cabello, lo arropan, se planchan uno al otro la camisa que hay que vestir para trabajar al día siguiente y cuando es hora de dormir y las luces de la alcoba se apagan, se mantienen juntos, abrazados entre caricias suaves o besos tranquilos hasta que el sueño les vence, juntos.

31 Días de Amor~(Sanwoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora