10-Jugador favorito

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🌻Sanwoo
🌻 Palabra clave: Pelea 
🌻Marriage!AU/Comedia
🌻1200 palabras
🌻Advertencias: Redondo trasero de Mingi



Cuando entró a su casa, arrastrando su larguirucho ser por los escalones del edificio hasta el sexto piso ya que el elevador amablemente decidió no funcionar esa tarde en la que San se sentía realmente apaleado, fue recibido por el suave y grasiento aroma atrayente de las palomitas de maíz que su esposo preparó en el microondas. El calor de hogar lo golpeó con fuerza cuado pisó por fin sobre sus calcetines el tibio suelo de su departamento, aspirando el aroma y escuchando a Wooyoung silbar desde la cocina, seguramente vertiendo encima del bol repleto, papas fritas.
 
San dejó su saco en el perchero y se descolgó la mochila, aflojando en el camino de sus cansados pasos la corbata en su cuello. Moría de ganas por estrechar entre sus brazos al bajito y sentarse juntos en calzoncillos a mirar televisión y comer frituras. Amaba volver a casa para encontrar a su esposo también radiante como el día que lo conoció, en ese partido de Baseball donde jugaba el equipo nacional y tuvieron la suerte de compartir fila, uno a lado del otro.
 
El tiempo parecía no pasar sobre aquel que amaba y viéndolo ahí, buscando entre las botellas de aderezos y frascos de condimentos la salsa picante, San sonríe enamorado.

Hasta que escucha con atención la televisión al fondo.
 
“Así es Mingi-ssi, si Song lo logra, estaría marcando su home run ¡Número cincuenta ésta tarde!
 
Vaya, sin dudas hay mucha presión sobre los hombros del noventa y nueve, Mingi-ssi”
 
Y San rechina los dientes, presa de los celos que corren por sus venas en ese instante en el que Wooyoung alza los ojitos brillantes al escuchar el apellido de ese maldito bateador que tanto le gusta y al que todo el tiempo le está mirando el maldito trasero.
 
—¡Cariño!— el castaño lo saluda con una enorme sonrisa, sosteniendo el bol entre sus finas manos. Se levanta de puntitas y deja un beso en la mejilla de su esposo, quien tuerce la boca en berrinche. —¿Qué tal tu día?— Wooyoung recita, cantarín, mientras avanza hasta la sala.
 
—Bien.— responde seco, observando a su esposo sentarse sobre el sofá con los talones bajo su trasero y los ojos fijos al televisor.

—Qué lindo.— Wooyoung se llena la boca de palomitas y no hay más preguntas, ni siquiera un reclamo pequeñito porque San no respondió un ¿Y el tuyo?.
 
Silencio.
 
Y el tipo ese sale en la pantalla, abanicando su bate, luciendose en televisión nacional.
 
Cómo lo detestaba.
 
—Woonie. — pero el bajito no responde, embelesado por la belleza del pelirojo del bateador.
—Wooyoung. — San llega hasta él, sentándose de golpe en el sofá pero el mayor no se mueve un milímetro y San recurre a la fuerza tomando el control remoto sin aviso previo para cambiar el canal a cualquiera que no sea el de deportes.
 
—¡Oye!— ofuscado y con las mejillas como ardillita preparándose para el invierno, Wooyoung se estira tratando de alcanzar el control remoto que San mantiene en alto. —¡Yo gané la televisión!
 
El pelinegro se encoge de hombros. —Estoy esperando un programa. — y coloca algún programa aleatorio, cayendo el canal de cocina de mera casualidad.

Wooyoung se cruza de brazos, ofendido. —San tú ni siquiera cocinas.
 
Su esposo se encoge de hombros. —Comenzaré a hacerlo hoy. Me toca la tele.
 
—¡Es el miércoles, porque pasan Fire Force — se defiende Wooyoung, poniéndose de pie sobre el sillón para arrebatar el control, pero San es más ágil y se tira de espaldas, haciendo al otro tropezar y caer sobre su pecho. Nariz con nariz , el bajito le gruñe.
—Dámelo.
 
—Sólo le quieres ver el culo a ese tipo.
 
Wooyoung vira los ojos al techo. —Me gusta el baseball. Lo sabes. Deja de ser un tonto celoso y déjame ver el partido, San.
 
San frunce en ceño, alejando el brazo del alcance del mayor. —No.
 
—¿Qué edad tienes?— Wooyoung se acomoda para alejarse de su esposo a quien aplasta debido a la caída, quedando sentado sobre su barriga. —¿Seis?
 
—Cinco.

Wooyoung suspira. —Amor, no voy a hacer esto de nuevo.— y extiende pacíficamente una mano.
— Dame el control.
 
Y San lo lanza a la cocina.
 
El silencio invade el ambiente y cuando Wooyoung encoge las cejas y tuerce los labios, la valentía se le escapa del cuerpo a San quien antes de poder reaccionar, ve como su esposo salta de su lugar para correr a la cocina a alcanzar el control remoto que salió volando por el pasillo. Apenas puede voltearse sobre su estómago y correr prácticamente a gatas para hablarle un pie, pero sólo consigue rozarlo y que Wooyoung tropieze un poco.
 
—¡Ríndete!— grita San desde el suelo, antes de abrazar por la cadera al castaño que ya recuperó el mando de la televisión y patalea para ser liberado, intentando devolver el canal sin éxito. —¡Wooyoung!

—¡Jamás! — y le muerde la mano, haciendo a San  soltarlo de inmediato para llevarse la mano herida a la boca. Wooyoung está totalmente despeinado, agitado y sudoroso cuando lo señala con un dedo y el rostro amenazante.

—¡No puedes impedir que vea a Song Mingi en pantalones ajustados!
 
Y corre de nuevo al sofá para poner el de deportes y, en un movimiento nervioso, sacarle las baterías al control remoto para lanzarlas por la ventana.
 
San observa como caen hasta desaparecer de su vista y se dice mentalmente que debe bajar pronto por ellas porque la última vez que tuvieron una pelea por el televisor y Wooyoung lanzó las baterías para evitar que San viera el desfile de Victoria's Secret, olvidó recogerlas y seguro ahí después de una semana no iban a estar muy bien.
 
El alto suspira cansado y se deja caer contra la pared, todavía lamiendo su mano herida, como un perrito. Wooyoung lo observa desde el sofá, prácticamente gruñendole.

—Pantalones ajustados... — susurra San, con un puchero en los labios.
—Su trasero no es tan bueno...
 
Y Wooyoung realmente no está mirando el home run #50 de su basebolista favorito, porque prefiere ir y acurrucarse contra su esposo, mentiéndose entre sus piernas para hacerse ovillo en su pecho y besarle la mano que le mordió antes.
 
—Lo siento... — susurra el castaño, acariciando la zona herida con las marcas de sus dientes. —Iré por el botiquín.
 
—Tranquilo, no fue muy fuerte. —San lo abraza contra su cuerpo, besando su frente y naricita. —Tus dientitos de cachorro no pueden hacerme daño.
 
—Sigue molestando y te voy a morder como Pitbull.
 
Y aunque eso suena muy amenazante, a San le da risa. Y mucha ternura.

El público del partido celebra la anotación y Song corre por el campo pero Wooyoung no tiene interés en verlo en pantalones ajustados, demasiada concentrado en las caricias suaves en el cabello que le regala el hombre que ama y cuyo trasero sin duda es su favorito.
 
—Esta vez te toca a ti ir a comprar las baterías. — susurra Wooyoung, adormilado después de minutos satisfactorios de cariños en el lugar correcto de su cuello.
 
—Iré más tarde... — San bosteza, cabeceando. —Vamos a dormir, amor, me dejaste muerto.
 
Wooyoung sonríe, pegando la mejilla al cuello del alto.
—Ya estás envejeciendo.
 
—Muy gracioso... ahora vas tú a comprar las baterías.

31 Días de Amor~(Sanwoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora