9-Azul Turquesa

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💫Sanwoo
💫Palabra clave: Droga
💫Mafia!AU/THANXX!AU/acción
💫1300 palabras
💫 Advertencias: lenguaje vulgar,Hongmin casual, besuqueo indecente en un auto muy costoso.

 
nae mari da mattago
haebwaseo da andago gracias~ 🎶
 

 
Se mira sobre las gafas redondas de cristales rojos en el espejo retrovisor del convertible, encontrando la mirada fría y confiada que un sujeto como él debe tener si quiere mantener sus huevos en su lugar trabajando en algo tan peligroso como su trabajo.
 
—¿Llevas todo?

El Mayor asiente en silencio, un cabeceo sin repeticiones y hace sonar el cartucho del arma entre sus dedos.
 
—Listo.
 
Wooyoung gira el rostro hacia su copiloto, acomodando sus gafas de nuevo sobre su rostro. Le sonríe de lado y la sonrisa que le devuelve San es mucho más peligrosa y adictiva que la mierda que están a punto de entregar. El pelinegro lo sujeta del cuello de la camisa, uniendo sus labios de forma fuerte y exigente, sus lenguas frotándose con deseo, sus labios siendo marcados por los dientes del otro. Los húmedos chasquidos truenan a su alrededor y cuando el aire falta, se separan, después de un beso caliente y pasional que los deja con la respiración lenta y pesada.
 
Wooyoung acaricia el cabello negro de la nuca de San, sus frentes unidas y medias sonrisas casi psicópatas en el rostro, sabiendo que pueden salir en una jodida bolsa de esa cafetería.
 
—Andando.
 
Ambos bajan al mismo tiempo del auto, haciendo sonar al unisono las puertas al cerrarse. Caminan con una mano sujetando su arma cargada y lista para disparar, con la guardia siempre arriba y la muerte pisándoles los talones a cada paso que dan desde que comenzaron en el negocio.
 
El camino del estacionamiento a la cafetería es corto, pero ningún lugar está exento de ser un punto mortal y Wooyoung lo sabe tan bien como San a su lado, empujando las puertas para que el mayor entre primero, vigilando que no haya actividad sospechosa cerca.
 
Al entrar al establecimiento, Wooyoung se saca las gafas del rostro, mirando de lleno a su proveedor de THANXX detrás de la barra donde sirven hamburguesas y malteadas color azul turquesa.
 
Hongjoong  le sonríe al verlo llegar. Desde su sitio en la mesa más cercana a la barra, un chico pelinegro observa con media sonrisa burlona en los labios y la pajilla bailando entre estos.
 
—jung, qué bueno verte. — saluda el peliazul, rodeando la barra para poder salir y estrechar manos con el pelinegro. —¿Trajiste mi dinero, hm?
 
—No preguntes idioteces, Kim. — Wooyoung se cuelga las gafas en la abertura de su camisa, a la mitad del pecho. Con una mano llama al pelinegro
quien le extiende un sobre amarillo lleno de dinero.
—Treinta mil dólares limpios y contados.
 
El  peliazul sonríe al abrir el sobre amarillo, lleno de verde.
 
—Estos sí son negocios, carajo.
— le sujeta las mejillas y deja ahí dos palmaditas. —¡Mingi ! — llama el mayor, haciendo al chiquillo del cabellos castañoos alzar la vista desde su bebida azul. —Trae bebidas para nuestros invitados, cariño.
 
—Sí, hyung. — el alto y delgado chico se pone de pie y rodea la barra para entrar a la cocina y desparecer de la vista de los otros tres hombres en el establecimiento.
 
—Pero siéntate, hombre, estás en tu casa. Trae a tu chico, hay espacio para todos  aquí, eh.— hongjoong toma del brazo a Wooyoung dispuesto a llevarlo a una mesa, pero el sonido de un arma ser enfundada lo detiene en seco. Wooyoung lo mira con una sonrisa malévola y Hongjoong gira la vista despacio, soltando el brazo del menor.
—Así que, lo entrenaste...

—San puede ser muy celoso. — el pelinegro mira con seriedad y ojos fríos al peliazul quien suelta lentamente al pequeño pelinegro y alza ambas manos.
—No te recomiendo que lo hagas enojar, hyung.
 
Hongjoong traga saliva.

—Ya, anotado.—San baja el arma que apuntaba contra la cabeza del mayor, guardando la pistola en su cinturón. Hongjoong suspira y se recompone, ajustando la camisa floreada en su pecho y peinando con nerviosismo su cabello azul.
 
Wooyoung, aún con esa sonrisa cínica pintada en sus labios, avanza a paso lento y con las manos metidas en su pantalón, con un San siguiéndolo desde atrás con la mirada fija en sus caderas al ir de un lado a otro y la curva de su espalda bajo la holgada camisa amarilla. El pequeño se sienta primero, dejando su arma sobre la mesa en señal de paz. Se lleva los dedos a la cruz que cuelga de su pecho y le sonríe de lado al pelinegro, recibiendo de Mingi una bebida azul con pajilla idéntica a la que él bebía antes.
 
—Adelante. —el dealer extiende la copa a su anfitrión, sin quitarle los ojos de encima. —Bebe.

Hongjoong se ríe, mirando al chico a su lado que asiente, como diciéndole en silencio que es seguro. Y toma un sorbo, abriendo la boca para que Wooyoung lo vea tragar el líquido.
 
—Tienes que dejar de desconfiar de todo el mundo, Jung. —el mencionado se encoge de hombros con la pajilla entre sus labios. —Si te van a traicionar, lo harán en tu puta cara de niño bonito. Aprende eso desde ahora.
 
Wooyoung se ríe, limpiándose los labios de ese azul ácido que le sabe a vodka y a licor de naranja. —¿Es una advertencia?
 
—Tómalo como gustes. — responde Mingi desde su asiento, recargando su espalda contra el respaldo del asiento.

—Pero tómalo en serio. — el chico se truena los dedos bajo la mesa, inclinándose para hablar más bajito. —Cuando las balas lluevan, incluso tu perra podría traicionarte. —Mingi sonríe de lado, lleno de malicia juvenil que pretende hacer rabiar al pelinegro de cabello largo se mofa, viendolo apretar la mandíbula. El pelinegro de mechitas observa desde arriba con ira.
—Negocios son negocios.

— Lo entrenaste.
 
Hongjoong se ríe, flojo, bebiendo de su trago.
 
—Y de qué manera.
 
Cuando ambos hombres se separan, dispuestos a alejarse de la mesa, en el estacionamiento se escucha claramente el chirriar escandaloso de llantas. Dos autos.
Y no se escuchan amistosos.
 
Joder...
 
—¡Al suelo!— San toma al pelinegro por el hombro, agachándose ambos bajo la mesa. Los tiros comienzan a caer y pronto los cristales se rompen, estallando en mil pedazos. Todos bajo la mesa se cubren la cabeza, los oídos y tratan de sacar sus armas, dispuestos a defenderse. —¡Son automáticas, no hay oportunidad!
 
—¡Te dije que meterte con la mafia china era una mala idea, Jung, pero nunca escuchas!

Wooyoung carga el cartucho de su arma, de rodillas bajo la mesa. Tiene una cortada en los nudillos que escurre hacia abajo, producto de los cristales y la mirada fiera, decidida cuando se pone en posición y alza sobre su pies, disparando en dirección a donde las balas han cesado.
 
—¡Muévanse! —Mingi, a su lado, grita hacia los hombres bajo la mesa que ya están armados y listos. —¡A la salida trasera, ya, ya!
 
—¡Te vienes conmigo!- exige Kim, de espaldas a la pared antes de dar media vuelta y disparar. Un hombre cae antes de poder apretar el gatillo.
—O nos matan a juntos. Aquí y ahora.
 
Wooyoung sonríe, mirando con los ojos inyectados de adrenalina a su novio. El pelinegro le devuelve la sonrisa y asiente, antes de apuntar directamente al cristal blindado del conductor del Maserati que sigue disparando sin piedad. La bala fragmenta el cristal y ambos se agachan nuevamente. Recargados en la pared, cargando cartuchos y con el pulso por el cielo, se miran a los ojos, enormes sonrisas en sus rostros. Pupilas dilatadas cuando se besan fuerte y caliente antes de separarse y sujetar sus manos juntas.

—Que no quede ninguno, mi amor. —Wooyoung le sonríe, sujetando el cabello de su nuca con fuerza.
—Cuando acabe esto, te voy a dejar follarme tan duro que preferire haber muerto.
 
San le muerde el labio, fascinado.

—Será mejor que cumplas tu promesa.

31 Días de Amor~(Sanwoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora