La amistad entre la pandilla de Alaysa, sobrevivió muy apenas a los secretos de cada uno. Pero la marca del amor que Peter Phillips dejó en el corazón de Alay, no lo borra ni el tiempo.
Siete años han pasado desde aquel accidente, y eso no impide q...
La respiración agitada de Peter me eriza por completo al dejar besos húmedos por el lóbulo de mi oreja, totalmente fuera de mi me subo a su regazo quedando ahorcadas, me sostengo de sus anchos hombros y me muevo sobre él, mi cuerpo vibra al sentir sus manos bajar de mi espalda y pasearse por el broche de mi sujetador.
Oficialmente mando a la mierda mi sentido común.
—Tócame.—Gruñe en mi oído y mis piernas tiemblan ante su orden, obedezco y deslizo una de mis manos hasta llegar al boche de sus pantalones.—Quiero sentirte Lay.
Me ayuda a desabrochar el botón y bajar su cierre, mi mano se pierde en sus bóxer y cuando lo tengo en la palma de mi mano suelta una bocana de aire llena de alivio, muevo la mano de arriba a bajo y sus suspiros me hacen soltar quejidos complacida.
Los dedos de Peter desatan mi sujetador y lo arroja en algún punto de la habitación, sus besos recorren mi cuello hasta el valle de mis pechos, se toma su tiempo en besar y lamer mi piel. Oír los gemidos que no pertenecen a nosotros fuera de la habitación, hacen que pierda la poca decencia y me aventure a empujar a Peter logrando que se recueste en mi cama.
—Házmelo.—Ordeno, los ojos del chico dark brillan de lujuria.—Quiero que me toques.
—¿Quieres que te haga mía? ¿Que te coja?.—Su lenguaje soez me excita aún más, suelto un gemido en afirmación.—Estoy a tus órdenes, bombón.
No paso por alto el apodo por el cuál me ha llamado, sinceramente podría llorar pero tenerlo aquí, enfrente mío en esta situación, me hace olvidar todo.
Peter se termina de quitar sus pantalones junto a sus bóxers, yo quito la única prenda que queda en mi cuerpo mientras admiro como se tensa la tersa piel del castaño al despojarse de su camisa. Me subo sobre él y deslizo mi dedo índice hasta llegar a ese sexy tatuaje de alacrán que me vuelve loca.
Lo que llama mi atención es el otro tatuaje que lleva casi en el borde de su cadera, una media luna, está rellenada con negro y es preciosa.
—¿Por qué una luna?.—Murmuro acariciando la forma de la figura, mi corazón no puede con la intensa mirada que me da.
—No lo sé, solo supe que la necesitaba tatuada.
Lo tomo del cuello y estampo mis labios en lo suyos, su lengua juega con la mía y entre roces de nuestro cuerpo me impulsa a quedar por debajo suyo. Cierro los ojos cuando siento su miembro entre mis piernas, las ansias me comen viva y solo deseo tenerlo dentro mío.
—Mírame Lay.—Abro los ojos y mi sistema se aviva de deseo, la forma en que me ve con fijeza es escandalosa y hace que mi cuerpo se retuerza.
Poco a poco se hunde en mi, dejo salir un quejido de placer, Peter me toma de una pierna elevándola para moverse con mayor facilidad mientras susurra en mi oído cuanto le gusto.
La sensación es tan rara, familiar y de alguna manera romántica, es como si el tiempo entre ambos no se hubiera perdido y; la lujuria, el deseo, el amor y la intensidad siguen intactos cada vez que nos miramos o tocamos en lo más mínimo.
Esto cambia todo, absolutamente todo.
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