9.

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No dejo de pasearme de un lado al otro frente a la entrada del instituto. Los chicos nada que aparecen aún y Adrián debe llegar en cualquier momento. Con lo que me ha costado que acepte que de las tutorías en su departamento, sin añadir que no tolera a los Morgan. Detalles, detalles.

— ¡Linda Eva! — Mason y Jack aparecen por fin, su rostro sonriente, con Jack pisando sus talones algo serio. Me cruzo de brazos, mirándolos con mis ojos entrecerrados. — No me veas así, fue culpa de Jack, lo juro.

— Lo siento, lo siento. — se encoje de hombros. — Tenemos algunos asuntos que resolver, kitten.

— ¿Asuntos más importantes que no reprobar la clase del señor Jackson?

— Calma, fiera. — dice Jack, sacando su teléfono del bolsillo. — Tu y el niño bonito pueden adelantarse. Mason y yo los alcanzamos luego, ¿te parece? Debemos resolver algo con urgencia.

— No con urgencia, solo que Jack es un cavernícola. — se burla Mason, haciendo que Jack ruede sus ojos. — Prometemos no tardar mucho, linda Eva.

Una bocina nos distrae a los tres, girándonos para ver de quien se trata.   Adrián mira fijamente a los chicos detrás de mí, Mason lo saluda burlón y Jack solo lo ignora.

— ¡Vamos, no tengo todo el día!

— Ve, Eva. — Jack lleva su teléfono a su oído, a la espera de una llamada. — De verdad no vamos a tardar, te vemos allá.

Soltando una suspiro, giro sobre mis talones, directo al auto donde un impaciente Adrián me espera, dejando a los Morgan atrás.

Espero que cumplan su promesa y no tarden.

— ¿Y ellos? ¿No piensan venir? — el motor del auto ruge, volviendo a la vida.

— Tienen algo que hacer, nos alcanzaran luego. Vamos a casa, muero de hambre.

                                ....

Me cambie, cocine, he puesto todos los libros que usaría sobre la mesa, inclusive tuve una acalorada riña con Adrián al no querer dejarme sola con los chicos y esos idiotas no hacen nada más que se tardarse un siglo.

— ¿Qué harás si pasa algo?

— Te llamo inmediatamente. — ruedo los ojos. — Termina de irte, hermano. ¿No vas ya tarde al trabajo?

— Estaré aquí a las nueve. — besa mi frente para, por fin, salir por la puerta. De verdad que Adrián tiene complejo de hermano mayor, aunque en parte es mi culpa.

El suspiro que escapa de mis labios es involuntario, cansada de esperar y considerando seriamente irme a dormir. No los esperaré toda la tarde, eso no es justo. Me dejo caer completamente en el sofá, mi cabeza cayendo por el borde de éste y mis piernas en el respaldo. Mis calcetines de lunares me sonríen cuando agito mis pies, ansiosa. Si hay algo que no soy es paciente, me desespero con mucha facilidad.

Un fuerte estruendo me saca, literalmente, de mis pensamientos. Balbuceo un par de improperios mientras me levanto del suelo para ir abrir la puerta y al hacerlo mi día empeora solo un poco más.

— Hola, querida. — Raquel me sonríe, Jack y Mason tras ella.

— Llegan tarde. — dejo la puerta abierta para que entren y yo vuelvo al sofá, mi ceño fruncido.

— Lo siento, kitten. Intente venir lo más pronto posible.

— No lo intentaste lo suficiente.

— Ya, ya. No peleen. — Mason interviene, sentándose junto a mi. — Jack quiso dárselas de príncipe y fue a rescatar a la princesa. — señaló a Raquel de brazos cruzados mirando mal a Jack.

— Jack es un idiota, que es diferente. — gruñe, lanzándose en el mueble individual. Su primo rueda los ojos y le tiende su cartera, que esta arrebata de sus manos. — No tenías que hacer eso.

— Si tenía. Te he dicho muchísimas veces que ese chico es un idiota. — Jack cierra la puerta, su ceño también fruncido. — Y tú vas y sales corriendo a sus brazos.

— ¡Iba a terminar con él, Jack tonto!

— Pudiste enviarle un mensaje. — reprocha él, sonando como todo un niño. — No puedes decirme nada, Raquel, si cuando llegamos allá te tenía tomada del brazo.

— Debí llamar a Adam. — se queja, cruzando sus brazos. Sus ojos se posan en mi de golpe, sonríe poniéndome los pelos de punta.

— Raquel... — Mason la mira también, una de sus cejas arriba.

— ¡Bien! Querida Eva,  lamento muchísimo mi actitud la última vez que nos vimos, lo he malinterpretado todo y lo siento. — su voz suena robótica, su cabeza moviéndose de lado a lado mientras las palabras salen de su boca. Cuando termina, me mira y vuelve a sonreír.

— No hay problema, tranquila, Raquel. — su nombre sale con total intención. Aun no se como Mason estuvo al tanto de nuestro altercado, pero no quiero averiguarlo tampoco.

— Es Rockie. — exclama, batiendo sus manos al aire, el esmalte rosa brillando en sus dedos.

— Okay. — Jack deja caer su vista en mi, sonriendo por fin haciendo imposible que no le sonría de vuelta. — ¿Por qué no empezamos con esos ejercicios?

                                 

MASON.

— Ya me di cuenta de todo. — Raquel habla, el verde de sus ojos brillando tras las rendijas de sus párpados entrecerrados. — Y espero que no se vuelvan unos simios los dos.

— No sé de que hablas, Rockie. — los zapatos de Jack repican al caer al suelo, para recortarse en su cama.

— Yo si creo que se de lo que habla, hermano. — la ironía gotea en cada letra. Él piensa que soy tonto y no me percate de la nota que guardo en el libro de Eva. — Teníamos un trato.

— Oh, cierto, ese trato. — cierra sus ojos. — No se si pueda cumplir eso, hermanito. No después de ver todas las veces en la que no aguantas para lanzarte sobre ella.

— No estas siendo justo.

El ámbar en sus ojos brilla, amenazante, entre las hebras de cabello que caen sobre su rostro.

— ¿Vamos hablar de injusticias, Mason?

— Hey, hey, hey. — Raquel pone una mano sobre mi pecho cuando nota que estoy apunto de lanzarme sobre Jack. — Discutiendo no lograran nada, Mason. Y mucho menos revolviendo el pasado, Jack. — lo regaña ella. — Es mejor que me acompañes con la tía Alice, Mason.

Miro de Jack a a Raquel y entre dientes le digo que la acompañaré.

— Ese es mi chico. — sonríe, toma mi mano y tira de mi fuera del cuarto. — Buenas noches, Jack.

— Descansa, Rockie.

¡Capitulo nuevo!
Me tardé, lo sé. Pero es que ya empecé mis clases online y bueno es una locura total. Intento sobrevivir.

Un capítulo algo corto, lo sé, pero el siguiente será más largo.

¿Me extrañaron?

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Ah, y lavar sus manitas.

Los Morgan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora