4.

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— ¿Por qué tardaste tanto? — La boca de Jack se abre en cuanto ve que Mason viene prácticamente cargandome. — ¿Qué paso?

— Harris haciendo de las suyas. — rueda los ojos. — Ayúdame a subirla al auto. Jack se apresura a abrir la puerta trasera y me ayuda a subir, cerrando la puerta.

Mi cabeza duele a horrores, solo quiero cerrar los ojos y descansar. Olvidar que el día de hoy existió. ¿Qué hubiese pasado si Mason no hubiese aparecido? Mi cuerpo tiembla de solo llegar a imaginarlo.

Los chicos hablan afuera un momento, antes de subir al auto. Mason sube atrás junto a mi y Jack toma asiento tras el volante.

— ¿Estas bien? — pregunta Jack, poniendo el auto en marcha.

— Eso creo.

— Ese chico es un idiota. — ruge Jack. — Gracias al cielo estabas cerca.

— Lo sé. — dice Mason en un murmullo. Ese mar atrapado en sus ojos se posan en mi por un pequeño instante. — No quiero ni pensar que hubiese pasado sino fuese así.

— ¿Iremos a casa? — le pregunta Jack.   — Para que ella se calme, no creo que este en condiciones de darnos clases, sinceramente.

— No es necesario. — habló, por fin. — Puedo llamar a mi hermano para que venga por mi. — Adrián se volvería loco, pero hasta el momento sonaba como la mejor solución.

— Tranquila, linda Eva. — Mason me sonríe. — Iremos a casa, te relajas y luego si te parece bien, te llevamos a casa. No te preocupes, solo seremos nosotros. Piensa en ello como nuestro pequeño secreto. — me hace un guiño que me hace sonreír un poco.

— Esta bien.

Jack enciende la radio, el camino se vuelve tranquilo y para mi gran sorpresa nada incómodo. Cuando Jack se estaciona, una bonita casa azul esta justo frente a mi, el jardín lleno de rosas y flores. Todo un hogar.

— Bienvenida. — dice Jack, bajando del auto. Un suspiro escapa de mis labios y me giro para tomar mi mochila, pasándola por mis hombros antes de salir junto con Mason.

— Espero sea suficiente para la princesa. — bromea Mason, Jack sonríe y entra, pasando por el jardín. — Vamos.

El interior de la casa es acogedor, lleno de trofeos y fotos por donde mires, hay una en especial que llama mi atención. Están dos niños, uno alto y de lindo ojos azules con una sonrisa radiante junto a uno más pequeño, con el ceño fruncido y de brazos cruzados. Los dos están en uniforme de fútbol y completamente sucios. Adorables.

— Jack siempre tuvo un gran carácter. — siento la voz de Mason a mi lado, esta sonriendo, viendo la fotografía con nostalgia. — Incluso ahora.

— ¿Practicaban fútbol? — pregunto lo obvio, él ríe y asiente.

— Practicamos muchas cosas. Desde fútbol, — vuelve a reír. — hasta natación, básquet y kárate. A mamá le fascinaba tenernos entretenidos en algún deporte. A mi siempre me gusto la natación.

— Obviamente, siempre pateaba tu trasero en el básquet. — Jack sale de la cocina con un vaso en su mano, también tiene la misma sonrisa que Mason, llena de nostalgia.

— Y yo a ti en el fútbol. — señala la foto. Jack rueda los ojos, pasándome el vaso.

— Es agua de azúcar, te ayudará a relajarte. Se que sería mejor un té, pero no se como prepararlo. — lleva la mano a su nuca, jugando un poco con su cabello, apenado.

— Gracias. — murmuro.

Pensé que me sentiría totalmente fuera de lugar con ellos, lejos de casa y en un ambiente que puede ser un detonante para mi. Pero la paz que siento justo ahora, Dios, podría volverme adicta a ella, hace siglos que no la sentía. Solo quería sonreír y disfrutar de esa sensación.

Los Morgan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora